MADRID.- La desertificación y empobrecimiento de la tierra no son un mito. Los
efectos imparables del cambio climático están comenzando a dejarse ver
en una parte importante del territorio español, donde cada vez más
informes alertan del progresivo deterioro de los suelos, especialmente en la mitad sur de la Península, recuerda hoy El Confidencial.
En ese contexto, la gestión de los recursos hídricos y el uso eficiente de los mismos se han convertido en los grandes retos de las ciudades para garantizar su sostenibilidad y que ese déficit no repercuta en la calidad de vida de sus habitantes.
En ese contexto, la gestión de los recursos hídricos y el uso eficiente de los mismos se han convertido en los grandes retos de las ciudades para garantizar su sostenibilidad y que ese déficit no repercuta en la calidad de vida de sus habitantes.
A ese desafío han respondido con éxito urbes y áreas del país en las
que, sin ser un elemento natural consustancial a su territorio, el agua
representa un factor clave en su tejido productivo y vital.
Alicante,
donde el turismo y los servicios se combinan con un pujante sector
agroalimentario en su área de influencia, es uno de los entornos
metropolitanos españoles que han hecho de la necesidad virtud y donde
las políticas públicas entienden la gestión del agua como instrumento
troncal del servicio a sus ciudadanos.
"Vivimos en una zona donde la
eficiencia en el uso del agua la aprendimos con los musulmanes a partir
del siglo V. Lo llevamos en nuestra propia cultura, apreciar el agua por
encima de todo", señala el alcalde de Alicante, Luis Barcala, en un foro organizado por El Confidencial en colaboración con Suez.
Concejal de Medio Ambiente en el tramo final de la legislatura 2011-2015
con el Partido Popular, Barcala asumió la vara de mando de alcalde el
18 de abril del año pasado, tras el aparatoso final de la corta experiencia de coalición entre el excalde socialista Gabriel Echávarri, la franquicia de Podemos, Guanyar Alacant, y Compromís.
En minoría y respaldado por Ciudadanos y una tránsfuga de Podemos, el
alcalde popular trata de sacar adelante un proyecto que le permita optar
a un mandato completo como cabeza de lista por su partido.
En su mente,
como en la de muchos gestores públicos de las capitales de provincia o
ciudades medias españolas, la palabra sostenibilidad se ha interiorizado
hasta el punto de imbricarse en casi todos los proyectos de futuro, que
en su caso pasan por tratar de convertir la ciudad en un polo de
atracción de tecnología y talento emprendedor y a la vez en elevar el
carácter 'verde' de su planeamiento urbanístico para crear un entorno
amable y propicio para la convivencia. "Mi visión es que en 10 años
Alicante sea la ciudad donde todo el mundo quiera vivir y donde todo el
mundo viva a gusto", afirma.
En materia de recursos hídricos, la segunda capital de la Comunidad
Valenciana puede presumir de contar con la experiencia de colaboración
público-privada más veterana del país. Aguas de Alicante, la sociedad
que comparten el ayuntamiento e Hidraqua (Grupo Suez),
ha desarrollado con el equipo municipal un proceso de gestión del ciclo
integral del agua con iniciativas que han atraído incluso la atención de
otras zonas del planeta reconocidas por su capacidad de innovación en
el tratamiento del líquido elemento.
Representantes
de California o del Estado de Israel han visitado la ciudad para
conocer de primera mano experiencias como el Parque de la Marjal,
una extensión verde de la ciudad que se emplea como balsa de recogida
de agua cuando llegan las temidas riadas otoñales, que antes castigaban
zonas residenciales como la Playa de San Juan. El parque, convertido en
pulmón verde, es a su vez una zona de anidamiento de aves y centro de
educación ambiental.
"Tenemos a gala disponer de infraestructuras punteras en el aprovechamiento del ciclo integral,
desde el suministro de agua potable para el consumo humano hasta el
tratamiento de los residuos y la reutilización. La práctica totalidad de
las zonas verdes de Alicante, que se han multiplicado por cinco, se
riega con agua reutilizada. Estamos extendiendo esa red también para
particulares, para que las muchas urbanizaciones y jardines privados que
hay en Alicante también dispongan de esa agua", señala el alcalde.
El
esfuerzo por la eficiencia de un recurso escaso justifica que Barcala
exprese sin complejos su convencimiento de que los distintos territorios
deben ser responsables, pero también solidarios con él.
Así lo explica
cuando se introduce el espinoso asunto de los trasvases, un tema sensible en Alicante por la dependencia de los aportes entre cuencas: "La desaparicion del trasvase Tajo-Segura
condenaría a uno de los sectores mas importantes del PIB nacional, como
es la industria agroalimentaria, que es también una de las más
eficientes a nivel mundial. Castigar a quien más se esfuerza por hacer
un mejor uso del agua no parece muy lógico".
"Claro que hay que conservar cupos ecológicos en cabecera o que cuando
hay un año de sequía lo tiene que ser para todos. Pero cuando no estamos
dentro de esos niveles, lo que es un absurdo es no compartir y
distribuir los recursos. Soy partidario de que haya trasvases porque
permiten traspasar excedentes entre cuencas. Soy
partidario de que coexistan con otro medio alternativo de generación de
agua potable y agua para riego, como son las desaladoras, y soy
partidario de esa solidaridad. No debe haber un único sistema y todos
esos sistemas deben complementarse entre sí", razona.
Luis Barcala enmarca su visión de la sostenibilidad en un proyecto más
amplio de lo que quiere para la ciudad: una revisión de su configuración
urbanística (nuevo PGOU) para redefinir su crecimiento y su modelo de
convivencia; el ensayo de nodos 'verdes' basados en la economía
circular, las energías renovables o la supresión de la huella de
carbono, donde la isla de Tabarca y el llamado PAU2
servirán de avanzadillas.
También trabaja en el impulso de un espacio de
atracción de empresas tecnológicas y emprendimiento apoyado en el
conocimiento de los parques tecnológicos y científicos de las
universidades de Alicante y Miguel Hernánez de Elche. A este
último
proyecto lo ha bautizado como Alicante Futura y busca aprovechar el
impulso inicial que pueden generar inversiones ya en marcha de varias
multinacionales.
"Alicante siempre se dice que es una ciudad de servicios, pero nunca
se termina de identificar con qué servicios. Creo que es el momento de
que una tipología de industria como es la industria tecnológica sea la
gran apuesta de la ciudad de futuro, convertir Alicante en la capital
mediterránea de la industria tecnológica. La responsabilidad del
ayuntamiento es aunar y liderar todas las partes, las administraciones
públicas (desde la europea, estatal, autonómica y municipal) con los
agentes privados.
Hay grandes multinacionales que ya están apostando y
se están instalando en Alicante, como Accenture, Indra, Everis o Telefónica",
explica en referencia a los proyectos de inversión que se han anunciado
en los últimos meses, en parte respaldados por la Generalitat que
preside el socialista Ximo Puig.
"Podemos entrar competir con Málaga y con Valencia,
con el nodo que está generando el consorcio en el puerto de Valencia.
Creo que hay mercado para todos, pero la gran diferencia es que Alicante
se encuentra en situación de ventaja en cuanto a infraestructuras,
comunicaciones, clima, emprendedurismo, talento… Confluyen en mayor
medida que en otros sitios, y esos potenciales hay que ponerlos en
valor. La cercanía incluso a las dos ciudades más potentes
económicamente de España, como son Madrid y Barcelona, nos sitúa en
mejores condiciones que una ciudad como puede ser Málaga", insiste.
Barcala
cuenta a su favor con unas arcas municipales saneadas gracias, en gran
medida, a la aplicación de los planes de ajuste forzados por el Gobierno
tras el estallido de la crisis. Como muchos otros municicipios, llegó a
acumular importantes superávits y su carga financiera
es de apenas el 12% de la capacidad de endeudamiento que tiene como
Administración local.
Esto ha permitido al primer edil aprovechar su
corto mandato para introducir rebajas en el IBI con las que pretende
atraer nuevas empresas y mejorar la competitividad fiscal de la ciudad.
"Lo que buscamos es incentivar creación de riqueza y empleo", asevera.
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