Si bien la efectividad de la vacuna contra la enfermedad leve puede disminuir con el tiempo, la protección contra los síntomas más agudos persistiría, según los científicos.
“La evidencia actual, por lo tanto, no parece mostrar la necesidad de aumentar en la población general, en la que la eficacia contra la enfermedad grave sigue siendo alta”, escribieron los científicos y agregaron que la amplia distribución de refuerzos “no es apropiada en esta etapa de la pandemia”.
Una de las situaciones adversas que más preocupan a las autoridades científicas es la posible proliferación de casos de miocarditis, una rara afección cardíaca que podría ser peligrosa en pacientes mayores.
“Si el aumento innecesario causa reacciones adversas significativas, podría haber implicaciones para la aceptación de la vacuna que van más allá de las vacunas COVID-19”, escribieron.
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