El consorcio de medios de comunicación católicos, catholic-factchecking.com, liderado por Aleteia y vinculado a la Santa Sede, es un proyecto para silenciar a los periodistas católicos no alineados, financiado por grandes lobbies internacionales contra la vida y la familia, en alianza con las grandes empresas farmacéuticas que fabrican las vacunas. De este modo se explican muchas cosas…
Una investigación bien documentada del sitio web estadounidense Church Militant revela cómo Google, Soros y Bill Gates financian a los medios de comunicación católicos pro-vax para luchar contra los que en la Iglesia que no están alineados con el verbo vacunal.
Y se descubre que quien lidera el consorcio de los medios de comunicación católicos que se autodenominan verificadores de hechos (es decir, que controlan la veracidad de las noticias, en este caso sobre las vacunas anti-Covid) es el sitio Aleteia, portal publicado en siete idiomas, que disfruta de una estrecha colaboración con el Dicasterio para la Comunicación del Vaticano y con el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
El consorcio, que incluye una treintena de portales, lleva unos meses activo y busca nuevas contrataciones a través de su propio sitio web catholic-factchecking.com (definido como “Consorcio de medios católicos internacionales sobre las vacunas Covid-19”, o Consorcio internacional de medios católicos sobre la vacuna Covid-19).
Y el consorcio es uno de los once proyectos (de 309 competidores de 74 países) que han compartido los $ 3 millones puestos a disposición por la Iniciativa de Google News a través del Fondo Abierto de Lucha contra la Desinformación de la Vacuna Covid-19.
En definitiva, Google está preocupado por quienes ponen en duda la narrativa según la cual la vacuna es la única salvación de la humanidad y pone en juego todo su poder para contrarrestar en forma capilar al enemigo. Esto solo, al ser Google el motor de búsqueda líder en el mundo, debería generar algunas preocupaciones.
Preocupación que debería convertirse en inquietud cuando nos enteremos de que desde 2019 el “hermano” de Google (una emanación de la misma empresa Alphabet), Verily, que se ocupa de la salud, tiene una “alianza estratégica” con grandes empresas farmacéuticas, entre ellas Pfizer. Además, Verily es actualmente socio de Pfizer y el Centro de Investigación de la Clínica Duke en el estudio de la seguridad a largo plazo de las vacunas para el Covid.
Resulta muy curioso que nadie sospeche que exista algún conflicto de intereses. En cuanto a los católicos, entonces, debería dar lugar a algunos escrúpulos el hecho que Google promueva abiertamente los derechos reproductivos (anticoncepción y aborto) y la agenda LGBTQ…
Pero evidentemente pecunia non olet, y frente a la necesidad de doblegar cualquier resistencia a las vacunas entre los católicos no se puede ir demasiado lejos por lo sutil. Después de todo, Aleteia tiene desde 2013 una relación de colaboración consolidada con Google.
Pero no solo eso: para obtener la acreditación con el fin de beneficiarse de los fondos de la Iniciativa Google News, Catholicfactchecking utiliza el asesoramiento de un instituto de investigación español, el Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona, el cual, a lo largo de los años, ha recibido 57 millones de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates y 150 mil dólares de la Fundación Open Society de George Soros, según ha reconstruido Church Militant.
Además de tener intereses directos en la campaña de vacunación (especialmente Gates), Church Militant señala acertadamente que no hace más de seis meses ambas fundaciones patrocinaron el informe “Tip of the Iceberg” [La punta del iceberg], destinado a desacreditar los movimientos provida europeos, incluyendo la COMECE (la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea).
Pero hay otro aspecto inquietante por decir lo mínimo: en el Comité Científico elaborado por Catholicfactchecking encontramos a tres miembros de la Pontificia Academia para la Vida, entre ellos su canciller, monseñor Renzo Pegoraro. Los otros dos son Rodrigo Guerra López y el padre Alberto Carrara.
Justamente este último nos muestra cómo se mueven estos soldados de juguete para neutralizar a cualquiera que se salga de la línea trazada, recientemente calificando en estos días en Twitter como noticias falsas un artículo de Edward Pentin, periodista del National Catholic Register.
Este último había escrito un artículo criticando el apoyo abierto de la Pontificia Academia para la Vida para vacunar a los niños a pesar de los riesgos comprobados; y para demostrarlo había publicado la lista detallada de 48 casos de niños estadounidenses que murieron después de ser inoculados con la vacuna Pfizer, una lista presente en la base de datos que reporta eventos adversos relacionados con la vacunación (Vaers).
«Como miembro de la Comisión Científica de catholic-factchecking.com – tuiteó el padre Carrara – estoy en la misma línea que Annamaria Staiano, presidenta de la Sociedad Italiana de Pediatría: “Todas las comunidades científicas de pediatras están a favor de la vacunación contra Covid para el rango de edad de 5 a 11 años”». En consecuencia, sin ningún argumento, solo el acto de fe en las vacunas y la etiqueta de noticias falsas a artículos que están bien documentados.
En síntesis: existe un consorcio de medios católicos, vinculados a la Santa Sede, que forman parte de un proyecto para silenciar a los periodistas católicos no alineados, financiado por grandes lobbies internacionales contra la vida y la familia, en alianza con las grandes empresas farmacéuticas que fabrican las vacunas. ¿Cómo queremos llamarlo? ¿Conflicto de intereses? ¿Fraude? ¿Traición? ¿Vergüenza? ¿Escándalo? Llámenlo como quieran.
Con esto nada más podemos entender por qué los medios de comunicación católicos oficiales, y especialmente la Academia Pontificia para la Vida, son tan implacables en el apoyo a la vacunación masiva y pretenden hacer creer que la Iglesia se ha pronunciado a favor de las vacunas sin más y sin peros, cuando en realidad el documento publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe hace un año decía cosas muy distintas, como hemos subrayado muchas veces.
(*) Periodista, escritor y licenciado en Ciencias Políticas
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