Los numerosos espías que tengo en Libertad Digital SA me desayunaron un día con el rumor, a lo que se ve, que se pretendía noticia, de que en su paranoia por acabar conmigo, Losantos había movido Roma con Santiago, y en los pasillos de Juan Espandiu se comentaba alborozadamente en voz alta: que me habías presentado otra querella, que tus abogados la estaban preparando minuciosamente y que ya iban a por mí.
Aducían los voceros losantianos que erais, Losantos y tú, habituales del palco del Real Madrid, donde toda corrupción tiene se asiento. Todo, ya digo, ha quedado en un rumor y en un pegote de los empleados del matarife y pivot de Orihuela del Tremedal. Porque tú, Rafa, estás más para preocuparte de los médicos que para ocuparte en los abogados.
Te tilde en misivas anteriores de pozo de mierda y en ésta te lo vuelve a llamar: eres un pozo de mierda que tienes lo que te has buscado y te mereces esa aguja pinchándote, impidiéndote respirar y hacer esfuerzo físico. Te escribí en mi anterior carta, y no sobra ni una letra, que “eres un pozo de mierda, Rafa Nadal, el mayor pozo de mierda que se ha visto en una pista de tenis; el lameculos de Bill Gates, el estiércol del globalismo. Has ganado la ensaladera del open de Australia como homenaje al gobierno más bestial y más totalitario del orbe.
De qué te sirve ganar el mundo, si pierdes tu alma, podrida y corrompida, recoge pelotas de Bill Gates, egoísta redomado, con cara de pánfilo, adulador de los poderosos, elogiador de sus pútridas normas como un mamporrero de la SS. Aquí hay unas normas y hay que cumplirlas…así se llevó a los judíos a Auschwitz, por no cumplir las normas nazis, vacunazis”. Las normas totalitarias están para saltárselas, es un imperativo ético hacerlo, como Novak Djokovic.
Eres tan pozo de mierda cuando has concatenado 20 victorias que cuando has caído derrumbado, para el arrastre, porque te manifestaste en público a favor de la timo vacunación, de la inyección del veneno de muerte, de los niños, para los cuales produces un efecto de emulación y cuando definiste el gesto de coraje y dignidad personal de no timo vacunarse como “algo egoísta”, haciéndote la ola toda la patulea del sistema, al servicio de los planes tenebrosos de tu amigacho y pareja de dobles, el psicópata Bill Gates
Por cierto, para quien sobras, eres material desechable, algo de usar y tirar, que te ha infectado con la proteína Spike y primero diste positivo en Covid y ahora no tienes una aguja, sino miles de ellas lamiéndote el espacio intercostal, el corazón, a punto de sucumbir de la nueva enfermedad cuyos efectos letales fulminantes describo tan tumbativamente para el sistema que me han censurado en Amazón, “Esther López y Repentinitis 2”, que puedes adquirir, que todos pueden hacerlo, en la plataforma de autoedición lulu.com.
Ahí puedes informarte de las ocho páginas de letra apretada de los efectos adversos y perversos de Pfizer.
En estos tiempos lelos de buenismo estúpido la gente piensa que desearte bien o mal puede cambiar el curso de las cosas y las consecuencias de tus actos, pozo de mierda, yo te deseo que te des prisa en hacerte un buen análisis y empieces a tomar cuanto antes buenos antídotos contra la maldita proteína como la suramina, la quercitina o el NAC, acetil listeina.
Piensa en Carlos Moyá, doblado, con efectos graves, tú entrenador, que al menos ha tenido la decencia de desmentir la propaganda oficial mendaz de que la enfermedad -provocada por el pinchazo- se produce con efectos suaves, Tú tienes que arrepentirte y hacer méritos para ser perdonado, porque tu vida está en juego.
Pero hazlo ya. Proclama a los cuatro vientos que te equivocaste, que fuiste imbécil al recomendar la timo vacuna, más al ponértela y que has empezado un tiempo de reflexión y penitencia. Ahora que todos los medios están obligados a escucharte, no hagas lo que el Kun Agüero que se calló como una puta babilónica y ahora dice que “la vacuna no sirve para un carajo” y que ha sido infectado y voces anónimas le mandan callar. Tú debes hacerlo en el apogeo de tu gloria, ahora que ante ti se abre el abismo de la soledad y la lucha a brazo partido contra la enfermedad ubicua.
Porque ya está bien de tus malas compañías, de tus amistades peligrosas con el taimado de Bill Gates. Porque si no vas a terminar siendo la Blondi suya. Blondi era la perra alsaciana de Adolf Hitler, su acompañante más cercana, como tú de Bill Gates, pero no tuvo escrúpulos ni empacho en sacrificarla probando la eficacia del cianuro con el que luego se suicidó.
Al final, va a tener que hacerse un campeonato para purasangres y otra competición para los que tengan dos o tres pinchazos de Pfizer, en el que jueguen los que sienten agujas al respirar, caigan entre temblores espasmódicos o mueran fulminados cuando su cargo viral de proteína Spike acopladas en las células AD2 del corazón sea insoportable para su desquiciado sistema inmunológico.
Triste espectáculo en el que se ha convertido el tenis. Triste espectáculo en el que te has convertido tú, Blondi de Gates. ¿De qué te sirve ganar el Grand Slam si eres un tullido pozo de mierda?
(*) Periodista
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