La reciente reelección, al igual que siempre no sin polémicas y dudas de fraude, de Antonio Fernández Valenzuela como presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Alicante, expolítico socialista, y ahora de la facción zaplanista del PP sin militar, en pleno derrumbe de las exportaciones alicantinas, sólo demuestra la crisis de esperanza y la apatía de nuestra clase empresarial respecto a instituciones mantenidas interesadamente en la obsolescencia y ahora manejadas a su antojo por gente poco escrupulosa ante los fuertes presupuestos públicos conque se las dotan.
Resulta sorprendente que el muy diverso cuerpo electoral de cuota obligatoria, achantado y manipulado en parte gracias a la presión política de los que ahora piden al presidente Camps una cuota del 25% de los cargos de las candidaturas a la Generalitat, las Diputaciones y los Ayuntamientos, no se haya podido sacudir, de una vez, a este relativo y cuestionado empresario, muy discutible en sus métodos de gestión, y que ahora juega a mandar en política desde la atalaya privilegiada y rica de la instancia cameral. Y como muy bien ha dicho el mejor periodista de la Comunidad Valenciana, Juan José Pérez Benlloch, navegando con bandera de conveniencia y según la dirección del viento en cada momento pese a anunciar que abandonaba el PSPV-PSOE y no ingresar públicamente en el PP.
Este tipo de gente urge prescindir de ella cuanto antes en estos nuevos tiempos porque, lejos de aportar nada porque nada pueden aportar ante su escasez de conocimientos, cualificación y formación, se mantiene en el sillón exclusivamente para coger para sí todo aquello que puede ver venir antes que otros, debido a su privilegiada situación. De ahí la resignación que transmite su discurso al estar siempre hablando de oído y carecer de la más mínima visión de las oportunidades que genera la mundialización para los emprendedores alicantinos, en plena crisis estructural, al tratarse esta vez de unos cambios de fondo, en vez de forma debido al ciclo económico.
Valenzuela, peón de Zaplana para ojear negocios fáciles, ocupar una posición de poder en la provincia, y obstaculizar a los adversarios de dentro y fuera, ya se sabe bien de qué va tras lanzar contra Zapatero la responsabilidad última del fuerte bajón de la economía alicantina "por ahogar su desarrollo". El presidente de la Cámara, y antes de la Diputación socialista, no es un hombre para este momento y, lejos de explorar soluciones y resultados al estancamiento del aparato productivo provincial, se emplea a fondo en la vieja táctica de achacar a un poderoso exterior todos los males generados desde el interior por, quien como él, está para ocupar pero no para liderar ni proponer soluciones por sus graves deficiencias, digamos profesionales para ser piadosos.
La suerte de Valenzuela va ligada, definitivamente, a la de sus amigos más granujas por protagonistas de prácticas mafiosas. Engañar a estas alturas insistiendo que la solución al modelo económico industrial caído está en el turismo y en los servicios, o es una demostración más de su ignorancia supina, o una falsedad interesada a difundir para entretener y seguir ordeñando la vaca mientras la especulación que protagonizan siga funcionando a su favor con "pelotazos" desde las coberturas que otorga el tener un poder aunque sea casi por un atraco a sus procuradores.
Al presidente de la Cámara de Comercio no le interesa la economía productiva ni remontar las exportaciones hasta que retorne una tasa de cobertura positiva. Le importa un pito el futuro tecnológico de Alicante, y no digamos el de la Comunidad Valenciana. No quiere ni piensa convertir la Cámara en un foro de debate para explorar salidas ni hacer prospectiva. La innovación y la creatividad no las entiende, ni falta que le hace. El valor añadido es algo que no termina de valorar, y de gestión del conocimiento, es como si le hablaras de física cuántica.
Al igual que sus talentos homólogos de Murcia, Valenzuela todo lo fía al trasvase del Ebro y a la llegada del AVE, como si eso, por sí solo, fuese la panacea de todos nuestros graves problemas estratégicos en este momento para poder volver a vender y recuperar nuestros mercados exteriores perdidos. De tecnología, inversión de riesgo y conocimiento aplicado, no le hablemos porque le abruma tanta teoría a él, que es un hombre práctico, y que ha querido recibir un nuevo mandato para tratar, como sus antecedentes en los tribunales indican, de sacar el máximo beneficio de su paso por la calle de San Fernando tras poder gestionar personalmente la ralentizada construcción de la nueva sede de la Cámara de Comercio de Alicante, en la Puerta del Mar.
Sus dos mandatos como presidente, y los anteriores como vicepresidente, seguro que no lo hacen pasar a la pequeña historia alicantina de este tiempo como un prócer que se adelantó y supo ofrecer a los empresarios, alternativas de progreso a sus viejos planteamientos productivos.
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