sábado, 14 de enero de 2012

Sogorb se impone como cardenal en la CAM / Alfredo Fernández *

La estructura alicantina de la CAM se queda maniatada ante la historia con los sueños de cañones del Cardenal Cisneros ante la disjundia política de un estado crisálida. Ahora, en espera del emperador Carlos, en la travesía de las medianías, se impone la figura del planificador Teófilo Sogorb, el hombre esperado en el que muchos añoraron un cambio de dinastía y que tiene el respaldo de sus hombres de antes y el reparto de tierras a los colonos (las prejubilaciones).

Hay quien dice que Sogorb tiene magia tanto ahora como antes de que le fuera mal a la CAM por sus especulaciones inmobiliarias. Su gesto es sereno, sin ademanes. Es la última búsqueda del beso que da sentido a la carne, al crédito de una familia y de un territorio de confianzas y abrazos.

La impertérrita CAM no quiere que Alicante se convierta en Roma imperial, con la muerte de un cardenal esperando a un futuro emperador. Teófilo, que tiene nombre de romano, maneras loables de fenicio y austeridad en sus haceres, espera sujetar la invasión de los bárbaros financieros de Madrid o sus vasallos circunstanciales americanos, de la Cornisa o de la Cochinchina de Narváez.

Hasta los empleados le han dado su palabra de respeto. Sólo le espera la decisión de una España que sujeta las cuentas de malos préstamos, no de la viga y el caudal de caballeros.
A su favor cuenta que fue cocinero financiero antes que fraile y sabe lo que se guisa en la cocina. Así se trabaja en Madrid y ante un hombre de este temple parece que están dispuestos a poner una inyección calmante de 2.800 millones de gramos (euros) y no intervenir. La mejor palabra y única la tiene Teófilo.

Eso sí, antes de septiembre, y con las cuentas más claras que hace unos meses porque el subsuelo no aguanta ya el ladrillo mal cocido.

De hecho, Sogorb cuenta ya con el apoyo silenciando de una asamblea (todos los representantes sociales, empresariales y políticos) y la transformación de una entidad sin cortapisas en el dispendio hacia una compañía más financiera con reglas de sentido común y perdurabilidad. No parece mala la "tésera" bárbara (acuerdo de convivencia entre pueblos) aunque sea pacto hablado con los romanos y tal como está el patio. ¡Hay quien dice que lo peor está puertas adentro de la casa!

Sogorb no es el hombre de la directora Mayra ni del presidente Crespo para salvar la entidad, ya que, ante todo, es el hacedor privilegiado del Banco de España y sabe bien los que se ha cocinado en la última época, tanto en guisos como en ensaladas. No es un corresponsal de una financiera a la americana o japonesa. Es tal como es: un hombre que tendrá que enseñar las cuentas de hace años y mostrar las facturas de una sociedad nacida para ganar.
Eso sí, conoce el mercado de las Mecas y siempre ha estado cerca del personal.

No es un Mercurio desalmado y no ofrece grandes resistencias a los caminos tras haberse pactado el más complicado pacto ibérico de dejar desregularizados a más de 850 empleados. (Tampoco están descalzos y lo pagaremos los que estamos sin suelas.) Más de 205.000 desempleados de la provincia envidian su plan y quisieran ser "chicos Cam".

Hoy todos estaban contentos en esta asamblea de la CAM porque "el rayo que no cesa" del Banco de España apunta a la ayuda, aunque luego vengan los inspectores con su flota de autobuses a la antigua usanza de "los grises", con sus uniformes azules y con todos los papeles.

Carlos Picazo, el continuo gestor de personal de todos los planes de los últimos años, unos mejores (hasta el 2005) y otros peores (el impuesto por Economía), se sentía respirar con las insignias clavadas esta tarde a los prejubilados. La satisfacción del cambio de caja de beneficio social a banco, por obligación del mercado, era más que notoria en Doctor Gadea entre sus maestros empresariales, con Modesto Crespo, en espera de un sueño de "Cancanes", o Mayra luchando por ajustar las cifras de la gasolina que le fueron dejando sus anteriores amos territoriales: Roberto López y Juan Antonio Gisbert. "Y luego dicen que las cajas (de pescado) están caras!".

Acaba la libertad y la independencia de los municipios y empieza la venta de terrenos y mayorazgos. El ciudadano de hace dos siglos soñó con la desamortización, pero las tierras siguieron siendo yelmas y el pan era más bien un mendrugo escondido.

Ahora nos toca esperar cómo suenan las miserias. Ahora se sufre la época entreguerras: "la Belle Époque, en la que nunca tan pocos vivieron tan bien". 

(*) Periodista

20-6-2011

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