Hoy en muy diversas capitales de España el pueblo sale y se manifiesta en defensa de sus derechos y libertades pisoteados. No tengo ninguna duda de que van a ser un éxito. En primer lugar, porque ya lo han sido las anteriores; en Valencia, tiembla Ximo Puig, ya se habla de la “primavera valenciana”, olfateando un cambio de régimen corrupto zaherido por el vendaval de aire fresco.
En segundo lugar, porque se van a sumar buena parte de los engañados que han decidido que ya está bien de tomarles tan peligrosamente el pelo y que si dos no han servido, una de ese rollo de la propaganda de “refuerzo” son ganas de perpetuar el timo y estirar las ganancias.
Ahora mismo hay una rebelión de brazos caídos que calculamos en el 90%. Como a la vez el sistema para proseguir con la farsa que destruye los sistemas inmunológicos precisa renovar el pasaporte covid, y como los datos oficiales son más falsos que un Judas de plástico, pues los caciques necesitan presentar las cifras para que lleguen las remesas de Bruselas, y por ende falsifican las estadísticas, lo cierto es que la mentira oficial se aleja cada vez más de la verdad real, que no es otra que ya no somos una minoría que reclama sus derechos sino una inmensa mayoría que está en condiciones de exigir responsabilidades.
Aconsejo a la carrera cambiar de mentalidad, porque en los purasangres alienta un cambio punitivo.
Mientras tanto, Europa es ya un polvorín. Baste ver las escenas de Bulgaria donde su casta parlamentaria tiembla tras los cristales acosada por la masa que reclama que para ya una farsa genocida que tiene responsables. A esa situación ha conducida la codicia y la corrupción irrestricta de Ursula von der Leyden.
Curándose en salud por estos lares olfateando el cambio de rumbo, y la sed de justicia, y cuando no hay justicia, se desata la venganza, Pedro Sánchez ha hablado de “gripalizar” el corona.
Ya decía Lincoln, que no se puede engañar a todo el pueblo, todo el tiempo. Todos los Gobiernos son culpables, todos se han conjurado contra sus poblaciones, todos han de pasar su osadía genocida, de todos hay que exigir responsabilidades, incluido de Bergoglio y el Vaticano.
Quedan en Europa dos peones que no van a dar marcha atrás y que están literalmente de los nervios: Mario Draghi, en Italia, y Emmanuel Macron, en Francia, que quiere enmerdar, putear a los no vacunados. Pero son islotes de resistencia llamados a fracasar y naufragar en el desastre general del globalismo. Qué será más pronto que tarde.
(*) Periodista
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