Tercera semana del año y semana grande del turismo. Es la semana de Fitur. Siete mil empresas queriendo dejar atrás el infierno que empezó hace dos años por culpa de un virus en Wuhan.
Queriendo pasar página pero chocando contra la nueva ola
En esa actitud estamos todos. Queriendo pasar página de una vez, pero chocando contra esta nueva ola que se llama ómicron y que ha entorpecido de nuevo la recuperación de un sector tan principal para la economía española como el turístico.
Esta semana esperamos poder contar que, por fin, la tendencia de los contagios cambia y empieza a descender ese indicador que tanto influye en las decisiones que toman los viajeros internacionales: la incidencia acumulada. Si la evolución no cambia, a finales de semana tendríamos que estar celebrando ya el comienzo del descenso.
Aquel debate que parecía que iba a abrirse camino en la Unión Europea, la vacunación obligatoria, no cuajó. Macron, que dijo aquello de las ganas que tenía de fastidiar a los que no se vacunan, todo lo más que ha hecho es obligar a tener al día el certificado covid para entrar a los restaurantes o los cines. O traducido, que el que no esté vacunado no entra. Que lo tenga presente Djokovic por si en mayo, aprovechando Roland Garros, quiere ir a ver una película.
El nuevo gobierno de Alemania, con el señor Scholz al frente, se declaró a favor de la vacunación obligatoria, pero ahora ha aguado su promesa y prefiere que sea el Parlamento, sin propuesta previa del gobierno, quien lo debata y lo decida.
Alemania, con el 72% de su población vacunada, está sufriendo, como España, números record de contagios. Sólo que allí la incidencia está en 760 casos por cien mil y aquí la dejamos el viernes en los 3.200.
Hoy tendrá ocasión el señor Scholz de comentar cómo van las cosas en Alemania y en España (y entre Alemania y España) con el presidente Sánchez, que le abre de par en par las puertas de la Moncloa porque está decidido a aprovechar que haya un canciller socialdemócrata para presentarse como la pareja de izquierdas que lidera la Unión Europea.
Ya recordamos aquí el día que Scholz fue investido que aunque Sánchez quiera presentarlo como su alma gemela se parecen bastante poco. Aunque sólo sea porque Scholz ha estado entrando y saliendo de gobiernos de Ángela Merkel desde hace quince años (la gran coalición) y Sánchez debe su carrera al ‘no es no’ a la investidura de Rajoy.
Ver al padre del "no es no" acusar a los demás de negacionistas tiene su punto
Ver a padre del "no es no" acusar a los demás de negacionistas tiene su punto. Estuvo mitineando el presidente este fin de semana en Granada, donde se inventó una visita a un laboratorio farmacéutico para justificar el uso del Falcon. En esto Sánchez es reincidente.
Pablo Casado estuvo mitineando en León, donde el PP se organizó a sí mismo un acto trompetero a mayor gloria de su candidato a las elecciones autonómicas, Mañueco, que se la ha jugado dejando la legislatura a la mitad y confiando en merendarse a Ciudadanos y poder gobernar él sólo.
El PP ha elegido como temas preferentes de este comienzo de campaña la ganadería ---gentileza de Alberto Garzón--- y el reparto de los fondos europeos ---gentileza de Isabel Díaz Ayuso---. O sea, que viene el lobo.
La campaña consiste en presumir de saber más del mundo rural
A cuatro semanas de las urnas, la campaña, de momento, consiste en presumir de saber más que tu adversario del mundo rural.
Ciertamente, en el ránking de políticos visitando granjas va en cabeza la dirección nacional del PP, que lo mismo le pone a Pablo Montesinos una pelliza de color hierba para que haga declaraciones en una nave llena de vacas que le organiza a Pablo Casado una escena campestre en Las Navas con las vacas como figurantes.
Y colocando estratégicamente la comida en el suelo, veinte metros detrás del líder, para que no se muevan de allí mientras éste suelta su discurso y responde a las preguntas de la prensa: mucha comida hace falta porque las intervenciones de Casado no acostumbran a ser breves.
Antes, en los mitines, se colocaba detrás del orador a una legión de jóvenes de ambos sexos para dar imagen de modernidad. Ahora, ya lo estoy viendo, en los mítines en Castilla y León, el lugar de los jóvenes lo ocuparán las vacas. Sin distinción de sexos.
Si acaso, algún cabestro para darle pluralidad. Las ovejas, en la puerta para el photocall. Cerdos, no. Gustan mucho en el plato pero no se prodigan en los actos promocionales de los partidos. Ahi te quiero ver, lechón, le dice el votante a su candidato.
El merchandising serán tenazas para crotales, con el logotipo del partido, pasta para descornar, con el logotipo del partido, y un cubo tetón de cinco salidas con la foto del candidato serigrafiada. Qué maravilla. ‘¿Y esto que son, anillas para hacerse un piercing?’ ‘No, diputado, son grapas para el morro de los cerdos, para que no hocen’. ‘¿Y por qué no van a gozar, si es ganadería extensiva?’ ‘Hozar, con hache, hozar’.
Las vacas no boicotean los fondos europeos
Cómo de disputado estará el voto del vacuno que el ministro Bolaños metió a las vacas, sin preguntarles, en el debate sobre la gestión de los fondos europeos.
Las vacas no boicotean los fondos europeos. Palabra de ministro. Qué hermoso elogio de la vaca por oposición a la oposición. Entre el PP y una vaca, Bolaños prefiere una vaca. Si Teodoro fuera una vaca, ya estarían adjudicados los sillones del Consejo General del Poder Judicial.
(*) Periodista
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