Cuando me recuperé de COVID en marzo de 2020, decidí iniciar mi propio experimento para saber si era cierto o no que tras sufrir la enfermedad se generaban anticuerpos de manera natural. Al menos en lo que respecta a mi persona, que al final era a la única a la que podía estudiar para extraer alguna conclusión libre de manipulación y de opiniones ajenas. Quería comprobar un hecho. Y así lo hice. Aún no había “vacunas”.
Con ese propósito de lograr conocer una verdad (la de si mi cuerpo por si solo había generado o no anticuerpos contra el maldito Covid-19), desde marzo hasta hoy me sometí a análisis de sangre serológicos (lo que viene a ser una simple analítica de sangre) mediante analíticas de sangre, cada 4 meses aproximadamente desde que me recuperé de la enfermedad
Como en la seguridad social no me los hacían, me hacía dichos análisis a través de cualquier centro médico privado (27 euros cada análisis), donde solicitaba que me revisasen las IGG de COVID, o lo que es lo mismo para entendernos, si había anticuerpos a largo plazo en mi organismo.
Así pues, sin ser médico ni científica (y solo poniéndole un poco de interés), estoy en situación de afirmar que al menos hasta 9 de noviembre de 2021 (último análisis de los realizados), aún daba positivo en IGG de covid. Y si el parámetro mínimo era de 50 según laboratorio, mi resultado era nada más y nada menos que de 226.3 Más de 4 veces el parámetro mínimo para considerar presentes los referidos anticuerpos.
Por tanto, desde 13 de marzo de 2020 (primer día en el que enfermé de covid con fiebre) hasta 9 de noviembre de 2021, he mantenido anticuerpos en mi organismo, visibles a través de sencillas analíticas de sangre serologicas.
En ese plazo nunca he enfermado de nuevo. A pesar de las variantes posteriores que aparecieron.
¿Por qué ni las élites, ni los medios de comunicación hablan de la inmunidad natural?
Yo hablo por mi simple experiencia, y por hechos reales y documentados que he vivido y que nadie me puede negar.
Entonces, si la gente se vacuna para lograr anticuerpos y resulta que yo ya los tengo de manera natural en mi cuerpo tras haberme recuperado de Covid, he tomado la decisión de no vacunarme. Decisión no pocas veces cuestionada por terceros, por el odio que generamos los no vacunados tras esta intensa e infundada campaña de acusarnos de todos los males de esta pandemia.
Se han empleado todos los medios habidos y por haber para aterrorizar a la población. Se ha hecho creer que los no vacunados somos los que contagiamos, los que ingresamos, los que vamos a UCI y los que morimos. Y yo les digo: no más que los vacunados. Y a las cifras me remito. El otro día escuchaba un médico español de primera línea, decía que por ejemplo en Extremadura, este verano (2021) más del 80% de fallecidos estaban vacunados con las dos pautas.
Primero se vendió la “vacuna” como una manera de proteger de la infección, pero al empezar a contagiarse gente vacunada, ya se reconocía que la “vacuna” solo evitaba la gravedad y muerte de la enfermedad.
No entiendo por qué cada vez que ingresan en el hospital, en UCI, o mueren personas vacunadas con todas las pautas no sean esos hechos la verdadera noticia. La que debiera de hacernos poner las manos a la cabeza: se ha engañado a la gente que se vacunó.
Se les dijo que con la vacuna no enfermarian de gravedad, ni irían a UCI ni morirían. Pero ni una palabra de esto.
La noticia estrella es otra: cada vez que muere un no vacunado, al que ya directamente sin más, catalogan de negacionista.
Y yo digo…esa persona así lo escogió libremente y nadie tiene derecho a faltarle al respeto ni a juzgarla. Lo que escogió no fue la muerte. Lo que escogió fue asumir el riesgo de contagiarse y la posibilidad de no superar la enfermedad.
Esa persona valoró la baja tasa de mortalidad del virus. Por todos conocida. Y rechazó un suero experimental del que se desconocen los efectos adversos a medio- largo plazo. Tenía derecho a ello, pues todo paciente es libre a de decidir qué tratamiento, terapia o suero desea que le inoculen o no por sus venas (Ley 41/2002 de derechos y obligaciones del paciente).
Respetemos por favor a las personas fallecidas, y no las juzguemos. Pues cada uno bastante trabajo tiene en juzgarse a sí mismo.
Lo que yo me pregunto es: ¿no deberían rebelarse los vacunados contra quienes les prometieron que no ingresarían en UCIS ni morirían y ahora se está demostrando que eso no es verdad? Es más fácil seguir machacando a los no vacunados y despistar la atención hacia ellos que asumir esta estafa mundial dirigida por las élites, por las grandes farmacéuticas y por la comparsa de gobernantes y medios de comunicación que bailan a su son.
Al fin y al cabo, que muera un no vacunado, ¿qué noticia es? Para mi la noticia es que mueran “vacunados”, pues es la prueba de la falacia en la que estamos inmersos. ¿No habíamos quedado en que si nos vacunábamos ni moríamos ni íbamos a UCI? Ah, claro! que en algún porcentaje puede fallar la “vacuna”…¿y quién lo contabiliza? ¿los mismos “expertos” que nunca existieron o los intereses partidistas para vender la noticia como les interesa en cada momento?
Seamos serios. Esto es una farsa.
Y lo peor de todo, es que se ha conseguido sembrar el pánico y el miedo en las personas, ante un virus que no mata más que otros ya existentes, o que otras enfermedades tradicionales a las que no se les ha prestado tanta atención. Cuando dices que no te has vacunado, se te considera un insolidario, un apestado, un bebelejías o un negacionista. Nada más lejos de la realidad.
A partir de este caldo de cultivo, con la sociedad presa en pánico como si fuera a morir mañana, se crea un Certificado Covid con el que se margina y discrimina a todo aquel que no goza de dicho salvoconducto. Certificado que vulnera los derechos fundamentales (arts. 14 y 18.1 Constitución), la Ley de Protección de Datos (arts. 4.2 y 5.1), el Código Penal (delito de odio del art.510 CP).
Y es que lo que se está fomentando es el odio a quienes han decidido no vacunarse. Se busca un enfrentamiento social: dividirnos para que nos peleemos entre nosotros y nos olvidemos de los problemas reales: no hay suficientes hospitales, ni recursos, ni personal, para atender a los ciudadanos. En qué se gastan nuestros impuestos? Por qué hay gente que no podrá pagar esta factura de la luz y pasará frío en invierno? Por qué no se facilitan tests a la población? Por qué en la seguridad social solo te dan 10 días de baja por COVID y a la calle otra vez cuando yo sé que seguía dando positivo en PCR hasta 35 días después de empezar síntomas?….
La clave es encontrar un culpable. La gente se relaja cuando tiene a quien culpar.
Y los no vacunados somos los culpables que desde lo más alto hemos sido señalados. El propósito es claro: eludir los gobernantes su inoperancia y sus mentiras.
El objetivo es señalarnos con el dedo, etiquetarnos, marginarnos. Para tapar quienes nos gestionan su responsabilidad en la nefasta gestión que los poderes públicos están llevando a cabo en esta pandemia.
Esconden en los no vacunados sus habituales incoherencias (17 navidades y veranos distintos…a veces la mascarilla es buena y otras no…antes no convenia vacunar niños y ahora a por ellos…)
Estoy muy cansada. Exhausta de tener un criterio propio que no es el que nos vende la tele ni la masa que la consume. Se nos acusa falsamente de ser los culpables de que no se erradique el virus y de contagiar a nuestros mayores y vulnerables.
El otro día una doctora me llegó a llamar en mi cara insolidaria. Es inaceptable. Cuando otros médicos han respaldado mi preocupación y responsabilidad al testarme para saber si tengo aún anticuerpos cada 4 meses.
Nos prohíben el acceso a establecimientos de restauración abiertos al público, a gimnasios, a hospitales, a residencias, algunos sanitarios no pueden ni trabajar, discriminándonos por la circunstancia personal de nuestra salud, de estar vacunados o no. Lo que es un dato que forma parte de nuestra intimidad personal constitucionalmente protegida y nos discrimina claramente en contra de lo recogido en nuestra Constitución. Soy abogada y estos derechos son de los primeros que se nos enseñan en la facultad de derecho.
Y ello, cuando la “vacuna” ni siquiera es obligatoria (aún).
Esta “vacuna” es de todo menos una vacuna al uso: no evita a quien se la inocula contagiarse de COVID, ni evita el contagio a los demás, ni enfermar, ni morir, ni terminar en una UCI.
Si la “vacuna” cumpliese su cometido, ni deberíamos seguir llevando mascarillas, ni estarían las cifras de contagios como están. Ni estarían los hospitales llenos de vacunados.
¿Qué diferencia hay entre vacunados y no vacunados? Que los primeros han comprado el mensaje de las autoridades y televisiones al servicio de las élites y lo han hecho propio. Un mensaje que les han repetido hasta la saciedad hasta el punto de haber presenciado como los no vacunados somos despreciados, como si fuésemos diferentes y seres de otro mundo. Inferiores, ignorantes e insolidarios.
En base a qué se otorga un certificado covid? ¿A estar vacunado? Pero si acreditado ha quedado que los vacunados también se contagian y contagian.
¿Se pretende con estas medidas tan restrictivas de derechos fundamentales evitar entonces los contagios? Evidentemente que no.
Necesito que alguien me explique por qué las personas que hemos adquirido anticuerpos duraderos de manera natural (como mínimo puedo acreditar un año y ocho meses así del tirón..y van sumando…) como es mi caso y el de muchos, no podemos obtener ese infame certificado covid cuando la inmunidad otorgada por las «vacunas» no solo es dudosa sino poco duradera (de ahí que tienen que ir ampliando una dosis tras otra) y menos completa (pues solo protegen contra la proteína S).
Aunque la idea misma de un certificado de tales características me repugna y creo que no cabe en un estado democrático y de derecho como se define el nuestro.
Se ha explicado en muchos estudios científicos que la supuesta “vacuna” solo protege contra la proteína S (Spike) mientras que la inmunidad natural adquirida por una persona recuperada de covid es mucho más completa por haberse enfrentado a todas las proteínas del virus (Doctor Sergio J.Pérez Olivero-Licenciado y Doctor en ciencias Químicas-, Doctor Alfredo Corell Almuzara -inmunólogo, catedrático de la Universidad de Valladolid…).
Además, un estudio llevado a cabo en el país pionero de la vacunación, Israel, concluye que la inmunidad ganada después de recuperarse de COVID-19 es más protectora contra la nueva variante delta que la inmunidad vacuna-inducida.
Pero sobre estas cuestiones no se habla. Permanecen en el silencio. No interesa destaparlas. Pues si nuestro propio cuerpo se puede defender, cómo seguir vendiendo “vacunas”…
Sorprende que el certificado COVID solo se de a los recuperados de Covid solo si se solicita dentro de los seis meses desde que se pasó la enfermedad. Que criterio es ese? Si la persona sigue teniendo anticuerpos en sangre, que más dará sí ha pasado un año de la enfermedad. Si lo que se pretendiera con dicho certificado fuera proteger a la población se basaría en pruebas de serología y no en vacunaciones.
Es decir, quién pudiese acreditar con una analítica que tiene anticuerpos (IGG de COVID) tendría que tener derecho a dicho certificado.
De esta manera lo que se está haciendo es ofrecer un salvoconducto a personas que se vacunaron y que ni si quiera sabemos si han desarrollado anticuerpos. Es decir ni se comprueba la supuesta eficacia de la vacuna en cada persona a pesar de que las propias farmacéuticas reconocen que existe un porcentaje de personas a los que dichas “vacunas” no les generan inmunidad. Estamos pues dando cobertura a personas con un certificado COVID que se creen estar protegidas cuando en realidad no lo están. Lo que también es un peligro para ellas.
Creo que nuestros gobernantes deberían erradicar el certificado COVID. Pues vulnera nuestro marco legal. Constitución, Ley de Protección de Datos, Ley de Autonomía del Paciente y fomenta un delito de odio respecto a todos los no vacunados. A pesar de que irónicamente la vacunación no es ni si quiera obligatoria.
Quien tenga tanto miedo de la enfermedad quizás debería valorar el tipo de actividades que realiza en interiores o la vida que desea vivir (casi recluido en su vivie da si lo que desea es un riesgo 0) y no atacar a otras personas que aún no vacunadas tienen la misma capacidad de contagiarse y de contagiar que las primeras. Lo contrario es una actitud infundada y del todo discriminatoria.
Me llaman insolidaria muchas veces por haber decidido no vacunarme. También negacionista y antivacunas.
Yo les digo que me río de la solidaridad de quienes se inoculan una tercera dosis con avaricia cuando en África o Asia hay quien ni ha recibido la primera. Me río de la solidaridad de quienes tienen tanto miedo a su propia muerte que prefieren inocular a los niños y niñas un suero experimental por no correr ellos un riesgo irrisorio de muerte. ¿Se imaginan a estas personas en un naufragio? Bien seguro se salvarían ellas en los botes salvavidas antes que a los niños.
Es lo que están haciendo al querer arriesgar la salud de nuestros más pequeños (pues se desconocen los efectos a medio y largo plazo de estos sueros de ARN mensajero) a pesar de que los niños no alcanzan apenas una tasa de mortalidad de 0.0002%. ¿Justifica una tasa prácticamente inexistente la inoculación a toda la población infantil sana a nivel mundial? Para mi es una aberración y un experimento con seres humanos sin precedentes.
La Convención de Derechos del Niño da cobertura a los menores claramente en el sentido de que no se les puede someter a ningún tratamiento con el propósito de proteger a un adulto cuando el propio niño no se halla en ninguna situación de riesgo que lo justifique.
No dejo de hablar con personas que se han vacunado para conocer su experiencia. Soy una persona de mente abierta. Capaz de cambiar su visión si tras analizar la situación y los hechos llega a una conclusión diferente. Al final para avanzar hay que dudar, escuchar y evolucionar.
Muchas personas me dicen que no han experimentado secuelas visibles, es cierto. Pero también hay muchas mujeres me comentan que se les ha alterado el ciclo menstrual, que no les viene el periodo desde que recibieron la “vacuna”, otras personas manifiestan que se les duermen las manos y los pies, que han sufrido miocarditis, que sufren de extraños dolores de cabeza con carácter permanente, microinfartos, inflamación de los órganos sin razón aparente ni antecedentes, por no mencionar quienes han sufrido por desgracia un ictus o los que han fallecido subitamente tras la inoculación.
Por qué no se incide en esta realidad en los medios. Por qué solo nos muestran la imagen de la abuelita feliz inoculandose, y la noticia del último no vacunado que ha fallecido.
¿Por qué se ha eximido de responsabilidad a las farmacéuticas? Sin esa asunción de responsabilidad, ¿qué fiabilidad puede dar su producto? A mí ninguna. Quizás el día que las farmacéuticas o la administración del estado asuman las oportunas responsabilidades en caso de efectos adversos en quienes se vacunaron pueda empezar a confiar en el producto que ofrecen. Sería un primer paso. Pues si bien ya se conocen algunos de los lamentables efectos a corto plazo, no hay experiencia en el tiempo para saber qué ocurrirá a medio o largo plazo.
Y no quiero que ni mis hijos ni los de los demás sean cobayas usadas para descubrirlo, y máxime cuando están sanos y no están en peligro. Por cuanto no hay una proporcionalidad en la pretendida vacunación infantil riesgo-beneficio. ¿Es ético inocular un suero a nuestros hijos que no pueden decidir por ellos mismos aún, sin saber lo que les puede acarrear en el futuro? Para mi no lo es. Pero si los adultos confían en las farmacéuticas y en las instituciones sanitarias y quieren inocularse, también lo respeto. Es su propia integridad física. Pero los menores de edad ..eso es otra historia y merece un planteamiento moral que no se está dando.
Ya no admito que nadie quiera mandar en mi integridad física bajo el argumento de que con ello estoy perjudicando al resto de la sociedad. Repito!!!! No es cierto!!! Vacunados y no vacunados nos contagiamos y contagiamos al resto igual.
Por tanto, quién se sienta más seguro vacunandose que lo haga pero que deje vivir al resto. No está tan seguro de su vacuna? Pues que más le da lo que hagamos los demas? Que nos dejen tranquilos.
Y si…lo reconozco. Soy culpable. De estar dispuesta a enfermar e incluso a morir por covid si es necesario, antes que inocular a mis hijos y al resto de niños de este planeta sin que la vacuna ofrezca más garantías. Así lo ven también en el Reino Unido, muy garantistas con los niños, y nadie se les echa encima (de momento).
Esa es mi falta de solidaridad. Como también lo es la de gastarme mi dinero cada cuatro meses en asegurarme de que tengo aún anticuerpos adquiridos tras recuperarme de la enfermedad y de que aún sin vacuna, estoy generando el efecto rebaño que también protege al mismo que me llama insolidario.
Me llamarán negacionista, bebé lejías y todo lo que quieran. Porque los que así me llaman son insolidarios con la verdad y con los que aún no tienen una dosis en el resto del planeta y quisieran tenerla…son insolidarios del criterio propio y del pensamiento crítico que te permite tomar tus propias conclusiones a partir de unos hechos.
Así que por favor…que no me vuelvan a llamar insolidaria ni antivacunas porque llevo puestas todas las que se han aprobado siguiendo los protocolos marcados y con años de experiencia. Esto no es una vacuna al uso. Es un ensayo con toda la población mundial en el que me niego a participar. Y tampoco lo harán mis hijos pues pienso defender sus derechos.
Negacionista dicen… ¿cómo negar un virus que tuve 35 días en mi cuerpo? Y del que aún tengo anticuerpos en vena a día de hoy…
Empecemos a ver la realidad y no lo que nos dicen por televisión. Hablemos de la inmunidad natural y demosle el lugar e importancia que merece a la hora de adoptar estrategias contra el covid.
Luchemos por la erradicación de un certificado covid que solo constituye una herramienta de discriminación infundada y que además es ilegal.
Y, si aún así hubiera que plantearlo, ¿por qué no se tiene en cuenta dar el certificado a los que den positivo en análisis serológicos de anticuerpos y así asegurar que la persona que lo posee es inmune de verdad? Ya que vamos a restringir derechos fundamentales con un certificado covid, que por lo menos sea efectivo y no se regale a quien quizás ni si quiera ha generado anticuerpos tras la inoculación del suero. Aunque seguiría siendo discriminatorio por lo menos sería más coherente respecto a impedir la transmisión del virus.
Por favor…dejemos de atacar a la gente que tiene su propia opinión. Aunque sea distinta. Porque al primero que dijo que la Tierra era redonda también lo habrían quemado en la hoguera. Y porque la propia ciencia necesita para evolucionar personas que duden y que se cuestionen los hechos.
Respetemos el criterio dispar y el debate. Y luchemos contra cualquier pensamiento que se trate de imponer como único. Pues dicha imposición es la propia de estados dictatoriales en los que no cabe censura ni cuestionamiento alguno.
Y el último por favor aún: dejemos de ser policías de los demás y preocupemonos de nosotros mismos, que bastante trabajo tendremos.
Silvia D.A.
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