Pasan cosas insólitas. Dos municipios de Cataluña, Breda y Arenys de Munt, han declarado persona non grata a Felipe V + I, preparao. Pontevedra, la ciudad del Sobresueldos, va a declarar a este también persona non grata.
Intriga pensar en dónde y cómo vivirían ambos si todos los
ayuntamientos del país, un país muy orgulloso de su tradición de
libertades municipales, siguieran el ejemplo. En alguna embajada, como
Assange.
La peripecia del Sobresueldos al frente de la banda de presuntos ladrones está llena de enseñanzas morales, de esas de sic transit....
Se recordarán sus primeros tiempos en La Moncloa. Por entonces llevaba
ya años cobrando sobresueldos, término que sintetiza la esencia de una
época en la que una partida de verdaderos forajidos dieron en la flor de
llamarse "partido político" para robar a lo ancho del país. Ganó las
elecciones mintiendo bellacamente y su gobierno fue el summum de
la mendacidad, el latrocinio, el abuso, la arbitrariedad, el engaño, la
ocultación. Verlo en plasma, balbuceando incongruencias o escaparse de
las inauguraciones por la puerta de servicio, escuchar sus densas
majaderías dichas con aplomo excathedra, aguantar las estafas y
los trinques masivos de los suyos, un verdadero hatajo de sinvergüenzas y
piratas que hoy se pasan la vida de proceso en proceso, era tener un
idea clara de lo bajo que había caido este pobre país.
España
tiene más paro, menos población empleada, la gente es más pobre, está
más desahuciada, los ladrones han expoliado la caja de las pensiones y
todos los fondos públicos hayan estado en donde hayan estado. El
objetivo de déficit no se cumple y la deuda pública es ya de cerca del
100% del PIB.
El gobierno del Sobresueldos ha sido un fracaso sin paliativos desde el primer momento.
Ya
nadie se acuerda de que el hombre salía muy facundo a decir que la
"crisis es historia" o que "no se habla del rescate a España", que ahora
tocaba "consolidar" la recuperación económica.
Mentira, mentira, mentira tras mentira.
Deja
el país en situación crítica y aspira a nuevas eleciones. Es su última
esperanza de no ser el único presidente de gobierno que no repite
mandato en España. Sin embargo, tanto si las hay como si no, su destino
es claro: a su casa. Debiera haber sido cuando se descubrió que mentía
de modo sistemático, pero no lo hizo y ha tenido cuatro años para
demostrar que carece de la más elemental dignidad.
Ahora ya solo le preocupa, como a todos los mangantes que ha estado colaborando, que no lo pille la justicia.
Iglesias purgante
A Podemos le sucede lo que, según el
dogma sucede a la Iglesia católica a la que, por cierto, cada vez se
parece más, que su existencia se divide en tres momentos sucesivos: la
iglesia militante (aquí, batallando en este valle de lágrimas), la
Iglesia purgante (la que expía sus pecados en el Pugatorio) y la Iglesia
triunfante que, ya en presencia de Dios, goza de la felicidad eterna.
La
comparación es pertinente porque ilustra mucho sobre las ventajas e
inconvenientes de la formación morada. Su preparación fue exclusivamente
para la época militante, esa que el cuerpo místico llama también Iglesia peregrina.
Sabían cómo hablar en los medios, moverse, ocupar el espacio público,
lanzar su mensaje, imponer su marco, hacer su apuesta por el sorpasso,
la hegemonía o "aquí estamos nosotros". El vocabulario era el adecuado
al momenro, aparentemente rompedor y llamando a un sentido elemental de
justicia: los de arriba, los de abajo, la casta, la gente, ec.
Pero
pasada la época de la Iglesia militante, llega la de la purgante, la de
los pactos, la de cocerse a fuego lento, jugando varias partidas el
mismo tiempo e intercambiando luchas de términos y sus sentidos, en la
que ya no valen consignas, sino que hay que dialogar, proponer, escuchar
al otro. Y, para esta nueva etapa, la preparación era cero. Necesitado
de pactar con el PSOE porque es su única posibilidad de participar en el
gobierno, es cierto que Podemos puso sordina a sus insultos más necios
de esos de PP = PSOE, lo cual no quiere decir que sus fanáticos no los
repitan en la redes, pero no los jefes. Ya no.
Pero se mantuvieron las
impertinencias, la petulancias, la arrogancia de presentarse como el
ganador de las elecciones (siendo el perdedor) y exigiendo al PSOE y a
Sánchez la sumisión a todas sus exigencias: hora, día, lugar de la
negociación; con quién; la formación del gobierno y todo lo demás. Y ya
hasta el disparate de largar un ultimátum a Sánchez, conminándolo a
reunirse con él personalmente en un plazo específico.
Tan absurda
actitud llevó a Hernando, hombre no muy brillante pero con sentido del
humor, a decir a Iglesias que "no sabía en dónde estaba". Por supuesto,
Sánchez no respondió y ahí se quedó el líder, colgado de su ultimatum.
No, la Iglesia purgante no la llevan bien. Por fin Garzón, más ducho en
estas lides que el presuntuoso bisoño ha organizado una reunión a cuatro
(PSOE, Podemos, IU y Compromís).
No sabemos si servirá para mucho
aunque sí, por lo menos, para ocultar la metedura de pata de poner un
ultimátum a Sánchez para verse ellos a solas. No obstante seguirá
amagando incongruencias, como esa de definir de antemano el contenido de
las conversaciones si se hacen a cuatro.
O la otra de asegurar que
"Pedro Sanchez ya se ha decidido por un gobierno de cambio". Esto de
adjudicar a los demás lo que no han dicho y quizá ni pensado, entra ya
en el terreno de lo patológico. Sánchez no ha decidido aún y no tiene la
menor intención de hacerlo porque, mientras no lo haga, los otros dos
partidos, Podemos y C's cada vez harán más concesiones para excluirse
mutuamente de la negociación.
Convendría
que el líder entendiera la realidad que pisa porque, si mantiene esa
insólita arrogancia es posible que no llegue a la Iglesia triunfante por
cuanto que no formará gobierno (que es lo único que le importa) que
vendría a ser el equivalente dogmático de la intención de asaltar los
cielos. Por cierto, estos no se han enterado todavía de que su destino
es ser asaltados. Y no está claro que sea preciso avisarlos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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