sábado, 13 de diciembre de 2025

Los escenarios vitales del diputado Galant como anuncio de sus inminentes memorias por editar/ Francisco Poveda *



Hace muchos meses que el abogado y político del régimen del 78 por diputado en sus Cortes Constituyentes y firmante de la vigente Constitución (fue presidente de la Comisión de Incompatibilidades y de la Comisión Especial para el Estudio de los Problemas de la Tercera Edad en el Congreso), Joaquín Galant Ruíz, llevaba entre manos a sus 90 años dejar por escrito sus vivencias por indicación de su esposa Manoli Herrero Payo, que vivió muy de cerca pero en la mayor discreción su peripecia parlamentaria, porque su marido, hoy viudo desde hace cinco, nunca tuvo cargos ejecutivos o de gobierno, sólo por elección democrática representativos.

Ahora con ayuda de un amigo suyo novelista como narrador, Manuel Avilés, se ha dado a luz a este libro de 140 páginas pendiente aún de edición pero que supongo de publicación inminente, más de recuerdos que de memorias quizás, que no aspira por supuesto a ser biografía autorizada tampoco pero que creo recoge, aunque yo no he tenido acceso a las galeradas de sus páginas, los tres pilares básicos por definitorios de los escenarios vitales de Joaquín como son sus padres y hermanas, su esposa e hijos y la política combinada con el ejercicio de la abogacía desde la militancia profesional que le procuró poder social desde un primer estadio de representación en la sociedad civil alicantina.

Porque como muy bien dice su también amigo, correligionario y colega en aquellas Cortes democráticas de 1978, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los padres de la Constitución, "sin tener poder social no se puede tener poder político".

Joaquín le debe a la enorme visión de sus padres haber llegado a alcanzar unas metas en la vida donde ambos pusieron la base desde una familia cristiana de la Vega Baja, que impulsa naturalmente a su hijo, entre los 15 y 17 años, a entrar a formar parte de los Aspirantes de Acción Católica en Almoradí, cuya patrona, la Virgen del Perpetuo Socorro, ha sido desde siempre y hasta hoy su gran asidero espiritual.

El padre, un exportador de alcachofa bien situado, pronto lo incorpora al negocio familiar como supervisor previo al del Servicio Oficial de Inspección, Vigilancia y Regulación de las Exportaciones (SOIVRE) más conocido como Inspección en Origen y Frontera, lo que le permite desde muy joven conocer, por viajar con asiduidad, Francia, Bélgica, Suiza y Reino Unido de la mano de los agentes comerciales de su padre en esos países, con cuyas costumbres más liberales querían familiarizar a un Joaquín que, sin embargo, conservaba muy dentro la vida espiritualmente tan sana de su pueblo, con sus amigos y amigas de siempre desde el Liceo.

Su padre, también Joaquín Galant como su abuelo, tras cursar nuestro hombre el Bachillerato en el Liceo Politécnico de Almoradí y aprobar en Murcia el Examen de Estado, lo mandó a Madrid a estudiar Derecho en la Universidad Central, pese a tener más cerca las universidades de Murcia y Valencia, con igual propósito de que se alejase de la reducida sociedad de Almoradí y saliese al Mundo a conocer y relacionarse con otras gentes, lo que consiguió a la primera al volver ya con una joven y ejemplar novia casi diez años menor, natural de un pequeño pueblo de Palencia donde su padre era el médico y sus tíos el boticario y el otro abogado. 

Precisamente a Madrid fue Manoli a estudiar inglés y muy joven conoció en la misma academia de idiomas a un joven mediterráneo de 25, ya abogado por licenciado en Derecho finalmente por la Universidad de Barcelona en 1959 debido a su necesidad de proximidad a la frontera francesa en la que trabajaba parte del año, concretamente en Perpignan, y natural él de tierra tan distinta de su páramo palentino. 

En la capital catalana comenzó a ejercer Joaquín como pasante en un bufete penalista de cierta importancia.Tras las prácticas de la Milicia Aérea Universitaria en Getafe, Joaquín había vuelto a Madrid para formar parte del despacho de Vicente Segrelles Chillida, sobrino del por entonces Fiscal General del Estado, Francisco Segrelles. Es en aquellos días cuando conoce a Manoli.

La chica con 18 años, huérfana de madre desde muy pequeña, había sido educada por su tía monja en un internado de Valladolid, lo que dejó muy marcado en Manoli un carácter, unos valores y toda una forma de ser que, en parte, identifico ahora en su hija Valle.

Esa visión de sus padres impidió igualmente tras la boda de Joaquín con Manoli en la emblemática iglesia de Los Jerónimos, en Madrid, que se estableciesen en Almoradí con bufete incluso. La madre, Rosario Ruíz Seva, le indujo a residir mejor en Alicante, donde abrió despacho propio en 1960 cerca de la Explanada y se adquirió en 1962 como vivienda de la pareja un piso en la Rambla, en esa época las mejores ubicaciones urbanas de la capital de la provincia.

Detrás llegaron sus dos hermanas Rosario y Chonele; dos cuñados, José María y Alejandro, y seis sobrinos - los Rodríguez Canales y los Álvarez -, José María, Charo, Sonia, Ana, Alejandro y Eduardo que, junto con los dos hijos de Joaquín y Manoli más los cinco nietos, integran lo que defino y entiendo como el "clan Galant" con su patriarca al frente a todos los efectos, entiéndase como carisma y liderazgo de quien protagoniza este libro y al que conozco desde hace casi cincuenta años por integrar en la circunscripción de Alicante las listas electorales a Cortes por UCD en 1977 y 79, con su primo Martín Ruíz Chazarra como gran asesor sobre el terreno. 

En las elecciones autonómicas de 1983, recién aprobado el Estatuto de Autonomía, fue elegido diputado de las Cortes Valencianas por el Partido Demócrata Popular y permaneció en el cargo hasta 1987. Posteriormente dejó la política activa y se dedicó exclusivamente a la abogacía. Actualmente una calle de Alicante se llama Diputado Joaquín Galant en su recuerdo, homenaje y honor. Y posee la exclusiva medalla al mérito de la Abogacía Alicantina desde 2023, como dos hechos relevantes de su vida a nivel local.

Llegados a este punto debo decir, y digo, que Manoli Herrero, desaparecida hace más de cinco años, con 76, era la esposa de político de la Transición más distinguida y elegante en la ciudad, aparte de discreta y sobria hasta el extremo como castellana de raza que era.

Joaquín quedó prendado de ella nada más conocerla y, a los pocos días, le cogió de la mano para cruzar un semáforo de la Gran Vía madrileña. Ya nunca se soltaron. Porque dos años después se casaron y se compraron los muebles en la selecta tienda madrileña de 'Los Certales'.

Siempre vivió para los suyos -sus dos hijos y su marido- protegiendo a los niños Joaquín y Valle de las visicitudes de la refriega política en la que se veía inmerso el padre, aconsejando con prudencia a su marido en cada momento de aquellos avatares. Muy distinta a la mujer española mediterránea y sumamente  inteligente, Manoli siguió siendo castellana en estado puro hasta el final de sus días.

Joaquín fue presidente de la Agrupación Provincial de Abogados Jóvenes de Alicante con menos de cuarenta años,  cofundada por él en 1972 y esa fue su plataforma para saltar a la política como democristiano por consejo y con ayuda de un presidente de la Audiencia Provincial con buenos amigos en Madrid. 

Pronto entraría Joaquín en contacto con Alfonso Osorio, Óscar Alzaga, Landelino Lavilla, Iñigo Cavero, Fernando Álvarez de Miranda... y de ahí a las listas electorales de UCD, donde se integraría gran parte de la Democracia Cristiana española (75%) con excepción de la rama liderada por el ex ministro franquista de Educación Nacional, Joaquín Ruíz-Giménez (25%), cuyo hombre en Alicante era el médico traumatólogo social-cristiano Pascual Rosser.

Precisamente, en abril de 1982 visitó Alicante, invitado por Galant, el político Andrés Zaldívar Larraín, presidente de la Democracia Cristiana chilena y luego ministro de Hacienda e Interior y presidente del Senado. Guardo grato recuerdo de una velada en el hotel Meliá por la interesante conversación sobre su país suscitada a tres bandas con Manoli y Cheddy aquella noche en la discoteca.

 En cuatro épocas del año, cuando aún era estudiante universitario, como integrante del negocio familiar de exportación de frutas y verduras a la CEE, Joaquín visitaba en Francia, Bélgica, Suiza e Inglaterra a sus importadores. En esas estancias europeas entró en contacto con varios españoles exiliados y se le despertó su espíritu crítico y democrático hacia el régimen político autoritario impuesto en España. 

En 1960 se había afiliado a la Asociación Internacional de Jóvenes Abogados (AIJA) convencido de que los abogados jóvenes tenían que formar parte importante, incluso en la vanguardia, de los movimientos encaminados a restaurar la libertad plena y la democracia en España a la muerte del general Franco. Es desde donde finalmente, siendo miembro de su Comité Ejecutivo, salta a la política afiliándose primero a la UDE (Unión Democrática Española).

De esa Agrupación de Abogados Jóvenes alicantinos salieron también militantes y candidatos de otras formaciones políticas con los que Joaquín ha mantenido desde siempre, y hasta hoy, unas relaciones más que fluidas, caso de los socialistas Arturo Lizón, Asunción Cruañes o García Miralles como mejor ejemplo, y que otros dirigentes provinciales de la UCD no tenían. Y, por supuesto, con la abogada Carmen Ayela, que posteriormente tuvo un gran papel en la AIJA por su formación universitaria europea en Suiza y Bélgica con dominio de idiomas.

La noche del 23 de febrero de 1981 Galant era uno de los nueve parlamentarios alicantinos que vive en el Congreso desde la tercera fila de escaños el intento de golpe de Estado tras la dimisión de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Era su segunda legislatura pero ya no volvería al palacio de la carrera de San Jerónimo ante la desintegración de UCD. 

Lo intentaría y lo consiguió luego en las Cortes Valencianas como notable de la Vega Baja desde las filas del proto PP actual que era el PDC, hasta que decidió volver a su bufete porque la política le había costado dinero, al contrario que a otros, tal vez el que ganó antes como promotor inmobiliario del 'Parque de las Naciones', en la Albufereta.

Ahora preside Joaquín desde hace algunos años el Real Liceo Casino de Alicante, que tuvo en el siglo XIX otro presidente proveniente de la política como era Eleuterio Maisonnave.

El legado de Manoli a Joaquín, aparte de dos hijos de excelencia profesional probada como médico radiólogo uno en el hospital de San Juan y como abogada otra en Elche para ayudar y asistir en la defensa e integración de la Mujer, son sus cinco nietos más que presentables en cualquier ambiente o escenario por muy alejados de la vulgaridad imperante hoy entre su generación: 

Joaquín (su abuelo lo considera un líder, es ingeniero biomédico en Madrid y pionero de la inteligencia artificial), María (luchadora y trabajadora donde las haya, es licenciada en Derecho y ahora muy madrileña), Sofía (project manager de ensayos clínicos en Valencia y un cielo de niña), Berna (recién licenciado en Derecho y Económicas, ahora en proceso de encauzar su vocación más por lo jurídico) y Guille (a punto de entrar en la Universidad desde los Maristas y con gran éxito social entre las chicas). 

Ese verdadero tesoro tiene hasta su 'perla Peregrina', que dejo a la intuición del lector de esta especie de prólogo a la presentación del libro prevista para comienzos de año en el Casino, en principio el viernes 30 de enero de 2026, a las 7 de la tarde.


(*) Periodista y profesor

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