De un tiempo a esta parte proliferan los ajustes de cuentas por encargo, en los altos negocios fallidos que se hacen en la provincia de Alicante. Cuando la prensa diaria publica sucesos del tenor del asalto a una mansión de un grupo de paramilitares que, con violencia tratan a sus moradores, para luego robarles, o no, una cantidad poco significativa de dinero para despistar del verdadero móvil de la allanación, estamos ante una operación de aviso por falta de algún compromiso de pago contraido con anterioridad o por algún intento o consumación de engaño o fraude. Esto es lo que, oficiosamente, opina la Policía. Lo demás, es pura apariencia y versiones para los amigos de fín de semana y los más mayores de la familia. La mayoría de las veces ni siquiera se denuncia el asalto por miedo a represalias y/o a una investigación oficial que saque a la luz nuevos inconvenientes para los asaltados. El trauma se ha apoderado ya de algunas familias "bien" por miedo a que la cosa se repita y la segunda vez sea mucho peor.
Los asaltados, que casi siempre saben bien de que va, procuran disfrazarlo de un suceso casual como consecuencia de la inseguridad ciudadana que nos ha traido tanta inmigración del este de Europa. Pero no es así. Si vemos las líneas de coincidencia de este tipo de delitos, resulta que los asaltados suelen ser empresarios, profesionales de primera fila y hombres de negocios arriesgados. Recuérdese el secuestro, hace unos años en Alicante, de un conocido negociante de la Vega Baja, que presuntamente había estafado a un grupo inversor gallego. En la mayoría de los casos, aparte de por tráfico de droga, prostitución o blanqueo de capitales opacos, el fondo tiene que ver con el sector de la Construccion por el momento tan dulce por el que atraviesa entre nosotros. Ahora se ha abierto paso el temor a los secuestros de esposa y/o hijos, para luego solicitar un rescate por una cuantiosa suma. Por eso es un negocio en ascenso montar una compañía de escoltas privados y armados.
Ese grupo de alicantinos burgueses, algunos muy notables socialmente, lleva más de un decenio relacionado con gentes extrañas para hacer negocios, de bajo riesgo en sí, pero de mucho más por el perfil de sus protagonistas partenaires. La llegada de peligrosos delincuentes extranjeros de "cuello blanco" planteando operaciones de negocio rápido, en ese espacio ambiguo de la legalidad/ilegalidad, ha venido tentando a alicantinos en apuros económicos de la buena sociedad, hasta el punto de involucrarse con ellos pensando que, si pasaba algo, no trascendería a sus amistades del Real Club de Regatas. Las zonas donde más hechos de este tipo han tenido lugar coinciden con las de residentes como los que hemos apuntado: Vistahermosa, Santa Faz, Cabo de las Huertas y Las Paulinas, en Alicante.
El picar, cada vez, más alto está llevando a unas exigencias difíciles de mantener para las posibilidades reales de negocio en una provincia como Alicante, donde no todo tiene la viabilidad y la dimensión que se piensa desde fuera. El verdadero gran negocio que hoy se da entre nosotros es quedarse a bajo precio con el patrimonio acumulado por familias de grandes fortunas amasadas en el franquismo, tras un proceso retroalimentado de endeudamiento hipotecario para poder mantener un nivel de vida para el que ya no se es capaz por estar fuera de la clave de estos tiempos. Y, por imagen pública, no lo hacen hacen bancos y cajas sino las financieras y ciudadanos avispados al acecho de estas oportunidades.
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