A vuelapluma porque tengo mucho trabajo. Luego, por la noche, argumentaré algo más estas impresiones telegráficas:
1)
El PP y el PSOE, Rajoy y Sánchez son el pasado. Rajoy el pasado
medieval; Sánchez el pasado de la transición. Pero los dos pasados,
convencionales, sin originalidad, ni empuje, ni siquiera gracia.
Amortizados y mojamas. El primero debe irse ya; el segundo puede esperar
un par de meses a que lo echen.
2)
La intervención de Pablo Iglesias, lamentable. El odio al PSOE lo
consume.La referencia a Anguita y Gerardo Iglesias lo sitúa en donde
está y no sabe salir: la casposa revancha comunista. Lo de la cal viva,
un golpe bajo e indigno y, además, estúpido, porque se ha equivocado de
adversario.
3)
Rivera, la revelación del día. Se ha comido a Sánchez. Él es el
verdadero autor del pacto y él, el auténtico adversario al que Iglesias
debería lanzar las críticas. Su reivindicación del centro y sucesor de
Suárez es una buena jugada para absorber el electorado del PP y restar
voto al centro izquierda.
4)
Joan Tardá, la sola voz de un político y parlamentario de altura
europea, capaz de hablar con gracia y contundencia del auténtico
problema de Estado en España: Cataluña. Frente a él, Rajoy, Rivera y
Sánchez forman la confusa amalgama del "no" sin razones, sin proyecto,
vacíos.
Luego vuelvo.
La hoja de parra
Después del primer "no" al pacto PSOE/C's, amplío las reflexiones de primera hora de la tarde. Efectivamente,
Rajoy y Sánchez son antiguo régimen. Rajoy en sentido estricto un
autoritario insufrible con chistes y prepotencia de casino, al frente de
una asociación de presuntos mangantes que llevan cuatro años
destruyendo el país. Sánchez, una hechura de Rubalcaba, aunque con menos
luces, remachado en el engolamiento progre de los años 80, con tanta
voluntad de mandar como incapacidad para hacerlo. Iglesias, un revenant
comunista con una pátina de falsa modernidad, cuyo odio atávico al
socialismo democrático lo lleva a insultar y difamar a quien necesita
convencer a toda costa. Rivera, la sorpresa de la mañana, el más ágil,
flexible y rápido.
Probablemente un depredador neoliberal extremo, un
auténtico peligro para sus adversarios, incluido su aliado socialista
coyuntural a quien ha parasitado. Tardá, a todas luces el mejor, el
único capaz de hilar un discurso con brío, fondo, serio y humorístico al
tiempo, en cuyo planteamiento se adivina la agonía de esta España
incapaz de recuperarse de los 4 últimos años de involución
neofranquista.
Tras
el almuerzo, los intervinientes, Garzón, Baldoví, etc, han estado bien,
a pesar de la impresentable desbandada de los diputados peperos. Y,
hablando de desbandada, que el Parlamento haya adelantado una hora la
votación porque había partido de fútbol muestra que, en efecto, este
ridículo país no tiene salvación. La intervención crucial de la tarde
fue a cargo de Homs, de DiL cuando dijo que, si se admitía el
referéndum, DiL (y, sin duda, ERC) apoyarían al gobierno. Quedó así
claro que, en contra de lo que decía Sánchez, sí hay mayoría de
izquierda en el Parlamento (según el propio Homs), en concreto, 178
diputados (90 de PSOE, 69 de Podemos y confluencias, 17 de DiL y ERC y 2
de IU), aunque, a la vista de la mala baba de Iglesias, sea difícil de
visualizar. Pero, en principio, hay mayoría de izquierdas.
La
cuestión, la única cuestión, es el referéndum. Lo que condiciona la
vida parlamentaria y política española es el referéndum catalán.
El
argumento de los socialistas de la pinza entre Podemos y el PP es una
excusa. La verdadera pinza en materia de "no" al referéndum, operativa y
a la vista de todo el mundo, es la de PP + PSOE + C's; esa que Felipe
González, nacionalista carpetovetónico, alienta.
Si
el PSOE acepta el referéndum, hay mayoría de izquierda. El bloqueo es
el del PSOE. Ahora, la pregunta es: ¿por qué no lo acepta?
Hay varios motivos; razones, ninguna
El
primer motivo, porque el partido está dirigido por nacionalistas
españoles que comparten con la derecha la bambolla patriótica de los
restos de un imperio fracasado al que simulan considerar nación una,
grande, libre contra toda evidencia y derechos de las minorías
nacionales aquí existentes.
El
segundo es el pretexto del respeto a la legalidad vigente. Si la ley
positiva (que, por lo demás, hacen y deshacen a su antojo los dos
partidos dinásticos sin consultar con nadie, especialmente el más
reaccionario de los dos) tuviera siempre preferencia sobre la
democracia, la voluntad y los derechos de las minorías nacionales y el
principio de legitimidad, este país nunca hubiera salido del franquismo,
ni la esclavitud se hubiera abolido en el mundo, ni los afroamericanos
hubieran alcanzado la plena ciudadanía, ni las mujeres derecho de voto,
ni... La sacralización del derecho positivo es como la hoja de parra con
la que los meapilas y los hipócritas cubren las desnudeces del arte
clásico.
El
tercero, relacionado con el anterior, es la ignorancia y el desprecio
de los derechos de las minorías nacionales, en contra del espíritu
democrático, como se prueba leyendo las recomendaciones del
recientemente fallecido constitucionalista Rubio Llorente y los
antecedentes de Escocia/Gran Bretaña y Quebec/Canadá, países de sólida
trayectoria como democracias y Estados de derecho.
El
cuarto, la presión que los caciques y barones del PSOE, generalmente
beneficiarios de una distribución de recursos económicos e influencia
política injustos, ejercen sobre su Secretario General para que no se
mueva un statu quo que juzgan beneficioso para sus intereses.
El
quinto y último es que, como decía ayer Joan Tardá, Pedro Sánchez y sus
asesores no tienen ni idea de lo que pasa en Cataluña. Así que llegará
un momento de movilización ciudadana catalana y una confrontación,
siempre democrática y pacífica, que no podrán reprimir. Y estos
ignorantes se caerán del burro al ver que el referéndum al que en su
ceguera han cerrado la puerta, les entra por la ventana, impuesto por la
Unión Europea, que tendrá que mediar en un conflicto que los españoles
son incapaces de resolver.
Entre
tanto, y visto que Podemos no quiere gobernar con el PSOE sino
destruirlo en cumplimiento del inevitable cuanto ridículo mandato de una
Ananké de hace 100 años, y que el PSOE es incapaz de entender el
sentido del respeto a los derechos de las minorías, empezando por el de
autodeterminación, habrá nuevas elecciones en junio. Si las hay, mi
vaticinio es: se hundirá el PP; crecerá Ciudadanos (que lleva todas las
trazas de ser la derecha liberal y moderada que aquí se necesita);
crecerá también el PSOE (en definitiva, los dos partidos que han tenido
la responsabilidad de sacar al país del atolladero en que lo
había metido la irresponsabilidad del presidente de los sobresueldos) y
Podemos volverá a los porcentajes tradicionales de IU que son los que le
corresponden a tenor de su discurso. Los independentistas se quedarán
como hoy o crecerán.
La
única posibilidad de evitar esa situación es un gobierno de gran
coalición a dos (PP y PSOE) o a tres (PP, PSOE y C's) que, visto lo
visto, no es imposible ni mucho menos. Ya me dirán ustedes.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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