Juan
del Águila Molina (Almería, 1930-2018). Impulsor del cooperativismo
agrario y fundador de Cajamar, por su contribución al crecimiento y
desarrollo económico ha sido considerado el almeriense más influyente
del siglo XX.
Abogado
y cooperativista almeriense, fallecido a los 88 años, fue un hombre
adelantado a su tiempo. Fomentó la creación de numerosas cooperativas y
empresas agrícolas y en 1963 promovió la constitución de la Caja Rural
Provincial de Almería, que dirigió hasta 1992 y de la que fue presidente
hasta 2006, año en que decidió apartarse de la función ejecutiva tras
haberla convertido en la primera caja rural y en la primera cooperativa
de crédito española.
Los últimos años de su vida los dedicó a la
Fundación Cajamar, donde ha dejado el legado de sus ideas emprendedoras y
su firme defensa de un modelo agrícola innovador y competitivo, ajeno a
las subvenciones y orientado al mercado y al cliente.
Lo
que Juan del Águila ha representado en el mundo del cooperativismo
agrícola y de crédito durante una larga y fructífera etapa que abarca
más de 50 años de dedicación al trabajo, es ampliamente conocido.
Desde
sus inicios como secretario y gerente de la Unión Territorial de
Cooperativas del Campo (UTECO) en Almería y como impulsor, director y
presidente de la Caja Rural de Almería (Cajamar, desde el año 2000),
hasta su retirada en 2012 como presidente de la Fundación Cajamar, su
trayectoria profesional estuvo guiada por lo que, al igual que otros
grandes emprendedores de su generación, sería su lema vital: esfuerzo y
anticipación.
En
una época marcada por el inexorable éxodo del campo a la ciudad que se
produjo en la España de las difíciles décadas de los 50 y 60 del siglo
XX, Juan del Águila supo tener la visión de promover en Almería la
constitución de cooperativas como pilares sobre los que basar la
consecución de un futuro mejor, en una provincia caracterizada hasta
entonces por el atraso de su estructura productiva y su carencia de
medios.
Apoyó decididamente a la generación de agricultores y
empresarios agrícolas que transformaron el campo almeriense de los
tradicionales cultivos de secano a las modernas explotaciones de primor
bajo plástico, que a mediados de los años 70 protagonizaron el llamado
«modelo de transformación almeriense» con el acceso paulatino a los
mercados europeos, y que a partir de los años 80 dieron origen al actual
cluster agroindustrial existente en esta provincia.
En
el ámbito de las cooperativas de crédito, fue un firme partidario de la
modernización, crecimiento y consolidación de las cajas rurales en el
sistema financiero español, y en 1989 lideró la creación del Banco
Cooperativo Español, del que fue presidente de 1995 a 2000. En un sector
atomizado por un alto número de entidades de pequeño tamaño, se mostró
partidario de acometer procesos de concentración, con el fin de aumentar
su dimensión y mejorar su competitividad.
En el año 2000 propició la
fusión de las cajas rurales de Almería y de Málaga, de la que surgió
Cajamar y a la que años más tarde se fusionaron también la Caja Rural
del Duero, la Caja Rural de Baleares, las valencianas Caja Campo,
Ruralcaja, Caja Rural Castellón, Crèdit Valencia, CR Casinos y Caixa
Albalat, así como la Caja Rural de Canarias.
En
sus últimos años de trayectoria profesional disfrutó, desde la
presidencia de la Fundación Cajamar, de abrir nuevos espacios para la
reflexión, la innovación y la transferencia de conocimiento. Entre sus
grandes inquietudes estuvo siempre la educación y la formación de las
nuevas generaciones de almerienses.
Solía decir que con mayor
conocimiento y una mejor tecnología, la juventud, con su trabajo,
superará las coyunturas negativas que han de venir y dará un nuevo
impulso a la generación de riqueza: «De igual modo que hemos conseguido
hacer de Cajamar un referente dentro del sistema financiero español,
nuestra juventud hará de las técnicas de la agricultura almeriense un
ejemplo a seguir a nivel mundial, un elemento de prestigio para nuestra
tierra en la sociedad. Pero no olvidemos que nuestra actuación ha de
marcarla el mercado y nuestra guía ha de ser el cliente. Todo lo demás,
para mí, resta en vez de sumar».
Aunque
no fue un hombre dado a los reconocimientos, se enorgullecía de las
distinciones y condecoraciones de las que fue objeto, especialmente de
la Medalla de Oro de Almería. Y no por vanidad, que nunca la tuvo, sino
como reflejo del afecto y admiración que siempre sintió por su tierra
natal. Quienes trabajaron con él o estuvieron cerca suya en alguna de
sus actividades, destacan especialmente su compromiso con el mundo rural
y el movimiento cooperativo, su capacidad de trabajo, cultura,
humanidad, sabiduría y compromiso.
Fue
pionero en lo que hoy se llama «responsabilidad social», especialmente
en el plano de la economía social y del desarrollo local sostenible,
primero en el seno de la entidad financiera y más tarde desde la
Fundación Cajamar, dispuesto siempre a apoyar y desarrollar iniciativas
de investigación, experimentación y transferencia de conocimiento, a las
que dedicaba toda su atención personal.
Así, en 1975 promovió la
creación de una estación experimental dedicada a la investigación
agronómica, imprescindible para la agricultura moderna; en 1998 un
instituto de estudios socioeconómicos como herramienta de análisis y de
difusión del conocimiento y de la cultura, como elementos
imprescindibles para el bienestar de las sociedades; en 2006 un centro
de investigación medioambiental, para ayudar a recuperar los daños
colaterales ocasionados por la acción humano y propiciar un modelo de
sostenibilidad, y en 2009 un centro sociocultural a través del cual
canalizar y difundir iniciativas sociales y culturales en la provincia
de Almería.
Apasionado de la lectura y de la naturaleza, ha fallecido tras una larga vida plena y activa.
Siempre le recordaremos.
(*) Director de Comunicación de Cajamar y directivo de la Asociación de Periodistas – Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL)
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