MADRID.-
No hay nada peor para
un analista económico o financiero que pasearse por una fábrica y ver
los almacenes repletos de mercancía. El diagnóstico no deja lugar a
dudas: o la empresa no vende lo que debería o alguien está gestionando
muy mal las operaciones y cargando al grupo costes innecesarios de
almacenamiento. En las plantas españolas que trabajan con proveedores
chinos pasa hoy todo lo contrario: los estantes están cada día más
vacíos y, sin embargo, el rictus de sus directivos transmite cada mañana
más inquietud. El culpable tiene un nombre: coronavirus, la epidemia
que amenaza la economía global y ha llevado a las Bolsas a su peor
semana desde la caída de Lehman Brothers, según constata El Mundo.
Mientras
que los contagios hoy por hoy permanecen controlados, la preocupación
se está expandiendo por las sedes de las grandes empresas industriales
españolas. El ataque del Covid-19 llega por varios frentes: menos
consumo, fuertes caídas bursátiles... pero quizás el que más pánico
produce en estos momentos es el ligado al parón de su actividad
productiva.
La patronal empresarial europea Business Union ha realizado
en los últimos días una encuesta y distintos encuentros con sus
asociados -entre los que se encuentra la española CEOE- para palpar el
estado de ánimo de los grupos industriales. El informe interno
elaborado tras estos contactos, al que ha tenido acceso El Mundo, no
puede ser más desolador.
«La principal preocupación es la falta de
suministros procedentes de China. Existe una alta probabilidad de que
algunos fabricantes, mayormente del sector del automóvil y textil,
comiencen a quedarse sin suministros de piezas en las próximas 2-3
semanas», señala el documento titulado Primera Evolución Interna del
Coronavirus.
Por ahora, las fábricas han subsistido gracias a los amplios stock de
productos que habían acumulado de manera preventiva por la celebración
del Año Nuevo chino y la búsqueda de proveedores alternativos, pero más
caros. Durante las vacaciones en China, muchas compañías elevan sus
reservas de tres a cinco meses, lo que por suerte para gran parte de
ellas ha retrasado el momento crítico de falta de productos al temido
mes de mayo.
«Se esperan roturas de stock a partir de mayo, no solo de
los productos fabricados allí, sino también de las producciones europeas
que dependen de componentes que vienen de Asia», señala Alejandro Lozano,
responsable de bienes tecnológicos, ferretería y bricolaje de la
Asociación de Empresas de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc).
En el sector químico, uno de los que concentra gran parte de las
importaciones de productos chinos, la situación es angustiosa. «Tenemos
una gran dependencia de productos chinos de valor añadido que no son
fáciles de sustituir, por lo que en mayo o junio podemos tener problemas
de producción locales si la crisis se extiende», añade Juan Antonio Labat, director general de la patronal química Feique.
Este
experto industrial explica que los problemas no son solo de producción
local en China, sino de transporte. Los empleados del país vuelven poco a
trabajar a las fábricas pero hay puertos totalmente cerrados por el
fantasma del coronavirus y se crean importantes cuellos de botella para
sacar la mercancía del país.
En
el norte de Italia ya está pasando algo
parecido. «El principal problema para muchos fabricantes de la UE es
encontrar suministros alternativos y lidiar con los contratos
existentes. Si la situación no mejora y se alarga en el tiempo, algunos
[miembros] han sugerido la posibilidad de acortar el tiempo de trabajo
en las fábricas europeas, pero también se contempla el riesgo de
cierre», señala el informe de la patronal europea.
Esta misma semana se han conocido en España los primeros impactos de
esta crisis de suministro. El gigante tecnológico Fujitsu ha decidido
mandar a casa a más de 300 empleados de su fábrica de
Málaga en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) pactado
con los sindicatos por el coronavirus. No es la única alerta roja que se
ha encendido en las sedes de CCOO y UGT en los últimos días, por lo que
ambas formaciones sociales se han apresurado a reclamar al Gobierno un
plan de contingencia que regule las situaciones de cuarentena y frene
los despidos.
El pesimismo también se ha contagiado a los bancos de inversión. Bank of América
ha sido el primero en poner cifra al recorte sobre la previsión de
crecimiento del PIB para este 2020 por el impacto del virus. Según sus
cálculos el freno será de dos décimas o, en cifras redondas, 2.400 millones de euros.
UBS, por su parte, pone el foco en los sectores que se verán más
afectados por la crisis: electrónica, maquinaria, bienes de lujo y
automoción.
La otra gran amenaza pasa por la China compradora, es decir el papel del
país asiático como motor de la economía mundial. La cuarentena a la que
está sometida la población en gran parte del país ha reducido el
consumo de hogares y empresas y reducido hasta un 15% sus importaciones.
No se ha salvado ni el Iphone de Apple, que según los datos recopilados
por analistas del mercado de telecomunicaciones redujo sus ventas en China en un 28%
durante el mes de enero con las primeras alertas de contagios.
«La
fuerte disminución del consumo en China está afectando a diferentes
industrias y servicios con o sin presencia en el país. Ya ha habido un
gran impacto en el sector de la aviación, sobre ciertos productos
agroalimentarios o en el sector del automóvil (la demanda ha caído un
90% en las últimas semanas)», concluye el informe de la patronal
europea.
Pero el problema no es solo China. Los lazos industriales que unen al
país con las principales potenciales europeas se han convertido ahora en
pesados lastres por el freno de consumo y producción. Italia y
Alemania, dos de los principales socios comerciales de España, entrarán
previsiblemente este semestre en recesión con la consiguiente reducción
de pedidos para las fábricas españolas.
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