La investigación, publicada en la revista Frontiers in Political Science, cuestiona una de las tesis más extendidas sobre la extrema derecha europea: la idea que su crecimiento se debe sobre todo a los llamados "perdedores de la modernización"; es decir, sectores sociales económicamente vulnerables y resentidos con la globalización.
Según el estudio, la entrada y la primera expansión de Vox en Madrid
estuvieron lideradas por electores de clase media-alta y alta, sobre
todo procedentes del PP y de Ciudadanos, y no por las rentas más bajas.
Para este proyecto, los investigadores han construido una gran base
de datos que combina resultados electorales y niveles de renta por
sección censal (cada sección está formada por entre una y tres mesas de
aproximadamente mil electores cada una de un área geográfica concreta),
detalla la institución académica.
Mediante técnicas avanzadas
de inferencia ecológica-técnica que utiliza datos agregados de grupo
para encontrar patrones individuales de comportamiento electoral, los
autores del estudio han estimado tablas de transferencia de voto con las
que identificar la procedencia de los nuevos votantes de Vox.
El análisis muestra tres grandes etapas. En la primera, hasta las
elecciones de abril de 2019, Vox aprovechó la crisis del PP y el
contexto del procés independentista catalán para consolidarse como
partido de derecha radical "desafiante" ('challenger party'). Introdujo
con fuerza el eje de la identidad nacional española y captó sobre todo
votantes conservadores de renta alta.
El mapa cambio a partir
de noviembre de 2019 y especialmente después de la pandemia. La
desaparición progresiva de Ciudadanos abrió un nuevo caladero de votos
para Vox, mientras que las restricciones de movilidad por la covid-19
permitieron al partido situarse como voz crítica con las medidas
sanitarias.
Sin embargo, en las elecciones autonómicas de 2021
esta bandera la capitalizó la candidata del PP y actual presidenta de
la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quién consiguió concentrar
buena parte del voto de la derecha alrededor de su figura.
En este escenario, el estudio detecta un giro relevante: empezaron a
incorporarse al electorado de Vox antiguos votantes de la izquierda,
especialmente del PSOE y de Podemos, y con niveles de renta más bajos.
En las elecciones autonómicas de 2023, por primera vez, la probabilidad
de votar a Vox ocurrió prácticamente independientemente del nivel de
renta, y el peso de los exvotantes socialistas y del espacio de Podemos
dentro de Vox aumentó, sobre todo entre las rentas bajas y medio-bajas.
Los resultados apuntan a una combinación de dos fenómenos. Por un
lado, el que se ha denominado "paradoja de la riqueza": una mayor
hostilidad hacia ciertos cambios sociales en entornos prósperos: Por
otro lado, la entrada progresiva de los "perdedores de la modernización"
en el apoyo a la derecha radical.
El peso relativo de cada factor
depende tanto del contexto económico y territorial como de la oferta
política concreta y, en particular, del tipo de liderazgo que presenta
el partido tradicional de la derecha.
En un momento de
crecimiento del apoyo electoral a Vox a escala estatal y en diferentes
territorios, el estudio subraya que no hay una única explicación ni un
único perfil de votante.
El caso de Madrid muestra un proceso dinámico,
en el que Vox pasa de ser sobre todo un refugio de votantes
conservadores de renta alta descontentos con el PP a incorporar
segmentos de renta más baja procedentes también de la izquierda.
Esta investigación ha contado con el apoyo de proyectos de
investigación competitiva de los marcos autonómico (Conselleria de
Educación de la Generalitat Valenciana) y estatal (Ministerio de
Ciencia, Innovación y Universidades).

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