Francisco Camps, que ante cámaras y micrófonos dice estar tan “superfeliz” como Belén Esteban, tiene un plan o, al menos, así lo ha confesado a algunos de sus allegados. El presidente valenciano cree que el desgaste (más psicológico que electoral, según parece) que le provoca el caso Gürtel podría solventarse con un adelanto electoral en su Comunidad, que arrojaría una aplastante victoria para su partido y para sí mismo.
Convertidos esos comicios en un plebiscito sobre su persona, Camps se sentiría ampliamente refrendado por los votantes y, como dijo Mariano Rajoy, “la justicia que diga lo que quiera”. Sin embargo, el presidente del PP, que sabe de las intenciones de Camps, ya le ha hecho llegar el mensaje, por persona interpuesta, de que le prohíbe terminantemente adelantar las elecciones, porque eso perjudicaría las expectativas del PP en toda España y las expectativas del propio Rajoy de convertirse, por fin, en presidente del gobierno.
Por su parte, Camps, en un intento de ablandar al gallego, ha encomendado a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, entre otros de sus allegados que gozan de las simpatías y el afecto que Rajoy no le profesa a él hace meses, que actúe como mediadora y convenza a Rajoy de la necesidad de adelantar las elecciones, según fuentes cercanas al presidente de la Generalitat.
Habrá que esperar a ver si la alcaldesa es capaz de convencer a Rajoy y, como señalan desde el entorno de Camps, “a Génova” de que dé su visto bueno a esta especie de plan Camps de belleza en cuatro días.
Sin embargo, parece que la opción que más atrae a Rajoy es sustituir a Camps por otro Camps (Gerardo Camps, el actual vicepresidente segundo del gobierno de la Comunidad Valenciana) o por la propia Rita Barberá y evitarse así problemas. Pero, como dice un dirigente genovés, “por mucho que queramos que Paco Camps se vaya a su casa, no podemos hacer nada para obligarlo”.
Mientras la Justicia trata de esclarecer si la trama valenciana del caso Gürtel se lo llevó crudo, muy hecho o al punto, este caso, que en su vertiente valenciana empezó con tres tristes trajes, aunque podría acabar como el rosario de la aurora, se ha llevado por delante aquella relación idílica entre Rajoy y Camps, que llevaba en su día al primero a proclamar que siempre estaría con el valenciano: “delante, detrás o al lado, pero contigo”.
El propio Mariano Rajoy comentaba recientemente, según el relato de un dirigente popular: “no sé si Camps se me pone o no al teléfono, porque, desde luego, yo no le llamo…”. Ni le llama ni le escribe. Prefiere jugar con él al escondite. Así, el pasado fin de semana, Rajoy tuvo que improvisar en su agenda la asistencia a un atracón de caracoles en Lleida, con la militancia, para eludir la invitación que le habían cursado desde el PP de la Comunidad Valenciana, para que asistiese a dar su apoyo en un macro-mitin, a Francisco Camps.
Este fin de semana, sin embargo, sí ha estado disponible para hacer lo propio en Aragón, con la candidata a la presidencia de esa comunidad, Luisa Fernanda Rudí. Ella tendrá las bendiciones de Rajoy, las mismas que le niega a Camps de forma evidente. Difícil lo tiene el presidente valenciano para convencer a Rajoy de que le secunde o autorice ningún plan de salvación. Pero Camps no se rinde. Es lógico: si Rita Barberá es su valedora, todo es posible.
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