MADRID.- La diputada de Vox por Granada, la alicantina Macarena Olona adquiere más peso en el grupo parlamentario conforme avanzan los días. La hasta ahora secretaria general de la formación en el Congreso de los Diputados se ha ido ganando la confianza de la cúpula del partido desde el primer día. Tanto el presidente, Santiago Abascal, como su número dos en la Cámara Baja, Iván Espinosa de los Monteros,
la tienen como un referente insustituible en materia jurídica, una
asesora en todo tipo de materias que tienen que ver con el derecho y una
herramienta perfecta para construir recursos que acompañan a la
estrategia política de un modo fundamental, según publica hoy El Confidencial.
No en vano, Olona es experta en ganar en los tribunales
casi todo lo que tiene delante. Como abogada del Estado, logró la
absolución de todos los policías acusados de sobrepasar los límites
legales en sus cargas contra los manifestantes del barrio burgalés del Gamonal,
consiguió la primera multa contra un alcalde por incumplir la ley de
1981 que obliga a hacer ondear la bandera de España en los edificios
públicos, obtuvo la exculpación de cuatro guardias civiles que habían
sido acusados de torturas y recuperó a través de la vía concursal casi
100 millones de euros para el Estado de una trama de empresas creadas en el País Vasco para recibir subvenciones.
La
mente jurídica de Olona no es, sin embargo, lo único que valoran los
dirigentes de Vox, que acaban de reafirmar a la secretaria general
también como portavoz adjunta del grupo parlamentario. Su experiencia dialéctica
en sala para defender a miembros de las fuerzas de seguridad o para
ejercer en definitiva su cargo de abogada del Estado durante la última
década es también un valor en alza en un partido que apenas lleva un año
en las instituciones, que tuvo que elegir de golpe a cientos de cargos
públicos sin bagaje en oratoria para las últimas elecciones municipales,
autonómicas y nacionales y que entonces prefirió apostar por la
'pureza' ideológica de los nuevos miembros en detrimento de su
elocuencia verbal.
A estas capacidades jurídicas y retóricas se une en una misma diputada la de la confianza. Durante los últimos meses, Olona ha demostrado su lealtad al partido.
Abascal y Espinosa de los Monteros han contado con ella, que
inicialmente no pertenecía al núcleo duro, para las reuniones más
trascendentales del grupo parlamentario, esas en las que se habla de
estrategia política, de movimientos, de negociación con otros partidos.
De ahí que la cúpula decidiera presentarla como candidata a presidir la Mesa del Congreso este martes durante la sesión constitutiva de la Cámara Baja.
Olona se enfrentó a Meritxell Batet y a Ana Pastor,
dos pesos pesados dentro de sus propios partidos que ya habían
ostentado antes el cargo. El puesto al que aspiraba la diputada por
orden de su cúpula no era cualquier cosa, pues representa la tercera
autoridad del Estado, solo por detrás del Rey y del presidente del
Gobierno.
Cierto es que las posibilidades de que Vox
se alzara con la presidencia de las Cortes eran casi nulas, pero la
decisión de los de Abascal al menos tenía un componente simbólico
importante que servía para alzar la figura de Olona, darle 'cariño' y
lanzar el mensaje hacia dentro y hacia fuera de que ella es la mujer
fuerte del partido en la Cámara Baja.
El pozo sin fondo que es la experiencia de la diputada, además,
encaja hasta el final en los valores que pretende defender el partido para diferenciarse del PP y del PSOE.
Su salida del País Vasco estuvo envuelta en polémica. El PNV pidió su
cabeza porque estaba poniendo en jaque todo el sistema de subvenciones a
empresas afines a los nacionalistas, y el entonces presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, cedió a esas peticiones con el
fin de conseguir el apoyo del partido soberanista en los Presupuestos.
En junio de 2018, Olona abandonó la jefatura de la Abogacía del Estado
en el País Vasco y fue designada secretaria general de la empresa
pública Mercasa,
que tres meses antes había sido registrada por la Guardia Civil por
orden de la Audiencia Nacional. También en este último cargo sufrió
presiones que logró eludir para declarar ante el juez José de la Mata y ayudar en la investigación.
Su
carácter amable, para más inri, suaviza esos rasgos duros que presentan
otros compañeros y dirigentes de la formación. Su condición de mujer
—actualmente embarazada— también ayuda a un grupo compuesto
mayoritariamente por hombres a contrarrestar esa imagen de machismo que se achaca al partido, apoyado en las urnas sobre todo por el género masculino, que defiende la derogación de la Ley de Violencia de Género y ataca el feminismo de la izquierda política.
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