Día intenso en noticias que me interesan. Un informe de
la ONU afirma que la desigualdad creciente pone en riesgo la estabilidad
política y el progreso global. Y otro de Oxfam Intermón demuestra que
las mujeres se llevan la peor parte. La mayor amenaza para el progreso es la desigualdad, y de ello prácticamente no se habla. De hecho se airean mucho más las opiniones que disuaden de esa realidad.
La desigualdad tiene consecuencias concretas. En España, la mitad de los alumnos pobres repiten curso.
El porcentaje ha subido casi diez puntos en 12 años (los famosos años
de la siempre mentada crisis). A Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, lo
que le preocupa es el currículo académico de Historia para incluir más
contenidos sobre la cultura y el "legado" judío.
Hay carencias también en residencias geriátricas. Se
denuncia que la ratio actual es de 4,21 por 100 mayores de 65, lejos de
la ratio que marca la OMS y que España necesita crear 70.000 plazas en residencias para cubrir la demanda actual de personas mayores.
eldiario.es abría este viernes con una noticia de envergadura: "La investigación judicial a la policía política alcanza al Gobierno de Rajoy".
Es decir, las cloacas del Estado para ensuciar a sus rivales políticos y
lavar sus delitos. La prensa convencional amanecía entregada a
menesteres muy distintos de los mencionados.
Las noticias –o no noticias- que destacan buena parte de
los medios grandes parecen dedicadas, como vemos, a aquellos a quien les
importa más perseguir a Torra o Puigdemont, mantener la cruzada del "a
por ellos" contra los desobedientes catalanes que la desigualdad que
tantos males acarrea.
Pero la derecha y sus voceros
tenían otro de sus platos fuertes clásicos. Han decretado, poco después,
que el tema principal en la agenda era Venezuela. La visita del
autoproclamado presidente –que encima ha fracasado en su intento aun
abrazado a los EEUU de Trump y Pompeo- es una cuestión de Estado.
Ultraconservador y ultracatólico, es el perfil que gusta al poder para
América Latina. Pedro Sánchez y la UE le reconocieron.
Una UE algo
diferente en su composición a la que salió de las urnas en mayo de 2019.
La anterior había sancionado a Venezuela en sintonía con EEUU y
prohibió la entrada en nuestro espacio Schengen, entre otros, a Delcy
Rodríguez, vicepresidenta del país.
Recibirla o no en Madrid en un
ámbito privado es otro escándalo para la derecha tan selectiva. Porque,
entretanto, el saldo de tres meses de represión policial en Chile deja más de 2.000 heridos de bala y 158 querellas por violencia sexual.
Y no dicen ni media palabra.
El problema es que Chile no sirve a los
intereses políticos de una derecha cada vez más ultra, en donde Vox y PP
son ya indistinguibles, Ciudadanos se acerca cuanto puede desde ya su
exigua fuerza, y es masivo el apoyo mediático de su cuerda.
Felipe
González se ha sumado al grupo para disparar fuego amigo contra Sánchez,
todo lo contrario que Zapatero, que ha apoyado el presidente del
Gobierno. Y ha explicado –y merece la pena oírle- su visión del tratamiento dado a Venezuela.
La
derecha extrema marca la agenda y por tanto los contenidos y los
tiempos. Establece las prioridades y desplaza lo que no le interesa que
se vea y apenas cabe en el hueco que deja su preciso programa. Es el de
ellos, no se confundan. Esa derecha señala desde los titulares de los
medios hasta de qué se habla en las redes y en la calle, lo copa todo.
La ultraderecha fue sacada de su aparente hibernación precisamente por
los medios afines ideológicamente, por la codicia de los que priman los
réditos que produce su espectáculo, y la impericia de aquellos que
simplemente se dejan arrastrar por la corriente.
Sin duda por los
errores del sistema convencional que estallaron en la crisis de 2008 y
la tibieza de una parte de la sociedad. Ahora ya está normalizada para
gran parte de los medios. Si añadimos la sobreabundancia de noticias,
mezcladas con chascarrillos y fake news, se dibuja un panorama preocupante.
En la manoseada teoría de "los dos bandos" o "los dos lados",
del maniqueo y pueril blanco o negro, han logrado convencer a algunos
ciudadanos de que todo es válido, especialmente lo que coincide con "los
suyos". Hagamos la salvedad de que los "dos lados" son cada vez más la
verdad y la mentira, la educación y la ignorancia, la superficialidad y
la profundidad, la decencia y la trampa.
Y en modo alguno hablo de
adscripciones políticas de nuevo maniqueas sino del debate real que se
está produciendo. ¿Que las trampas coinciden con esa derecha que ha
colonizado hasta el criterio de muchas personas? Sí. Por afinidades y
por su masiva presencia en los medios.
Las ya tres
ultraderechas han logrado copar la actualidad con su PIN censor. Cargado
de mentiras hasta niveles de no creer que personas inteligentes hayan
entrado al trapo. Aquí también hay dos bandos: el del PIN y el del SMI
ninguneado éste por los medios grandes cuando no criticado. Y no es tan difícil informarse de la realidad.
Cada
día la amplia derecha elige sus prioridades en la agenda. Distraen,
encabritan y quitan tiempo para ocuparse de lo importante que suele
coincidir con lo real. Si volvemos a las portadas citadas más arriba,
veremos que trabajan en bloque con los telediarios y gran parte de las
tertulias, dañinas en su composición y objetivos. Aun así siguen
acaparando la atención de quien las elige como diversión, para ver qué
"equipo" gana.
Los bulos y noticias falsas han
infectado las Redes. Vuelan por WhatsApp y rompen el diálogo en Twitter.
Atacan como ejércitos organizados, por vocación o cobrando, a veces con
bots programados. También eligen a personas a quien atacar. Con
particular incidencia a las mujeres y más aún si son progresistas. A
mano siempre, el armario con tuits viejos y a menudo manipulados. Se
usan cuestiones personales o accesorias, cotilleos.
A esta tribu no la
verán criticando errores de envergadura, ni por supuesto el latrocinio
de sus políticos. Todo les sirve. No me hablen, si se respetan a sí
mismos, de que todos son iguales y compiten dos bandos con igual
credibilidad. Denle un par de vueltas si van de buena fe.
La
agresividad a la que están llegando merece respuesta judicial. El
europarlamentario de Vox y antiguo periodista Hermann Tertsch pidió "una inevitable" intervención de las Fuerzas Armadas ante el "proceso golpista" de Sánchez".
IU y Podemos lo han denunciado por si ha cometido delitos de odio,
provocación para la rebelión armada y amenazas al Gobierno de la nación.
Seguramente deberían intervenir otras instancias judiciales de oficio
ante cuanto estamos viendo.
Prioridad fija en la
agenda de la derecha y asimilados, Catalunya. Por encima hasta de tener
un Banco Central del Estado al que le preocupa se pongan topes del
alquiler, cuando la vivienda se ha convertido en un crudo problema para
muchos ciudadanos. Lean lo que cuesta tener un techo y lo que dice el Banco de España.
Catalunya
y para atacar al Gobierno de coalición, por descontado. La justicia
europea no cesa de evidenciar la diferente percepción que tiene con la
española en este caso. El abogado Gonzalo Boye, defensor de algunos de
los políticos independentistas, lo resumía así en este artículo:
"Lo que está quedando en evidencia es una clara disfunción entre el
ordenamiento jurídico nacional y el de la Unión (...) una visión del
derecho contraria a la europea y una manera de aplicar la ley que
repugna a las democracias consolidadas". Esta situación hay que
solucionarla. Para hoy y para el futuro.
Y puede ser
cierto que el Gobierno de Pedro Sánchez quiera modificar el Código
Penal, contradiciendo anteriores declaraciones, por facilitar los
acuerdos con los partidos catalanistas, pero no desvirtúen la necesidad
de las reformas. Los delitos de rebelión y sedición son de la España de
los Tercios de Flandes y de la derecha voxerizada. Y el contencioso con
Catalunya mandando a la caballería como gustaría a estos políticos, no
tiene lugar en este tiempo.
Las leyes las cambia el Congreso si cuenta
con mayoría, no el Gobierno. Los socios de Sánchez son Unidas Podemos,
no la larga lista que atribuyen los medios conservadores, varios de los
cuales apoyaron con su voto la investidura tanto de gobernantes del PP
como del PSOE. Pero no es solo eso, Europa –visto que ahora tiene
interlocutor válido en el Gobierno español- llama a reparar los daños a
nuestros derechos que nos infirió el PP. Comenzando por la Ley Mordaza.
Si no sacamos a la ultraderecha de marcar la agenda española, vamos a acabar como Polonia que ya cuenta con unas 80 ciudades "libres" –ay- de la "ideología" LGTB,
dicen. Y que ataca con similar furor al feminismo. Sus correligionarios
aquí están en la misma batalla. Con sus censuras, sus bulos, sus
ataques a las mujeres que osan hablar de sexualidad, mientras no cesa el
goteo de asesinadas y agredidas por la violencia machista. Otra mujer
hoy, en Casetas, Zaragoza, se ha salvado por poco, tras estar encerrada dos días por su pareja. ¿Cómo tienen el valor de negarlo?
El
fascismo empieza así, o se muestra ya avanzado así. Y sigue por
ningunear las noticias que marcan las huellas las políticas neoliberales
sobre la desigualdad, a distraer visceralmente de lo importante. Y aquí
igual sí que hay dos bandos clásicos. Frente a la única ideología que
no los respeta y aún los combate, yo estoy en el bando de aquellos a
quienes importa la democracia y los Derechos Humanos. Todos.
(*) Periodista
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