En su libro 'Tecnofeudalismo' (Editorial Deusto), el ex ministro de Economía, en un diálogo con su padre recientemente fallecido, asegura que avanzamos hacia un sistema donde “los mercados están siendo desplazados por feudos de la nube. Son feudos creados a partir de capital en la nube, del capital digital. En estos feudos productores y consumidores son vasallos o siervos del dueño de esa plataforma digital que se dedica a acumular renta” y donde “no existen medios de producción que ofrezcan la venta de productos, sino medios de producción de modificación del comportamiento”.
La solución es eminentemente política, crear las condiciones para frenar a las grandes corporaciones desde la política. Ahora bien, Varoufakis, que cuenta con una alargada experiencia como político, sabe cuál es el principal obstáculo: “La dificultad es cómo convertir este discurso en un programa político que pueda penetrar en la niebla que nuestros sistemas políticos crean para que sea imposible hablar realmente de lo que importa”.
En su libro, una larga conversación con su padre, le responde varias veces que no cuando le pregunta si el tecnofeudalismo es más capitalismo. Aunque desde un punto de vista marxista, ¿no es el tecnofeudalismo otro cambio de forma de valor en un sistema capitalista más oculto y más oscuro que no revela de forma transparente su verdadera naturaleza?
Mi punto de vista es totalmente marxista. En este libro he mirado la producción y la distribución a través de una lente marxista, así que no seamos apócrifos. El capitalismo es un sistema que se basa en dos mecanismos fundamentales: Un sistema de mercado descentralizado a través del cual pasa toda la actividad económica, desde el capital de trabajo a los bienes raíces, y la búsqueda del beneficio.
El feudalismo se basó en la renta de los siervos a sus señores. La renta sobrevivió a la gran transformación del feudalismo al capitalismo. Aunque la renta siempre fue omnipresente bajo el capitalismo, los dueños del capital que adquirieron más poder fueron los que consiguieron mayores beneficios.
Si mi hipótesis es correcta estamos en un proceso de cambio. Los mercados están siendo desplazados por lo que llamo los feudos de la nube. Son feudos creados a partir de capital en la nube, del capital digital. En estos feudos productores y consumidores son vasallos o siervos del dueño de esa plataforma digital que se dedica a acumular renta. Estas plataformas digitales como Amazon, Alibaba y demás no son mercados descentralizados, sino grandes feudos comerciales en la nube que carecen de todas las características de los mercados y donde alrededor del 40% de los ingresos se retiene en forma de rentas.
Esto ya no es capitalismo. Hemos avanzado a un nuevo sistema que se basa en la acumulación de rentas, que es muy diferente a todas las formas anteriores de capital, donde no existen medios de producción que ofrezcan la venta de productos, sino medios de producción de modificación del comportamiento.
La gran diferencia con el feudalismo o el capitalismo es que las personas necesitaban tener una tierra que cultivar o un salario con el que comprar comida, pero, de momento, ¿no cree que se puede vivir ajeno a las grandes plataformas digitales?
Fue posible vivir fuera del capitalismo, los hippies crearon pequeñas comunidades y se fueron al bosque. Robert Owens, el famoso socialista utópico del siglo XIX, creó toda una industria de cooperativas con áreas libres de capitalismo. No es imposible, las utopías surgieron aquí y allá.
Mi argumento es que avanzamos al tecnofeudalismo, que es muy diferente del feudalismo, aunque comparte algunas características. El capitalismo contenía aspectos del feudalismo de la misma manera que mi cuerpo contiene el ADN de serpientes y bacterias.
Pero hay una diferencia: una cosa que hace al tecnofeudalismo peor que el feudalismo y son los siervos. Con el feudalismo al menos tenían acceso a la tierra, producían alimentos y de los pedacitos de comida que el señor no les quitaba, tenían que vivir.
Mientras que hoy, cuando nuestros hijos o nosotros estamos en TikTok o publicamos vídeos, fotografías o textos en Facebook, estamos produciendo capital en la nube, pero no conseguimos medios de subsistencia. No podemos comer ni pagar el alquiler, lo que hace al tecnofeudalismo insostenible, más propenso a grandes crisis.
En general, no se puede vivir solo de estas plataformas digitales.
Esto plantea una cuestión muy interesante sobre la renta básica universal - yo apoyo un dividendo básico universal-, pero al mismo tiempo, reconozco el gran peligro de que la renta básica universal se convierta en el sustento para que los siervos digitales sigan siendo vasallos.
Como dice en su libro, la función principal de estas tecnomegacorporaciones es extraer rentas, no beneficios. Pero si una economía empieza a funcionar a base de rentas, se estancará. Así que su propia forma de funcionar hará que se extinga, ¿no?
Correcto, es incluso menos sostenible que el capitalismo o el feudalismo. Por eso sentimos que vivimos en una crisis muy profunda, en una multicrisis. Vivimos en un sistema extractivo e incapaz de reproducir los niveles de demanda agregada que son necesarios para mantener esta economía como está funcionando.
Así que los gobiernos están en estado de pánico. Por eso los bancos centrales siguen imprimiendo dinero. Los gobiernos han cedido cada vez más el trabajo de gobernar a los banqueros centrales porque necesitan reponer el dinero que corre por el sistema, el flujo circular de ingresos.
Los gobiernos están en bancarrota porque no pueden gravar con impuestos las rentas de estas grandes corporaciones. Amazon casi no paga impuestos pero canibaliza a las tiendas físicas y a las empresas en España y otros países. La capacidad del gobierno para financiarse se reduce. Así que incrementa la presión sobre el banco central para proporcionar dinero que crea presiones inflacionarias.
¿Qué deberían hacer los bancos centrales?
El verdadero problema son nuestros gobiernos y nuestros parlamentos, que han renunciado a hacer política y han cedido su obligación a los banqueros centrales. Los bancos centrales podrían ayudar dando a cada uno de nosotros una cartera digital, con moneda digital, que todos tuviéramos en la zona euro un monedero digital y cobrar el mismo tipo de interés que el BCE paga a un día a los bancos. Pero no lo puede hacer, no les van a dejar.
¿Por qué?
Los banqueros no lo van a permitir porque así es como extraen rentas financieras. La única manera es cambiar los estatutos del BCE y darle más independencia, ahora es completamente dependiente de los banqueros. Solo se puede conseguir que cambie a través de la política. Por eso, a pesar de mis años, sigo en política, no en primera línea, pero sigo porque no hay otra forma de hacer cambios. No hay obstáculos técnicos, es un problema político.
¿Por qué cree que los sindicatos tradicionales no han sabido adaptarse a estas empresas y no tienen la capacidad de influir en su toma de decisiones?
El poder de extraer plusvalías se ha trasladado a capitalistas con los que los sindicatos no tienen una relación directa. El empresario se ha convertido en vasallo de algún feudo en la nube, de Jeff Bezos, por ejemplo, que se lleva un 40% del precio de un producto final en Amazon. El empleador no se queda con la plusvalía que extrae.
¿Qué sentido tiene negociar con él? Y no pueden negociar con Bezos, está en otro continente y le importa un comino. Así que esencialmente se agota la capacidad de los sindicatos para reclamar la plusvalía que corresponde a los trabajadores, porque el propio capitalista se ha convertido en un vasallo, ese es el punto central de mi libro.
Pero tiene que haber otras formas de reivindicar los derechos laborales.
No estoy argumentando en contra de los sindicatos. Lo que digo es que los sindicatos deben seguir trabajando duro y deben internacionalizarse, al igual que se ha internacionalizado la nube capitalista y las finanzas. Necesitamos sindicatos internacionales y una alianza entre los usuarios, lo que yo denomino, proletarios de la nube.
En la Internacional Progresista, de la que soy miembro activo, empezamos la campaña Make Amazon Pay con el objetivo de que esta empresa remunere a sus trabajadores de forma justa, por su impacto en el medio ambiente y pague sus impuestos. Deberíamos hacer un boicot masivo de consumidores a Amazon solo por ese día, pero los sindicatos suelen posicionarse en contra porque tienen miedo de que sus empleadores o Amazon les lleven a los tribunales.
Uno de los problemas de las grandes corporaciones tecnológicas es que aparentemente son gratuitas y funcionan con la participación de la gente, con lo que hacen muy difícil identificarlas como algo negativo. ¿Cómo convencer a los jóvenes de su peligro?
Siempre ha sido el problema de los revolucionarios de izquierdas, incluso en la sociedad esclavista. ¿Cómo convenció Espartaco a los jóvenes esclavos para que se rebelaran? No es fácil, porque la mente humana tiene tendencia a dar por sentado el statu quo y asumir que las cosas son como tienen que ser. Movilizar a los jóvenes siempre ha sido una empresa muy dura.
Hoy en día, con mi experiencia de ir por todo el Mundo y hablar de este libro creo que no es tan difícil. Sólo hay que explicarles la forma en la que funciona el capital en nube. La dificultad es cómo convertir este discurso en un programa político que pueda penetrar en la niebla que nuestros sistemas políticos crean para que sea imposible hablar realmente de lo que importa.
¿Deberíamos tener en Europa campeones digitales o sería adoptar la fórmula son ‘cabrones, pero son nuestros cabrones’?
La respuesta no es intentar crear nuestro propio Google o un Facebook europeo. De todos modos, no podemos. Los chinos lo han conseguido, pero porque están organizados de otra manera. Europa está completamente fragmentada, cada vez somos más irrelevantes.
Pretendemos ser una gran potencia, pero somos una broma. La gente en Silicon Valley o en Shanghai, incluso en la India, miran a Europa y se ríen. Tenemos una opinión muy elevada de nosotros mismos, que no se refleja en nuestra capacidad real.
La respuesta no es tener megacorporaciones europeas globales para oponerse a la nube de los chinos o de los estadounidenses. La respuesta es crear algoritmos públicos que se puedan regalar, como un bien público, a las empresas para que construyan su propio capital en la nube, un capital en la nube de propiedad común y cooperativa que les permita retener y repartir la plusvalía.
Y que estas empresas utilicen los datos de los clientes de una manera democrática y respetuosa. Necesitamos algoritmos de propiedad pública, necesitamos crear un procomún de capital en la nube.
De verdad cree que es posible, hay muchos intereses en juego.
Por supuesto que es posible. Lo he visto. He trabajado con fantásticos programadores aquí en Europa -en Barcelona, en Londres- que han creado algoritmos extremadamente útiles para apoyar a las cooperativas.
Tengo un proyecto en Estados Unidos, con 20.000 cooperativas, que producimos algoritmos para que puedan funcionar como verdaderas cooperativas económicas democráticas. Es perfectamente posible, pero tenemos que protegerlas de los buitres y los depredadores que son capaces de comprarlas, destruirlas o boicotearlas. Estas megacorporaciones tienen un poder exorbitante, pero se les puede frenar desde la política. Europa puede hacerlo.
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