Por utilizar el símil futbolístico tan de su agrado, que hasta hablaba de la Champion´s para explicar economía, Zapatero ha sacado nuevos jugadores con el exclusivo propósito de ganar en la prórroga las próximas elecciones, desde las municipales de mayo próximo hasta generales. Esa es la razón de que se haya rodeado de un núcleo duro en el que reina soberanamente Pérez Rubalcaba como vicepresidente, como ministro, como portavoz y hasta como capitán.
¿Quién mejor que él para vender la mercancía, por deteriorada que esté, si ya lo hizo con Felipe González en la etapa más aciaga del PSOE? ¿Y quién mejor que Rubalcaba para sacar de la frustración y la modorra a las bases de la izquierda, empresa en la que se reveló como un consumado maestro de la agitación entre el 11-M y el 14-M de 2004 con una sola palabra: "Pásalo"? Si a ello añadimos la incorporación de Ramón Jáuregui, rescatado del exilio europeo, que fue el jefe de campaña electoral que llevó a Felipe González a la victoria en 1993 pese a los pésimos augurios de las encuestas, se verá a las claras cuál a qué obedece la remodelación del Gobierno. Zapatero quiere dar la batalla en las municipales y ensayar si el "cañón Berta" que ha puesto en manos de Rubalcaba le permitirá ganar otra vez a Rajoy.
¿Significa todo ello que Rubalcaba es el elegido para suceder a Zapatero? Esa es la interpretación casi general, pero no quiere decir que sea la acertada. De momento, sólo es su parapeto y la ametralladora contra el PP. Si la estrategia funciona, es muy probable que Zapatero se vuelva a presentar, pero si fracasa, entonces ya será cosa del partido elegir a su sucesor. Ahora bien, es evidente que Rubalcaba va a jugar a fondo su carta más valiosa para ganarse la investidura como sucesor: la rendición de ETA. Así como hace cuatro años el ministro del Interior no era tan optimista como Zapatero, ahora sí ve probable el fin de la banda terrorista y no quiere que, cuando llegue ese día, él esté en fuera de juego. Con el as de ETA en la manga, Rubalcaba estaría en condiciones de canjearla por una designación a presidente de Gobierno sin que sonara a "dedazo".
Los demás cambios y algunas reválidas del Gobierno son meros afeites cosméticos. Así, Rosa Aguilar es el guiño a la izquierda del voto útil, un gesto para que las bases desmoralizadas resistan la tentación de pasarse a Cayo Lara. Lo mismo cabe decir con Valeriano Gómez, fontanero de la cosa laboral que tiene buen cartel entre los sindicatos, con los que sostuvo pancarta en 29-S. O sea, un amigo para que los daños colaterales no se salgan de madre.
En este juego de equilibrios (compensación de líneas, que se dice en el argot futbolero), la salida de Bibiana Aído del ministerio de propaganda feminista es compensada por el ascenso de Leire Pajín, galardonada así por los servicios prestados en Ferraz y, sobre todo, para que no los siga prestando. En todo caso, no parece que cambiar bibianas por leires pueda provocar una conmoción planetaria en La Moncloa. Las fértiles promesas, los ditirambos y los parabienes con que fueron presentados en su día los ministerios de Igualdad y de Vivienda suenan hoy a fiasco y propaganda baldía, es decir, a lo que eran en realidad. Pero con tanto baile de faldas, quien se ha quedado compuesta y si supercargo es Carme Chacón, que aspiraba a lo más y a cargar sobre su delicada espalda todo el peso de socialismo catalán en el Gobierno. Por lo demás, se entiende que la permanencia de Salgado obedezca a dos razones: porque es fiel escudera de Rubalcaba y porque los mercados financieros no entendería la utilidad de cambiar de caballos en mitad del río, cuando más fuerte es la corriente de la crisis. Y lo mismo cabe decir de la decapitación sin anestesia de Moratinos: dados los charcos en los que se metido durante los dos últimos años, sobre todo Venezuela, Marruecos y Gibraltar, a Rubalcaba le sobraba.
¿Quién mejor que él para vender la mercancía, por deteriorada que esté, si ya lo hizo con Felipe González en la etapa más aciaga del PSOE? ¿Y quién mejor que Rubalcaba para sacar de la frustración y la modorra a las bases de la izquierda, empresa en la que se reveló como un consumado maestro de la agitación entre el 11-M y el 14-M de 2004 con una sola palabra: "Pásalo"? Si a ello añadimos la incorporación de Ramón Jáuregui, rescatado del exilio europeo, que fue el jefe de campaña electoral que llevó a Felipe González a la victoria en 1993 pese a los pésimos augurios de las encuestas, se verá a las claras cuál a qué obedece la remodelación del Gobierno. Zapatero quiere dar la batalla en las municipales y ensayar si el "cañón Berta" que ha puesto en manos de Rubalcaba le permitirá ganar otra vez a Rajoy.
¿Significa todo ello que Rubalcaba es el elegido para suceder a Zapatero? Esa es la interpretación casi general, pero no quiere decir que sea la acertada. De momento, sólo es su parapeto y la ametralladora contra el PP. Si la estrategia funciona, es muy probable que Zapatero se vuelva a presentar, pero si fracasa, entonces ya será cosa del partido elegir a su sucesor. Ahora bien, es evidente que Rubalcaba va a jugar a fondo su carta más valiosa para ganarse la investidura como sucesor: la rendición de ETA. Así como hace cuatro años el ministro del Interior no era tan optimista como Zapatero, ahora sí ve probable el fin de la banda terrorista y no quiere que, cuando llegue ese día, él esté en fuera de juego. Con el as de ETA en la manga, Rubalcaba estaría en condiciones de canjearla por una designación a presidente de Gobierno sin que sonara a "dedazo".
Los demás cambios y algunas reválidas del Gobierno son meros afeites cosméticos. Así, Rosa Aguilar es el guiño a la izquierda del voto útil, un gesto para que las bases desmoralizadas resistan la tentación de pasarse a Cayo Lara. Lo mismo cabe decir con Valeriano Gómez, fontanero de la cosa laboral que tiene buen cartel entre los sindicatos, con los que sostuvo pancarta en 29-S. O sea, un amigo para que los daños colaterales no se salgan de madre.
En este juego de equilibrios (compensación de líneas, que se dice en el argot futbolero), la salida de Bibiana Aído del ministerio de propaganda feminista es compensada por el ascenso de Leire Pajín, galardonada así por los servicios prestados en Ferraz y, sobre todo, para que no los siga prestando. En todo caso, no parece que cambiar bibianas por leires pueda provocar una conmoción planetaria en La Moncloa. Las fértiles promesas, los ditirambos y los parabienes con que fueron presentados en su día los ministerios de Igualdad y de Vivienda suenan hoy a fiasco y propaganda baldía, es decir, a lo que eran en realidad. Pero con tanto baile de faldas, quien se ha quedado compuesta y si supercargo es Carme Chacón, que aspiraba a lo más y a cargar sobre su delicada espalda todo el peso de socialismo catalán en el Gobierno. Por lo demás, se entiende que la permanencia de Salgado obedezca a dos razones: porque es fiel escudera de Rubalcaba y porque los mercados financieros no entendería la utilidad de cambiar de caballos en mitad del río, cuando más fuerte es la corriente de la crisis. Y lo mismo cabe decir de la decapitación sin anestesia de Moratinos: dados los charcos en los que se metido durante los dos últimos años, sobre todo Venezuela, Marruecos y Gibraltar, a Rubalcaba le sobraba.
http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=110294&cod_aut=
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