ALMERÍA.- En los barrios de chabolas situados en las inmediaciones de las grandes
extensiones de invernaderos de Almería, conocido como “el mar de
plástico”, en el sur de España, la ONG Médicos del Mundo ofrece
controles sanitarios y alimentos a los migrantes que se han quedado sin
trabajo durante el brote de coronavirus.
Las restricciones sobre el número de personas que pueden viajar en
automóvil, impuestas a mediados de marzo como parte de las estrictas
medidas de confinamiento de España, hacen que muchos migrantes no puedan
desplazarse hasta los campos para trabajar.
Los capataces suelen
recoger a los trabajadores en las ciudades para llevarlos a los campos
de cultivo, pero ahora los conductores deben restringir el número de
quienes viajan en coche para evitar ser multados por la policía.
“No
tenemos trabajo, el jefe solo puede llevar a uno o dos personas más”,
dijo Adama, un migrante de Malí que llegó a España en barco hace 12
años.
“Llevamos mucho tiempo sin trabajo, casi dos meses. Nos
quedamos en casa sin trabajo, sin nada”, añadió, de pie en su casa
improvisada.
España ha experimentado un reciente aumento de la
inmigración, ya que tras la dura crisis entre 2008 y 2013 ha disfrutado
de una fase de crecimiento económico, con el sector agrícola del sur del
país dependiendo durante muchos años de los trabajadores migrantes para
la cosecha.
En
el municipio de Níjar, en Almería, los migrantes, en su mayoría
procedentes de Marruecos y del África subsahariana, hacen cola en un
área de matorrales junto a una carretera muy transitada para tomarse la
temperatura.
Los trabajadores sanitarios, a veces comunicándose
en el francés nativo de algunos migrantes, les piden que mantengan una
distancia de dos metros mientras esperan en la fila.
Cerca de
allí, otro trabajador de la ONG protegido con una mascarilla y guantes
reparte aceite y leche. En los asentamientos cercanos, las viviendas
están construidas con marcos de madera envueltos con lonas.
“Médicos del Mundo no suele repartir comida”, dice Vladimir Morante, el coordinador de la ONG en Andalucía.
“Pero dada la situación no tenemos otra opción.”
Hasta
6.000 inmigrantes viven en estos asentamientos improvisados, dice la
organización. Médicos del Mundo ha intensificado su labor durante el
confinamiento, distribuyendo cerca de 3,5 toneladas de alimentos en los
últimos dos días. También están repartiendo mascarillas y lejía.
Los
trabajadores sanitarios colocan mesas con pantallas de plexiglás
improvisadas y consultan a los migrantes sobre su salud mientras les
hablan de medidas como el distanciamiento social.
Sin embargo, vivir en condiciones de hacinamiento con tanta gente en una vivienda lo complica todo.
“Poder
aplicarla (esta medida) es prácticamente imposible”, dice Morante.
“Viven totalmente hacinados, es imposible mantener una distancia
segura”.
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