CIUDAD DEL VATICANO.- “Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos
será el Reino de los Cielos”. La última Bienaventuranza es el tema de
la catequesis del Santo Padre este miércoles, 29 de abril de 2020.
“Queridos hermanos y hermanas, hoy concluimos las catequesis
dedicadas a las bienaventuranzas, y lo hacemos con la última de ellas
que proclama la alegría que viene de la persecución a causa de la
justicia. Esta bienaventuranza culmina un camino, que es el que conduce
de una vida según este mundo a la de Dios, de una vida guiada por el
egoísmo a la del Espíritu”, lo dijo el Papa Francisco en su catequesis
en la Audiencia General de este miércoles, 29 de abril de 2020, la misma
que fue transmitida en directo desde la biblioteca del Palacio
Apostólico del Vaticano.
Las Bienaventuranza un camino unificado
En su catequesis, el Santo Padre señaló que esta última
Bienaventuranzas evangélica nos habla de la alegría escatológica de los
perseguidos por la justicia. “Esta bienaventuranza anuncia la misma
felicidad que la primera: el reino de los Cielos es de los perseguidos
así como es de los pobres de espíritu; así comprendemos que hemos
llegado al final de un recorrido unificado desarrollado en las
proclamaciones anteriores”. La pobreza de espíritu, el llanto, la
mansedumbre, la sed de santidad, la misericordia, la purificación del
corazón y las obras de paz pueden conducir a la persecución por causa de
Cristo, pero esta persecución al final es causa de alegría y de gran
recompensa en el cielo.
El mundo rechaza las Bienaventuranzas
La vida según el mundo, afirmó el Pontífice, con sus ídolos, sus
compromisos y sus prioridades, no puede aprobar este tipo de existencia.
Las "estructuras de pecado", precisó el Papa, a menudo producidas por
la mentalidad humana, tan ajenas al Espíritu de verdad que el mundo no
puede recibir (cf. Jn 14,17), sólo pueden rechazar la pobreza o la
mansedumbre o la pureza y declarar la vida según el Evangelio como un
error y un problema, por lo tanto como algo que hay que marginar. Así
piensa el mundo: estos son idealistas o fanáticos. Así piensan ellos.
El testimonio cristiano es incomodo para el mundo
Por ello, el Papa Francisco subrayó que el testimonio cristiano
muchas veces se convierte en una molestia para el sistema de la codicia.
Esta palabra “incomodidad”, es clave, porque solo el testimonio
cristiano, que hace tanto bien a la gente porque lo sigue, incomoda a
quienes tienen una mentalidad mundana. Lo viven como un reproche.
“Cuando aparece la santidad y surge la vida de los hijos de Dios, en esa
belleza hay algo incómodo que exige una postura: o se cuestiona y se
abre a la bondad o se rechaza esa luz y se endurece el corazón, incluso
hasta la oposición y el ensañamiento”. Es curioso, llama la atención ver
como en las persecuciones de los mártires, crece la hostilidad hasta el
ensañamiento.
Hoy hay más mártires que en los primeros siglos
Todo esto, precisó el Santo Padre, muestra que el drama de la
persecución es también el lugar de la liberación del sometimiento al
éxito, la vanagloria y los compromisos del mundo. Porque como dice el
Evangelio, ¿de qué sirve que un hombre gane el mundo entero y pierda su
vida?" (Mc 8, 36). “Es doloroso recordar que, en este momento, hay
muchos cristianos que sufren persecución en varias partes del mundo, y
debemos esperar y rezar para que lo antes posible su tribulación se
detenga. Son muchos: los mártires de hoy, hay más mártires que en los
primeros siglos. Expresemos a estos hermanos y hermanas nuestra
cercanía: somos un solo cuerpo, y estos cristianos son los miembros
sangrantes del cuerpo de Cristo que es la Iglesia”.
El desprecio de los hombres no es sinónimo de persecución
Asimismo, el Pontífice advirtió que, debemos tener cuidado de no leer
esta Bienaventuranza de una manera victimista, autocompasiva. En
efecto, no siempre el desprecio de los hombres es sinónimo de
persecución: justo después de que Jesús dice que los cristianos son la
"sal de la tierra", y advierte contra la "pérdida del sabor", de lo
contrario la sal "no sirve para otra cosa que para ser tirada y
pisoteada por los hombres" (Mt 5,13). Por lo tanto, también hay un
desprecio que es nuestra culpa cuando perdemos el sabor de Cristo y del
Evangelio. “Debemos ser fieles al camino humilde de las
Bienaventuranzas, porque es eso lo que lleva a ser de Cristo y no del
mundo. Vale la pena recordar el camino de San Pablo: cuando creía ser un
justo, era de hecho un perseguidor, pero cuando descubrió que era un
perseguidor, se convirtió en un hombre de amor, que afrontaba con gusto
los sufrimientos de la persecución que sufría”.
La presencia de Jesús siempre nos consuela
Finalmente, el Papa Francisco dijo que, la exclusión y la
persecución, si Dios nos concede la gracia, nos hacen parecer a Cristo
crucificado y, asociándonos a su pasión, son la manifestación de la vida
nueva. Esta vida es la misma que la de Cristo, que por nosotros los
hombres y por nuestra salvación fue "despreciado y rechazado por los
hombres". Aceptar su Espíritu puede llevarnos a tener tanto amor en
nuestros corazones que ofrezcamos nuestras vidas por el mundo sin
comprometerse con sus engaños y aceptando el rechazo. Los compromisos
con el mundo son un peligro: el cristiano siempre es tentado de hacer
pactos con el mundo, con el espíritu del mundo. Esto – rechazar los
compromisos e ir por el camino de Jesucristo – es la vida del Reino de
los Cielos, la mayor alegría, la verdadera felicidad. Y luego, en las
persecuciones siempre está la presencia de Jesús que nos acompaña, la
presencia de Jesús que nos consuela y la fuerza del Espíritu que nos
ayuda a ir adelante.
Sigamos la senda de las bienaventuranzas
Antes de concluir su Audiencia General, el Papa Francisco saludó
cordialmente a los fieles de lengua española que siguen esta catequesis a
través de los medios de comunicación social. “Los animo a seguir la
senda de las bienaventuranzas, haciéndolas vida con quienes tienen cerca
y sufren, de modo particular en estos momentos de adversidad y
dificultad. El Señor les concederá experimentar, en medio de las
circunstancias que les toca vivir, una gran alegría y paz interior”.
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