VALENCIA.- Bañarse en la playa no debería ser un foco de contagio del coronavirus por el efecto de dilución que tiene el mar, y los porcentajes de probabilidad serían «casi anecdóticos»,
según asegura Sergi Maicas, profesor titular del departamento de
Microbiología de la Universidad de Valencia (UV).
A juicio del también
director del Máster en biología molecular, celular y genética, «otra
cosa» es que la persona que está en la playa salude a otra dándole la
mano o se tumbe en la misma toalla que haya usado otro, y luego diga que
se ha contagiado porque se ha bañado, cuando seguramente lo habrá hecho
por estar en contacto físico con alguien infectado.
«El problema no será que te bañes sino que antes de entrar ya lo podrías tener», apunta.
«Si
la pregunta va encaminada a si nos podremos bañar este verano, nadie en
su sano juicio te va a decir un sí o un no rotundo porque la duda
siempre existe», señala Maicas.
Según Maicas, «yo no voy a poner el cartel de báñese usted que no va a pillar nada, pero cierta lógica nos dice que no»,
indica para añadir que solo por el efecto de dilución hay pocas
posibilidades y si además las personas se bañan a tres metros de
distancia, es muy improbable que puedan contagiarse.
A juicio del microbiólogo, hay «tantos factores que si esto persiste, lo más sencillo para las autoridades sanitarias será decir que no se bañe nadie».
«Por lógica, si una persona asintomática o una persona que ya se ha curado y tiene poco o nada de virus se baña en la playa y luego tu lo haces, solo por el efecto de dilución en principio no debería haber mayor problema y los porcentajes de probabilidad deberían ser casi anecdóticos», subraya el profesor.
Según explica, se debe tener en cuenta lo que se llama «dosis infectiva», lo que significa que si una persona está en la fase final o muy al principio de la enfermedad y se baña en el mar, «como se diluye es como si no hubiera nada».
«Otra cosa es que una persona que está en la fase complicada de la enfermedad decide bañarse en su casa y después de hacerlo, para ahorrar agua, decide bañar a los niños con la misma agua. Todo depende de muchos factores», puntualiza.
Los estudios más especializados señalan que hay ensayos con este virus y con otros, sobre todo en superficies donde es más fácil el recuento 'in vitro', como aluminio, madera, cartón o plástico.
Respecto a que la presencia de cloro en las piscinas mata al virus, ha indicado que «parece ser que afecta», aunque también subraya que una dosis excesiva en el agua puede llevar a otro tipo de problemas oculares o dermatológicos.
A juicio del microbiólogo, hay «tantos factores que si esto persiste, lo más sencillo para las autoridades sanitarias será decir que no se bañe nadie».
«Por lógica, si una persona asintomática o una persona que ya se ha curado y tiene poco o nada de virus se baña en la playa y luego tu lo haces, solo por el efecto de dilución en principio no debería haber mayor problema y los porcentajes de probabilidad deberían ser casi anecdóticos», subraya el profesor.
Según explica, se debe tener en cuenta lo que se llama «dosis infectiva», lo que significa que si una persona está en la fase final o muy al principio de la enfermedad y se baña en el mar, «como se diluye es como si no hubiera nada».
«Otra cosa es que una persona que está en la fase complicada de la enfermedad decide bañarse en su casa y después de hacerlo, para ahorrar agua, decide bañar a los niños con la misma agua. Todo depende de muchos factores», puntualiza.
Los estudios más especializados señalan que hay ensayos con este virus y con otros, sobre todo en superficies donde es más fácil el recuento 'in vitro', como aluminio, madera, cartón o plástico.
Respecto a que la presencia de cloro en las piscinas mata al virus, ha indicado que «parece ser que afecta», aunque también subraya que una dosis excesiva en el agua puede llevar a otro tipo de problemas oculares o dermatológicos.
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