Así principia su relato en el periódico ABC Ana María Ángel, una psicóloga forense y clínica a la que en octubre dieron el alta médica, después de protagonizar en primavera un caso extraño que los médicos han relacionado con la vacuna de Pfizer.
«No tenemos una evidencia científica, pero sí una gran sospecha -dice la doctora que ha llevado su caso en Toledo-, aunque nunca vamos a poder demostrarlo».
Al día siguiente, Ana volvió a Urgencias, donde le atendieron un internista y una de las dos nefrólogas que han estudiado su caso. «Les enseñé fotos de cómo era tres semanas antes; alguien que no tenía nada que ver con la Ana que tenían delante. Ni siquiera tenía ropa para ponerme -relata-. Perdía muchísimas proteínas por la orina. El hígado, el tiroides y los riñones se volvieron locos y me inyectaron un anticoagulante para no fabricar trombos», relata.
Perdiendo proteínas
Para entonces ya estaba en manos de la nefróloga María Ángeles Fernández Rojo. «La conocí en Urgencias del hospital -explica la doctora-. Nos avisaron como nefrólogos porque pensaban que esa hinchazón podía estar relacionada con un problema de riñón, como efectivamente así nos pareció. Ella nos dijo que el único antecedente que pudiera estar relacionado era que la habían vacunado de la segunda dosis unos días antes».
La nefróloga citó a Ana en su consulta 48 horas después y la analítica confirmó que sufría un síndrome nefrótico: «Estaba perdiendo proteínas por los riñones porque estaban inflamados; es lo que le producía esa hinchazón». Se le administró un tratamiento sintomático con corticoides por vía oral y se vigiló su evolución. También se le propuso hacer una biopsia renal para saber exactamente lo que ocurría, pero Ana pidió esperar.
«Comenzamos a leer en la literatura científica internacional, pero sólo se había publicado otro caso, aunque el de Ana era mucho más evidente por la relación de la vacuna con el tiempo y la aparición de los síntomas», continúa la nefróloga.
Mecanismo desconocido
«Empezamos a sospechar que podía tener relación, pero nunca vamos a poder demostrarlo, al igual que todos los casos publicados después», advierte la facultativa. «Lo relacionamos causa/ efecto, pero no sabemos el mecanismo por el que la vacuna ha podido desencadenar esa patología, aunque se está estudiando. Tenemos la gran sospecha de que ha sido la vacuna por la forma de presentación de los síntomas, por la evolución y por lo que se ha descrito en la literatura», recalca.
Ana se recuperó unos meses después y le dieron el alta en octubre. «Comprobamos en dos consultas que había remitido de forma casi espontánea; estaba curada y sin secuelas», resume María Ángeles Fernández, quien recuerda que en septiembre la prensa generalista publicó algunos casos relacionados con la vacuna de Pfizer.
«Es cierto que son casos muy raros y que sus síntomas han desaparecido sin dejar secuelas. Ya se han descrito, pero el de Ana fue de los primeros y no sabíamos qué iba a pasar». Ahora la mujer de aquel caso raro, colaboradora de ABC, sigue con su trabajo de psicóloga y sexóloga en Toledo.
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