"No queremos combatir con nadie, Rusia nunca ha atacado a nadie. Maravilla que un poderoso y gran país no haya atacado a nadie, solo ha defendido sus fronteras", ha dicho el jerarca ortodoxo en plena marcha de la campaña militar en el territorio ucraniano.
Kiril, cuyo padre supuestamente bautizó al de Putin, tiene todas la papeletas para convertirse en el primer cabeza de una Iglesia con decenas de millones de feligreses sometido a sanciones internacionales.
"El Patriarca tomó personalmente la decisión de ser uno de los ideólogos del sistema político creado por Putin", ha dicho el teólogo Serguéi Chapnin, que trabajó durante quince años para el Patriarcado de Moscú.
En su opinión, Kiril se ha convertido en uno de sus principales aliados del jefe del Kremlin "hasta el punto de justificar la guerra en Ucrania".
"Quisiera recordar a los autores de la iniciativas sancionadoras que el patriarca de Moscú y toda Rusia Kiril proviene de una familia que durante decenios fue perseguida por su fe durante la beligerante herejía comunista", afirmó Vladímir Legoida, uno de los portavoces de la IOR, en su canal de Telegram.
Agregó que "hay que desconocer totalmente la historia de la Iglesia ortodoxa para intentar intimidar a su clero y sus creyentes con la inclusión en ciertas listas", en relación con las presuntas sanciones que podrían serle impuestas.
Nacido el 26 de diciembre de 1946 con el nombre secular de Vladímir Gundiáyev, Kiril fue entronizado en 2009.
El año pasado, Putin, que se confiesa creyente ortodoxo, impuso a Kiril la orden de San Andrés, la mayor distinción del país.
"Somos conscientes de que vivimos en un país feliz (...). Hoy Rusia avanza por su senda histórica con una gran reserva de solidez", dijo la cabeza de la IOR al agradecer la distinción.
Kiril nunca ha escatimado elogios para Putin: en 2012 calificó la elección de Putin como un "milagro de Dios" y al propio mandatario como "el único defensor del cristianismo en el mundo".
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