VALENCIA.- El corto periodo de tiempo entre el congreso regional y el provincial
ha propiciado que Rus sea, finalmente, candidato único a la reelección.
Pese a aparecer en el 12º congreso regional del PP como traidor —sus
seguidores castigaron la inclusión de Castellano en la candidatura de
Fabra con un 19% de votos en blanco—, Rus ha intentado en la última
semana recomponer puentes con Alberto Fabra, a quien ha solicitado
disculpas, según 'El País'.
La opción de presentar un candidato alternativo —se tanteó incluso
con la posibilidad de que pudiese ser el concejal de Valencia, Jorge
Bellver— fue descartada por Fabra esta misma semana. Fuentes del PP
arguyen dos razones. Por un lado, una confrontación abierta en el seno
del PP hubiese provocado una crisis institucional en la Diputación de
Valencia. Por otro, Rus ya había recogido la gran mayoría de los 2.500
avales que ha presentado como candidato.
Este congreso, sin embargo, no está cerrado, porque la dirección
regional intentará en las semanas que restan para el congreso provincial
que la votación sobre Rus evidencie su declive. Y el castigo tendrá
forma de votos en blanco, como los que recibió Fabra
El PP valenciano está a punto de completar su tercera reinvención
desde que se alzara con la presidencia de la Generalitat en 1995. En
poco más de dos meses y medio, los populares habrán renovado la
dirección regional, que entronizó a Fabra el pasado 19 de mayo, y las
tres direcciones provinciales —los cónclaves están previstos para el 13 y
el 14 de julio—.
En ese corto espacio de tiempo, Fabra habrá ahormado el partido a su
figura, aunque no sin problemas, como lo demostró el 19% de voto en
blanco que obtuvo su candidatura en el congreso regional. Pese a ello,
apenas unas semanas le han bastado para dejar claro que su liderazgo se
va a consolidar en el seno del PP valenciano en un tiempo récord.
Alberto Fabra ya ha dejado claro a cargos y militantes que el partido
ahora tiene la misión de arropar al Consell y al Gobierno y explicar en
las calles las decisiones adoptadas. Un escenario en el cual Fabra ha
decidido que no tienen cabida las luchas internas. Estas dos ideas y el
posibilismo del que ha hecho gala se ha traducido finalmente en una
candidatura única en cada uno de los tres cónclaves que tendrán lugar el
mes que viene.
En Castellón, la transición entre el presidente saliente del PP
provincial, Carlos Fabra, y el entrante, Javier Moliner, estaba ya
encarrilada desde que Alberto Fabra sustituyó a Francisco Camps en la
presidencia de la Generalitat. En esta provincia, todos son conscientes
de que el auténtico poder territorial de la provincia lo ostenta ahora
el jefe del Consell, que ha promocionado en la Administración valenciana
a un buen número de castellonenses.
El poder territorial del PP en la provincia de Alicante ya está,
aunque de manera oficiosa hasta la celebración del congreso, en manos
del vicepresidente del Consell, José Ciscar.
Las distintas tribus populares que pueblan la provincia, tras años de
enfrentamiento entre zaplanistas y campistas han sido agrupados bajo la
égida de Ciscar, mano derecha de Fabra en Presidencia de la
Generalitat.
Ciscar tuvo luz verde en el congreso regional celebrado en Alicante
para allanar su camino. En ese cónclave situó de número tres de la
dirección regional a un hombre de su confianza —César Sánchez, alcalde
de Calp— y dio entrada en puestos de relevancia a un buen número de
alicantinos, como Miguel Ortiz o Macarena Montesinos. El debilitamiento
de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y de la portavoz de
Orihuela, Mónica Lorente, tocadas por los escándalos del caso Brugal;
así como el poco músculo del partido en Benidorm y Alcoi —ahora en la
oposición— han facilitado la toma de control por parte de Ciscar, que
solo ha tenido que reprimir las pretensiones de la alcaldesa de Elche,
Mercedes Alonso. La alcaldesa ilicitana, con fama de impulsiva, no dudó
en postularse ante Alberto Fabra como presidenta provincial del PP en
Alicante. La negativa, lejos de achantarla, la llevó a exigir el puesto
de secretaria provincial. Una pretensión que, esta vez, rechazó el
propio Ciscar, que consideró la idea poco menos que descabellada.
Ante el desplante, Mercedes Alonso anunció su intención de
presentarse como candidata contra Ciscar. El farol, sin embargo, apenas
ha durado unos pocos días. La ausencia de apoyos en una provincia donde
todos han identificado ya al caballo ganador y, sobre todo, la
advertencia de que la elección de los compromisarios de Elche al
congreso provincial podía convertirse en su tumba llevaron a Alonso a
retirarse con la única promesa de que los ilicitanos estarán bien
representados en la nueva dirección.
En la provincia de Valencia, el resultado no ha sido tan satisfactorio como deseaba Alberto Fabra.
El presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, apoyado por
la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha aguantado el envite del nuevo
secretario regional, Serafín Castellano, para intentar desalojarlo de
la presidencia provincial del PP.
El corto periodo de tiempo entre el congreso regional y el provincial
ha propiciado que Rus sea, finalmente, candidato único a la reelección.
Pese a aparecer en el 12º congreso regional del PP como traidor —sus
seguidores castigaron la inclusión de Castellano en la candidatura de
Fabra con un 19% de votos en blanco—, Rus ha intentado en la última
semana recomponer puentes con Alberto Fabra, a quien ha solicitado
disculpas.
La opción de presentar un candidato alternativo —se tanteó incluso
con la posibilidad de que pudiese ser el concejal de Valencia, Jorge
Bellver— fue descartada por Fabra esta misma semana. Fuentes del PP
arguyen dos razones. Por un lado, una confrontación abierta en el seno
del PP hubiese provocado una crisis institucional en la Diputación de
Valencia. Por otro, Rus ya había recogido la gran mayoría de los 2.500
avales que ha presentado como candidato.
Este congreso, sin embargo, no está cerrado, porque la dirección
regional intentará en las semanas que restan para el congreso provincial
que la votación sobre Rus evidencie su declive. Y el castigo tendrá
forma de votos en blanco, como los que recibió Fabra.
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