Apenas ha pasado una semana del 9 de Octubre y el president Fabra
ya ha vendido a los alicantinos. Es muy posible que todavía tenga usted
en su casa un periódico de la semana pasada que recoja los mensajes
acerca de la vertebración de la Comunidad Valenciana que emitía su
presidente, seguro que resonarán en su cabeza las palabras Alicante,
Castellón, Valencia o quizás Castellón, Alicante, Valencia repetidas
hasta la saciedad por miembros del gobierno popular que ¿dirige? esta
Comunidad.
Se han demostrado palabras vacías, ya que una semana más tarde el Partido Popular valenciano ha hincado la rodilla ante las presiones desde sus homólogos de Madrid y de la inefable Cospedal, al asumir unas condiciones del trasvase Tajo-Segura muy perjudiciales para los intereses de la provincia de Alicante, y que ponen también de manifiesto la errática política en la gestión de un recurso vital como es el agua que han venido aplicando Partido Popular y Partido Socialista indistintamente.
Los números son bastante claros, Cospedal ha conseguido casi duplicar la reserva mínima que se deba disponer para efectuar trasvase de agua entre el Tajo y el Segura. La forma en la que el Partido Popular está intentado vender el acuerdo como un gran éxito es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos de la provincia de Alicante. El acuerdo es malo aunque posiblemente no sea peor que el castigo que pretendió hacer el Partido Socialista con Cristina Narbona a la cabeza con los acuerdos previos.
Nadie ha conseguido explicar de forma coherente el motivo por el que es necesario duplicar la reserva hídrica, ya que los 400 hm3 que se pretenden fijar son más que suficiente para inundar toda aquella zona. Así, con situaciones entre 240 Hm3 y 400 Hm3 antes se podía seguir suministrando agua hacia el Segura, ahora, gracias al Partido Popular, ya no.
En épocas lluviosas no habrán problemas, pero en los periodos de pertinaz sequía disminuirá el agua disponible para nuestra provincia, debiendo incrementar el uso de agua desalada con lo que además de encarecer notablemente los recibos de agua se dará un golpe mortal a la agricultura alicantina, murciana y almeriense.
Llegamos a un punto sin salida, que puede verse de forma optimista en una época como la actual, suficientemente lluviosa, pero que lamentaremos profundamente dentro de unos años, dado lo cíclico de las lluvias. Es un punto sin salida que inició el PSOE con la construcción de multitud de desaladoras con fondos europeos que ahora quiere poner en marcha a toda potencia el Partido Popular (aunque bien que las criticó cuando estaba en la oposición) pero pagando las facturas del sobrecoste del agua los alicantinos.
Lo triste es ver cómo se gestiona el agua. Yo pienso que el agua es un recurso que se debe garantizar para todos y cada uno de los españoles, que tiene que ser utilizado de manera racional y cuidadosa, pero que debe ser utilizado donde es rentable. Ha sido una locura ver que mientras diversos ríos vertían al mar millones de litros de agua al mar, kilómetros más abajo se construían desaladoras para con un proceso costoso procesar el agua de mar para su uso. Es lamentable que la gestión se base en el poder de las Taifas en las que se han convertido las comunidades autónomas. El agua ha dejado de ser nacional para pasar a ser gestionado por el virrey autonómico de turno que se preocupa de incrementar el agua para los suyos y si es posible quitársela a la Comunidad vecina para eliminar posibles competidores. La historia es clara. Negocian Cospedal y Fabra y el resultado es que gana Cospedal y pierden los alicantinos. Imagino que las presiones desde Madrid han sido notables, y hasta es posible que Fabra haya obtenido un respiro en la financiación, pero es más probable que nos haya vendido por menos de las famosas 30 monedas que cobró Judas.
Partido Popular y Partido Socialista pueden con sus acuerdos dar la puntilla de una actividad como es la agricultura en este provincia, que curiosamente estaba repuntando y ayudando a disminuir la lacra del paro. Fabra, podía leer lo que el anterior conseller José Ramón García Antón decía con mucha razón acerca de la gestión del agua. Seguro que esté donde esté José Ramón, estará avergonzado de sus compañeros de partido. Lo de los socialistas es de chiste, ahora criticando el acuerdo y hace nada se fotografiaban sonriendo brindando con agua desalada.
De esta forma, rememorando la historia de Judas y las treinta monedas si un alicantino se sentara a cenar con diputados socialistas y populares podría decir tranquilamente: ¿Hay alguno de vosotros que no me va a traicionar esta noche?
Se han demostrado palabras vacías, ya que una semana más tarde el Partido Popular valenciano ha hincado la rodilla ante las presiones desde sus homólogos de Madrid y de la inefable Cospedal, al asumir unas condiciones del trasvase Tajo-Segura muy perjudiciales para los intereses de la provincia de Alicante, y que ponen también de manifiesto la errática política en la gestión de un recurso vital como es el agua que han venido aplicando Partido Popular y Partido Socialista indistintamente.
Los números son bastante claros, Cospedal ha conseguido casi duplicar la reserva mínima que se deba disponer para efectuar trasvase de agua entre el Tajo y el Segura. La forma en la que el Partido Popular está intentado vender el acuerdo como un gran éxito es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos de la provincia de Alicante. El acuerdo es malo aunque posiblemente no sea peor que el castigo que pretendió hacer el Partido Socialista con Cristina Narbona a la cabeza con los acuerdos previos.
Nadie ha conseguido explicar de forma coherente el motivo por el que es necesario duplicar la reserva hídrica, ya que los 400 hm3 que se pretenden fijar son más que suficiente para inundar toda aquella zona. Así, con situaciones entre 240 Hm3 y 400 Hm3 antes se podía seguir suministrando agua hacia el Segura, ahora, gracias al Partido Popular, ya no.
En épocas lluviosas no habrán problemas, pero en los periodos de pertinaz sequía disminuirá el agua disponible para nuestra provincia, debiendo incrementar el uso de agua desalada con lo que además de encarecer notablemente los recibos de agua se dará un golpe mortal a la agricultura alicantina, murciana y almeriense.
Llegamos a un punto sin salida, que puede verse de forma optimista en una época como la actual, suficientemente lluviosa, pero que lamentaremos profundamente dentro de unos años, dado lo cíclico de las lluvias. Es un punto sin salida que inició el PSOE con la construcción de multitud de desaladoras con fondos europeos que ahora quiere poner en marcha a toda potencia el Partido Popular (aunque bien que las criticó cuando estaba en la oposición) pero pagando las facturas del sobrecoste del agua los alicantinos.
Lo triste es ver cómo se gestiona el agua. Yo pienso que el agua es un recurso que se debe garantizar para todos y cada uno de los españoles, que tiene que ser utilizado de manera racional y cuidadosa, pero que debe ser utilizado donde es rentable. Ha sido una locura ver que mientras diversos ríos vertían al mar millones de litros de agua al mar, kilómetros más abajo se construían desaladoras para con un proceso costoso procesar el agua de mar para su uso. Es lamentable que la gestión se base en el poder de las Taifas en las que se han convertido las comunidades autónomas. El agua ha dejado de ser nacional para pasar a ser gestionado por el virrey autonómico de turno que se preocupa de incrementar el agua para los suyos y si es posible quitársela a la Comunidad vecina para eliminar posibles competidores. La historia es clara. Negocian Cospedal y Fabra y el resultado es que gana Cospedal y pierden los alicantinos. Imagino que las presiones desde Madrid han sido notables, y hasta es posible que Fabra haya obtenido un respiro en la financiación, pero es más probable que nos haya vendido por menos de las famosas 30 monedas que cobró Judas.
Partido Popular y Partido Socialista pueden con sus acuerdos dar la puntilla de una actividad como es la agricultura en este provincia, que curiosamente estaba repuntando y ayudando a disminuir la lacra del paro. Fabra, podía leer lo que el anterior conseller José Ramón García Antón decía con mucha razón acerca de la gestión del agua. Seguro que esté donde esté José Ramón, estará avergonzado de sus compañeros de partido. Lo de los socialistas es de chiste, ahora criticando el acuerdo y hace nada se fotografiaban sonriendo brindando con agua desalada.
De esta forma, rememorando la historia de Judas y las treinta monedas si un alicantino se sentara a cenar con diputados socialistas y populares podría decir tranquilamente: ¿Hay alguno de vosotros que no me va a traicionar esta noche?
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