La decisión se produce después de que la semana pasada la justicia congelara la implementación del requisito de pruebas y vacunas para empresas con 100 o más empleados que había adoptado la Administración del presidente Joe Biden en su intensa y activa política contra la pandemia.
De Blasio fundamenta su decisión en el riesgo añadido de las reuniones navideñas, el efecto del frío y de la transmisión de la gripe en paralelo, más la inercia de los contagios por la variante delta. El regidor ha calificado la medida, la primera en su género en el país y que entrará en vigor el 27 de diciembre, de “ataque preventivo” para frenar otra ola de contagios por coronavirus y mitigar en lo posible la transmisión comunitaria.
Sobre la obligatoriedad de la vacunación en el sector privado en Nueva York, es de prever que los afectados no se lo pongan fácil a De Blasio, habida cuenta del varapalo de la justicia federal a la medida de la Administración Biden.
Su sustituto Adams ha declinado esta semana pronunciarse sobre si mantendrá los requisitos. Los colegios privados, en su mayoría religiosos, han reaccionado airadamente a la inmunización obligatoria. Responsables de escuelas judías y católicas instaron a De Blasio a reconsiderar su decisión, que afecta a 930 centros y unos 56.000 trabajadores.
Según la ordenanza municipal, tienen de plazo hasta el próximo día 20 para recibir al menos una dosis de la vacuna contra la covid-19. “Esta es un área en la que el gobierno [municipal] debería usar la persuasión, no la coerción”, lamenta en la carta el rabino David Zwiebel, representante de un consorcio de centros judíos y cristianos. Numerosas congregaciones se niegan a vacunarse por motivos religiosos. Los bastiones de los judíos ultraortodoxos en la ciudad presentan tasas de vacunación que bordean el 50%.
El personal docente y resto de trabajadores de las escuelas de la red pública ya estaban obligados a vacunarse, no sin controversias judiciales y resistencia por parte de los sindicatos del ramo, y se calcula que más del 95% de los empleados del Departamento de Educación están inmunizados. El alcalde se ha resistido a establecer el requisito para los estudiantes, como han hecho otras ciudades del país. De Blasio sí ha decretado, sin embargo, que las normas para el acceso a locales de restauración y ocio se impongan también a los menores entre 5 y 11 años.
De Blasio ha alentado también a los neoyorquinos a usar mascarillas en interiores, algo que no se cumple a rajatabla —numerosos viajeros en el metro o clientes en supermercados desprecian la recomendación—, y ha establecido la obligatoriedad de la vacuna para los trabajadores de guarderías y educación infantil. Todos los empleados de la ciudad, incluidos policías y bomberos, también están teóricamente obligados a vacunarse. Las tasas de inmunización entre estos cuerpos se han disparado en las últimas semanas.
Cerca del 90% de los adultos de la ciudad han
recibido al menos una dosis de la vacuna, pero a partir del 27 de
diciembre, en plenas fiestas navideñas, será obligatorio certificar la pauta completa
para acceder al interior de restaurantes, teatros o gimnasios.
El número de casos se ha multiplicado exponencialmente en la ciudad desde el pasado 1 de noviembre, con un incremento de más del 75% y un promedio de 1.500 contagios al día, según el Departamento de Sanidad municipal. Con respecto a la variante ómicron, las autoridades sanitarias rastrean los contactos de los asistentes al evento supercontagiador que fue una convención de anime, que reunió a 53.000 personas en tres días el último fin de semana de noviembre, según crónica del diario en español El País.
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