Así se desprende del estudio publicado en la revista Water Resources Management efectuado a través de investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC), en el que se apunta que las zonas áridas se caracterizan por su "pobre balance hidrológico" ya que "llueve poco, de forma muy irregular y la alta radiación solar hace que se evapore mucha agua".
"Tradicionalmente son lugares poco desarrollados, pero cuentan con una serie de características como inviernos suaves y muchas horas de sol que los convierte en regiones con un alto potencial agrícola", ha trasladado el centro en una nota. La explotación de las aguas subterráneas que albergan, junto a una serie de factores tecnológicos y políticos, ha convertido a muchas de estas zonas "en lugares de prosperidad, hasta el punto de adquirir la denominación de 'milagro económico'", han recordado.
Así, han advertido de que existe un interés recurrente por parte de los países europeos que consumen frutas y hortalizas producidas en el sur de Europa en conocer los efectos sobre el medioambiente de su producción.
La demanda de productos frescos en los mercados europeos tiene, en primera instancia, un "enorme impacto en las reservas de aguas subterráneas del sureste peninsular".
"Sin embargo, se trata de un asunto con muchas más
aristas e impactos, cuyo análisis de aborda en este trabajo", ha
indicado el investigador de la EEZA-CSIC, Jaime Martínez Valderrama.
"Nuestro estudio, que toma como ejemplo la agricultura de invernadero
de Almería, muestra que el peaje social y ambiental de un desarrollo
tan rápido como desordenado (sobre todo en su primera fase) puede
convertir el milagro en un hecho efímero", ha añadido Martínez
Valderrama, quien ha observado que "el paulatino agotamiento de los
recursos hídricos, su degradación, la pérdida de biodiversidad y la
contaminación por plásticos, son la cara menos amable de un negocio que
busca propulsarse con inversiones cada vez mayores".
Con ello,
apunta que "esto genera deudas y desigualdades sociales, que a su vez
llevan a la intensificación de un modelo de producción que busca bajar
los costes de producción a toda costa. El resultado es un agronegocio
dependiente de recursos externos (energía, fertilizantes, mano de obra,
capital) que lo sitúa en una posición de creciente dependencia y
vulnerabilidad".
El estudio
señala además que este es un patrón que se observa en otras zonas áridas
del mundo, como Perú, el norte de África, el noroeste de China o Arabia
Saudí, por lo que "comprender estos mecanismos es clave para proponer
soluciones, que van desde la búsqueda de recursos hídricos alternativos
hasta la reducción de la superficie de cultivo, la búsqueda de cultivos
mejor adaptados a la aridez o ampliar los márgenes de ganancia de los
agricultores".
"En muchos casos el foco del problema se centra
en los productores y los lugares de producción, donde son aparentes los
daños. Sin embargo, es importante considerar toda la cadena de
producción y repartir responsabilidades. No debemos olvidar que esa
pertinaz búsqueda de la reducción de los costes de producción viene
espoleada por consumidores y cadenas de distribución cuyo objetivo es
comprar al precio más bajo posible", concluye Martínez Valderrama.
Este estudio ha contado con la financiación del Ministerio de Ciencia
e Innovación a través del Proyecto Sumhal LifeWatch ERIC, de la
Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y
Reto Demográfico a través de los fondos NextGenerationEU (proyecto
Atlas), de la Generalitat Valenciana, del Fondo Social Europeo, y del
Ministerio de Ciencia e Innovación.
También ha contado con participación de un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Alicante, la Universidad Católica de Murcia y la Universidad Politécnica de Madrid.
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