jueves, 4 de septiembre de 2008

Aznar en coplas

La noticia difundida sobre José María Aznar por el periódico marroquí L’Observateur era demasiado bonita, llamativa y sorprendente como para que resultara cierta. Por ello y, en honor a la verdad, la fundación del PP, FAES, se ha visto en la necesidad de emitir un comunicado desmintiendo que Aznar, su presidente y ex presidente del Gobierno español y del Partido Popular, sea el padre del hijo que espera la ministra de Justicia de Francia, Rachida Dati, una bella y aguerrida colaboradora del presidente Nicolas Sarkozy, que ha reconocido estar embarazada sin desvelar el nombre del padre de la criatura que está por llegar.

Naturalmente, el revuelo provocado en torno a semejante noticia ha sido de traca nacional en España, y de sonrisas apasionadas en Francia, lugares en los que se publicó meses atrás —sin desmentido alguno— que Aznar y Dati habían sido vistos cenando, cara a cara, en París meses después de que el propio Sarkozy, otro con la fama de intempestivo Don Juan, los hubiera presentado en la capital francesa. Y cabe imaginar que, a partir de aquí y de esa presunta amistad entre el ex presidente español y la ministra gala, se haya construido esta rocambolesca y amorosa historia que, de haber sido cierta, nos habría reconciliado, por su presunta condición humana y, a la vez, “pecadora”, con este Aznar, que todavía sigue presumiendo de su foto de las Azores, con Bush y Blair, en apoyo de la guerra de Iraq, que tan cara les ha costado a los tres, como sus respectivos sucesores —Rajoy, McCain y Brown—, y especialmente al PP.

No es la primera vez que se le imputa una novia o una amante a Aznar, y no son pocos en el PP los que ven en su larga melena, pulseras y modelitos deportivos, o en su afición culturista, unas señales inequívocas de cierta coquetería o de público pavoneo de este señor del bigote ya canoso al que se le ha visto en la corte y boda de Briattore, un conocido Casanova.

Pero una cosa es la rumorología del corazón y otra muy distinta la realidad, mal que nos pese, porque, dicho está, habría sido muy bonito que Aznar fuera el padre de la criatura y el amante secreto de Dati, esa ministra que coincide con Aznar en sus modales autoritarios, que ya están empezando a cansar a los medios de comunicación franceses y, se dice, al propio primer inquilino del palacio del Elíseo. El cese del embajador de Francia en Alemania, por no haber acudido al aeropuerto a recibir a la aguerrida dama, y el lío que organizó en Madrid Dati durante su visita relámpago a España, empeñada en reunirse con todas las ministras de Zapatero en cuestión de horas, son ejemplos que hablan de cómo las gasta la ministra de Justicia de Francia. Sin olvidar el manejo de su costoso ropero y andanzas parisinas de las que, al parecer, se desprende su embarazo actual.

En cuanto a Aznar, tenemos que decir que hay dos cosas que juegan en su contra: ha mentido tanto en política, que resulta difícil creerle cuando habla de su vida privada; y, además, el severo comunicado de FAES, en vez de tomarse a chanza semejante bulo, a más de uno le ha dado que pensar. En todo caso, desmentido está el presunto amorío, aunque el tiempo, la ministra y al ADN siempre tendrán la última palabra si es que, alguna vez, esta fallida historia de amor y lujo, pasada por la política, se vuelve a reactivar.

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