El verano pasado era un año de transición, pues fue cuando se trasladó el ferry de Orán a la zona de ampliación del Puerto y todo resultaba provisional. Pero este año ya se puede realizar un cierto balance del traslado y no es nada positivo para los usuarios, que llegan a calificar el lugar de gueto.
La primera queja que plantean es que está lejos y mal comunicado. La nueva Estación Marítima está conectada con el centro de Alicante con un autobús cuyo billete cuesta tres euros por trayecto, un precio excesivamente elevado si se compara con el coste de cualquier billete del TAM.
El resultado es que no todo el mundo puede pagarlo y algunos viajeros caminan bajo el tórrido sol de verano varios kilómetros para ir a embarcar. Como el acceso peatonal no resulta nada sencillo, algunos ciudadanos cruzan como pueden por la avenida de Elche e incluso entran caminando por el arcén que existe en el acceso desde la autovía, con el riesgo que ello supone, sobre todo en el tramo donde forma curva.
Noredine, uno de los ciudadanos que esperaban esta semana a coger el ferry, considera que "el taxi es muy caro. Un día cogí uno y me cobró ocho euros y cinco céntimos por la carrera desde la Plaza de Toros". Para este argelino "también el autobús es un poco caro porque cuesta tres euros un viaje y cinco cuando es ida y vuelta".
Para Djmal, lo que se ha creado en el Puerto es "un gueto". "Todo está mal porque tienes que aparcar al sol, no hay donde dormir ni descansar a pesar de que la gente llega aquí a lo mejor por la mañana, después de recorrer 600 kilómetros, y tiene que esperar hasta las once de la noche sentada en el suelo. Ni siquiera hay sillas suficientes".
Este ciudadano, como otros, también critica que no se permita a todos los vehículos llegar hasta la Estación Marítima, lo que obliga a caminar cientos de metros a pie desde la última rotonda cuando es un familiar o un amigo el que les acerca con su vehículo.
Karbadij Djamel, visiblemente indignado, asegura que la antigua estación "resultaba mucho mejor porque estaba situada en el centro". En el nuevo lugar, al estar más alejada, "no hay control y todo es mucho más caro. Por ejemplo, por llamar dos minutos te cobran siete euros".
Dos personas del sector turístico que trabajan en contacto con los pasajeros del ferry consideran lamentable el trato que se está dando a estos pasajeros, sobre todo si se compara con el agasajo a los viajeros de los cruceros.
"Los cruceristas, que sólo vienen para un día, reciben al llegar un trato superexquisito, incluso se les entrega una flor y hay una azafata para recibirles y despedirles. En cambio, a los del ferry se les da un trato horrible a pesar de que no sólo viene gente por motivos de trabajo, sino también turistas con vehículos de lujo que pasan aquí un mes e incluso cuarenta y cinco días en casas alquiladas o en hoteles de cuatro y cinco estrellas".
Estas personas, que prefieren no dar su nombre, también realizan la comparación con el trato a los turistas que llegan por el aeropuerto: "Muchos ingleses o alemanes que vienen por avión se alojan en casas de familiares y pasan, como mucho, una semana o dos. Sin embargo, reciben un trato muchísimo mejor".
Asimismo, relatan que también llegan a coger el ferry "muchas personas de Francia, Bélgica u Holanda, muy preparadas, que se encuentran estas instalaciones tercermundistas y que tienen que esperar en los coches bajo sol, con menores, niños y ancianos porque no hay ni sombras donde cobijarse".
Algunos pasan hasta un día entero en el Puerto porque, al ir con los coches tan cargados, afirman tener dificultades para alojarse en hoteles. El problema es que en la estación no sólo no hay asientos suficientes, sino que no disponen de un lugar donde comprar un periódico y apenas hay algún bar donde comer, lo que les crea especiales problemas ahora durante la celebración del Ramadán.
"Si al menos hubiera un centro comercial donde pasar el rato y poder comprar bajo la sombra sería otra cosa", lamentaba una mujer. Otro hombre sugiere que "si aquí hubiera un hotel, estaría siempre lleno". Entre los pocos servicios que tienen hay unas duchas pero no siempre están abiertas, como pudo comprobar el mencioado periódico al visitar el lugar.
A estas quejas también se añade otra por la señalización insuficiente para los pasajeros que vienen con su coche, sobre todo para los que van directamente a la antigua Estación Marítima por desconocer que se ha trasladado. Al llegar allí no encuentran indicaciones que les conduzcan hasta el muelle 25, donde se sitúa la nueva terminal.
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