En medio del caos reinante destaca una única coincidencia. La crisis económica actual es de una enorme envergadura. Los grandes gurús de la política y de la economía reunidos en Davos, en el World Economic Forum, han mostrado su desconcierto. El que más y el que menos ha reconocido que la situación por la que atraviesa la economía internacional no tiene nada que ver con otras crisis anteriores y que su dimensión alcanza una proporción hasta ahora desconocida.
Sin embargo, a la hora de ofrecer soluciones se pierde el consenso. Algunos, como el Partido Popular en España, proponen medidas que sólo pueden empeorar la situación. Otros propugnan actuaciones parciales copiadas de otras crisis. Los más lúcidos y avanzados se permiten adelantar que se precisa un mayor control del sector financiero, evitar la especulación y las ganancias desmedidas de los grandes ejecutivos. La mayoría reniega del fundamentalismo del mercado, dogma en los años anteriores.
Convendría recordar que fue precisamente aquí, en este foro de Davos, donde el renacido capitalismo salvaje se quitó la careta, y que fue precisamente Han Tietmeyer, entonces gobernador del poderoso Bundesbank, el que se encargó de proclamar lo que muchos pensaban pero no se atrevían a verbalizar: “Los mercados serán los gendarmes de los poderes políticos”....
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