MADRID.- El campo español es, sin duda, uno de los más ricos del mundo en cuanto a biodiversidad, y eso se traduce en la calidad de los alimentos que nuestro país produce y que dan lugar a lo que conocemos como dieta mediterránea, tan valorada nacional como internacionalmente. La agricultura y ganadería españolas son unas de las joyas de la corona de nuestro sistema productivo de cara a Europa y al resto del mundo, a juicio de El Confidencial.
Sin embargo, también es una de las mayores responsables de la degradación medioambiental a
la que se ven sometidos los terrenos naturales que componen nuestra
piel de toro. El impacto negativo se debe, en mayor medida, a la ganadería industrial,
muy fuerte en nuestro país: actualmente el 93,7% de la producción
porcina, el 94,2% avícola y el 80,6% de la leche del vacuno se basa en
este modelo que supone graves daños para el medio ambiente, como deforestación, contaminación y descenso de la calidad de la tierra.
Por otro lado, somos el principal país importador de soja para
la fabricación de piensos dirigidos a la alimentación animal, la
segunda nación europea que registra el mayor consumo de carne y el
cuarto productor mundial de carne de cerdo, según informan las
asociaciones ecologistas.
Desde hace unos años, hemos visto en nuestros
supermercados la expansión de los productos ecológicos que
son extraídos del medio natural de una forma más responsable y
respetuosa con el medio ambiente. Se trata de una tendencia que ha
cogido mucha fuerza, y también a raíz del auge de la dieta vegetariana
entre la población. Cada vez estamos más concienciados a la hora de
apostar por un modelo productivo que frene el cambio climático y la
degradación del medio natural pero, ¿estamos haciendo suficiente?
La reconstrucción del entorno natural
La superficie total de la agricultura ecológica en España se cifra en 2,246 millones de hectáreas en 2018, según el informe 'Agricultura Ecológica 2018',
elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
(MAPA). Esto supuso un aumento del 8% respecto al año anterior.
Respecto
a la ganadería de este tipo, destacan incrementos del 14,94% en ovino y
del 14,86% en bovino leche, así como del 11,51% en porcino, lo que
quiere decir que nuestro país va en buena dirección en
relación a este cambio a un modelo de producción más sostenible y
respetuoso.
Además, cada vez está
teniendo mejor recepción por parte de
los consumidores: el gasto per cápita en productos ecológicos se sitúa
en los 46,5 euros por habitante y año, duplicando los 21,85 euros de
media que se gastaba en 2013, según recoge 'Agro Información'.
Pero esta transición a un modelo de producción y consumo más eficiente y responsable con los medios naturales parece no ser suficiente. Un artículo publicado en 'The Guardian' alertaba recientemente de la degradación medioambiental de las Tierras Altas escocesas,
uno de los principales focos de turismo del país por su impresionante
belleza natural y paisajística.
Sin embargo, su desmesurada explotación
agrícola y ganadera está afectando a su flora y fauna, empeorando no
solo las condiciones de vida de los herbívoros, sino también la calidad
de su suelo y sus bosques. Hay que tener en cuenta que más del 75% de la tierra escocesa se destina a la actividad agrícola,
sobre todo para producir cebada (ingrediente esencial para la
elaboración del famoso whisky escocés o la cerveza), así como de trigo y
avena.
Ante esta creciente amenaza, en los últimos años ha tomado mucho impulso una nueva forma de preservar el medio ambiente sin que afecte a los ingresos de la industria: el
'rewilding', un concepto que antepone la reconstrucción de los paisajes
naturales allí donde han sido mermados por la actividad ganadera y
agrícola, está cogiendo mucha fuerza entre los profesionales del campo
escocés, que parecen haber comprendido que para mantener su negocio lo
primero es rehabilitar y cuidar el medio del que viven: la tierra.
Así lo corrobora el propietario de tierras Thomas MacDonnell,
protagonista del reportaje del medio británico, quien ha reducido su
número de venados en pos de permitir que el bosque de la finca
Glenfeshie que tiene en propiedad se recupere y la biodiversidad
regrese. El 'rewilding'
no está planteado solamente como una medida destinada a mejorar las
condiciones naturales de las explotaciones agrícolas, sino para reducir
su nivel de impacto en la naturaleza y a la vez aprovechar su rédito
económico en otras industrias, como por ejemplo, el turismo, en este
caso, de la forma más sostenible posible.
El campo del futuro
¿Qué
ocurrirá, pues, en España? A las reivindicaciones de los jornaleros
españoles que sin duda deben ser atendidas se le suma la progresiva
degradación del medio ambiente, que tampoco puede esperar. El
'rewilding' es una técnica que permite dejar “que la naturaleza se
recupere a sí misma, permitiendo
la reparación de los procesos naturales y la restauración de todos
aquellos paisajes degradados”, según explica la página web de la
iniciativa, de carácter europeo.
“La renaturalización incluye liberar a
los ecosistemas de la presión humana para que tiendan a autorregularse y
funcionen de manera natural”, explica José María Rey, investigador de la Universidad de Alcalá a la agencia 'Sinc'.
Esto implica reducir la producción de una forma escalonada y aprovechar
los recursos económicos que ofrece el campo además de los empleados
para la obtención de alimentos.
Por otro lado, vivimos en una sociedad global en la que cerca de 1.300 toneladas de alimentos se tiran a la basura cada año en todo el mundo, según un estudio
realizado por el propio 'The Guardian'.
Esto supone un claro
desequilibrio entre los niveles de producción y de consumo. ¿Podría
estar la solución en el empleo de tecnología puntera con el objetivo de
seguir produciendo sin que afecte al medio ambiente?
Por
ejemplo, la
denominada como “agricultura vertical”, en la cual los alimentos son
producidos de manera local, sin pesticidas y con cero emisiones de
carbono. Ya hay compañías como Aerofarms,
de Estados Unidos, la cual patentó tecnología LED para que las plantas
pudieran hacer la fotosíntesis y con la mayor eficiencia energética
posible. Gracias a este sistema de cultivo, los límites productivos podrían terminar, así como los gastos en agua, espacio o las dificultades climatológicas.
Esta serie de innovaciones técnicas también tendrán su eco en la industria cárnica, no solo en la esfera de la agricultura. Un informe del 'think tank' estadoundense RethinkX augura que
dentro de 15 años el aumento de la producción de todo tipo de carne a
base de células animales cultivadas a partir de un biorrectaro
llevará a la bancarrota a muchas empresas, al mismo tiempo que eliminará
la necesidad de cultivar soja, maíz y piensos como sustento de estos
animales.
¿Puede ser que en un futuro
no muy lejano por fin hayamos encontrado la fórmula de extraer los
recursos naturales sin que haya el más mínimo impacto al medio ambiente y
gracias a la tecnología?
Evidentemente, la otra cara es el alto nivel de desempleo que
se originará después de que estas innovaciones penetren en la sociedad y
las empresas. En definitiva, vivimos tiempos drásticos a un nivel
económico y medioambiental que contemplan serios problemas a los que es
imprescindible atender de inmediato y con celeridad.
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