BARCELONA.- Con las mercancías en tránsito desde hacía semanas, los puertos españoles vivían hasta ahora en un estado de falsa normalidad. Barcos zarpados de China hace un mes navegaron cargados de contenedores hacia la Península Ibérica
durante lo que llevamos de febrero. Sobre el papel, el coronavirus no
parecía afectar todavía a las infraestructuras y las comparativas
respecto al año anterior eran positivas hasta esta semana, cuando los
cargueros comenzaron a atracar con más espacio vacío del habitual. Y el
golpe puede llegar al 30% de la actividad total.
Fuentes cercanas a Puertos del Estado explican a Economía Digital que está previsto que las afectaciones por el virus surgido en la ciudad de Wuhan (China)
comiencen en “la novena semana del año”. Es decir: entre la actual y la
próxima, el volumen de trabajo en las instalaciones portuarias decaerá.
¿Cuánto? Las voces consultadas no se atreven a dar el dato concreto,
pero garantizan que “la rebaja de carga será notable”.
Desde el Port de Barcelona declinaron ofrecer
información sobre el desarrollo de febrero hasta el cierre del mes y
emplazaron al crecimiento del 5,3% hasta los 5,5 millones de
toneladas transportadas en enero de 2020.
Además, los intercambios con
China subieron el 13,8%. “El impacto se verá ya en los próximos días,
pues el tiempo que tardan los barcos en llegar desde el país asiático es
de 21 días pasando por el Canal de Suez”, señalan fuentes cercanas a la infraestructura.
El trayecto es parecido para las otras grandes instalaciones portuarias del país. A falta de las cifras de enero del Puerto de Valencia, Levante-EMV informaba de que firmas como Maersk y CMA CGM
habían ordenado paralizar la actividad de sus navíos amarrados en
puertos chinos, por lo que se esperaban afectaciones todavía por
cuantificar en la instalación. También a la espera del cierre de
febrero, Algeciras estrenó el año con una subida del 11% hasta los 9,8 millones de toneladas transportadas.
Para hacer una estimación total del golpe sobre el sector, solo es necesario mirar a los datos publicados por el ICEX: en 2019, el 9,1% del total de las importaciones y el 2,3% de las exportaciones fueron con el Estado presidido por Xi Jinping. Y la mayoría llegaron --o se fueron-- en transporte marítimo.
Sí se atreve a poner cifras la Asociación Nacional de Empresas Estibadoras y Centros Portuarios de Empleo (ANESCO),
que anticipa "un descenso inicial que puede suponer hasta el 30% de la
actividad en algunas terminales de contenedores españoles".
Y la caída
"se puede acrecentar en periodos posteriores", añade la organización de
estibadores. Según su cálculos, "en los puertos españoles, el efecto
tarda aproximadamente cuatro semanas respecto a la actividad asiática".
Por tanto, el golpe podría ser todavía mayor, pues después de las tradicionales vacaciones por la celebración del Año Nuevo
en el país, el trabajo en las fábricas de China se retomó a medio gas a
comienzos de febrero por las restricciones existentes en el movimiento
de personas en el gigante por el coronavirus.
La incertidumbre reina entre las empresas españolas, pero las
compañías consultadas coinciden en que primar el transporte aéreo por
encima del marítimo para recuperar el retraso acumulado es una de las
opciones que está sobre la mesa.
Así lo hacen las principales firmas de
automoción, a pesar de la tranquilidad que intenta transmitir la
patronal Anfac, o los grandes grupos textiles de la Península Ibérica.
Un ejemplo: el director de relaciones institucionales de Mango, Guillermo Corominas, explicaba hace diez días a este medio
los planes de contingencia que la firma tenía en estudio: "Por un lado,
la posibilidad de enviar mercancía fabricada en China por transporte
aéreo en lugar de en barco para recuperar los potenciales retrasos de
producción y, por el otro, analizamos otros posibles orígenes de
producción que no estén afectados por el coronavirus para algunos
modelos de la colección".
En la misma disyuntiva se encontraba el presidente de Desigual, Thomas Meyer: enviar
las prendas procedentes del gigante asiático por avión, recortar los
plazos de producción ante el retraso de los envíos y buscar nuevos
emplazamientos en países como Marruecos, Turquía y la propia España.
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