Ya sea por la protección adoptada tras la feroz crisis del país en 2001, que impone derechos de importación de un 25 por ciento, o por la estrategia de los fabricantes de centrarse en productos didácticos, la industria retomó su antigua fuerza, apuntando a restablecer su pleno dominio en el mercado local.
"Somos prácticamente el único país (de Latinoamérica) que tiene una industria de juguetes importante", dijo el presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), Miguel Faraoni.
En la región de Sudamérica, apenas Brasil cuenta con una industria juguetera robusta. Ambos países se aplicaron hasta hace pocos días mutuas restricciones en el comercio del sector.
"El éxito de los juguetes argentinos se debe a una política del Gobierno que entendió que los sectores productivos son necesarios en el país porque generan una masa de trabajo importante", indicó Faraoni.
La industria sudamericana de juguetes se enfrenta a la dura competencia de los productos de origen chino, que representan más del 70 por ciento del mercado mundial, con exportaciones por un valor cercano a los 5.000 millones de dólares (3.410 millones de euros) en 2009.
Las compañías más grandes del mundo en el sector, las estadounidenses Mattel y Hasbro, producen gran parte de sus juguetes en China.
La CAIJ tiene actualmente 110 empresas asociadas que fabrican juguetes. Otras 25 firmas que trabajan de forma artesanal conforman la Asociación de Productores de Juguetes Argentinos (Ajugar).
Los fabricantes locales tienen en los juegos de construcción y de mesa su principal nicho de mercado.
Según la CAIJ, los juguetes fabricados en el país representan en la actualidad el 35 por ciento del total de lo vendido, una cifra que va en aumento.
La cifra indica una recuperación significativa respecto a la década de 1990, cuando los juguetes argentinos llegaron a representar apenas el cinco por ciento de lo comercializado por una generalizada apertura del mercado y una crisis que llegó alcanzó su mayor cota entre los años 2001 y 2002.
"En aquellos años, debido a la llamada 'convertibilidad' (el valor del peso argentino equiparado uno a uno con el dólar estadounidense), cerraron unas 190 fábricas en el país, casi el 80 por ciento del total", recuerda Faraoni.
El crecimiento de la industria local se ve reflejado en el aumento en las exportaciones a países de la región como Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia, así como México y Estados Unidos.
"El industrial argentino luego de la experiencia de la década de 1990 se dio cuenta que puede producir juguetes diferentes, con valor agregado, y con inversión tanto en diseño como en packaging (embalaje)", dijo el director de Marketing de juguetes Dimare, Daniel Dimare.
"Eso hace que el producto argentino haya ganado una gran porción en las estanterías de las jugueterías", agregó.
Comerciantes de juguetes dijeron que la mayoría de los padres buscan juegos relacionados con personajes del cine o la televisión, sector en el que tienen ventaja los juguetes importados.
Sin embargo, la nostalgia juega un papel importante y muchos sucumben ante el juguete argentino más emblemático: el Rasti, versión local del Lego, que dejó de fabricarse en el país sudamericano a mediados de 1970.
Sabedores de que la vuelta del Rasti podía darles el impulso que necesitaban, los Dimare relanzaron el popular juego de piezas en 2007.
"Estoy convencido que un juguete didáctico, no sólo motiva la creatividad del niño, sino que es algo que le servirá para toda la vida", dijo Roberto Torres mientras compraba una versión de 'La Bombonera', el mítico estadio del popular club de fútbol Boca Juniors, hecha de ladrillos de plástico.
"Jugar es cosa seria y hoy el industrial argentino está jugando muy en serio invirtiendo, diseñando y exportando", concluyó Dimare.
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