El escritor catedrático de Sociólogía de la Universidad Complutense e impulsor del Foro Público promovido por Público siempre se caracterizó por su independencia de criterio. No resulta extraño, por tanto, que el libro que tanto interés tenía en acabar fuera una andanada contra un tema sobre el que casi siempre se habla a favor: la democracia y sus perversiones.
El autor carga contra la idea de que la democracia formal "es el único horizonte posible"; y contra el "modelo democapitalista que acepta y confirma la desigualdad económica como condición necesaria para el ejercicio de la libertad política" porque, "más allá del primado de la especulación, y de la economía financiera sobre la economía real, el destape de tantos casos de fraude pusieron al descubierto que vivíamos en el imperio de la trampa".
Su obra ha dejado huella. Hoy se celebró en Madrid un homenaje a Vidal-Beneyto en el Paraninfo de la Complutense. "Con él, hemos aprendido a mirar de otra manera", dijo Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz. "Era un ciudadano del mundo que nos dejó un legado de insumisión", añadió.
Por su parte, el secretario de Estado de Comunicación y ex director de Público, Félix Monteira, subrayó que Vidal-Beneyto era "un agitador que siempre advirtió del peligro del discurso dominante".
Carlos Berzosa, Fernando Álvarez Miranda, Carlos Bruy, Marcelino Oreja y Alicia Alted han participado también en este acto homenaje al sociólogo y europeísta, donde ha actuado al final el cantautor Paco Ibáñez.
Una democracia en la UVI, según Vidal-Beneyto
La corrupción de la democracia, el libro póstumo de José Vidal-Beneyto (Valencia, 1926-París, 2010), no es una obra sobre todos esos políticos que se lo llevan crudo o de sus "amiguitos del alma" que les organizan los saraos, que también. No habla de filesas ni de Gürtel, porque el libro va al problema original.
Es el retrato del colapso de un sistema, del agotamiento de las ideas y de la permeabilidad de una tela que es incapaz de filtrar ya las propuestas reales de las tonterías que chorrean a raudales.
Un modelo que ha confundido a los estadistas con los políticos peopleizados (como la llama el autor); a los pensadores, con las estrellas mediáticas que un día sirvieron a la política y que, hoy, cuenta, ya sólo sirven al poder. Un ensayo, en suma, sobre la derechización creciente del mundo globalizado.
La corrupción de la democracia (Catarata, 2010) repasa de forma hipercrítica los temas que José Vidal-Beneyto trató en sus últimos cinco años, principalmente en la columna que cada semana publicaba en las páginas de El País, diario del que fue socio fundador.
Algunos de esos asuntos salieron a relucir hoy en el homenaje rendido a su memoria en la Universidad Complutense. Amigos como Fernando Álvarez de Miranda, Federico Mayor Zaragoza, Marcelino Oreja, Carlos Berzosa o Alejandro Rojas Marcos destacaron el firme compromiso democrático europeo y "reconciliador" de Vidal-Beneyto. El acto lo cerró el cantautor Paco Ibáñez.
El libro es una llamada de atención, un tanto desesperada, sobre una época a la que, parafraseando a Václav Havel, denomina posdemocracia: "La sociedad actual hace imposibles las cosas por las que he intentado luchar durante muchos años: los principios de la democracia".
La desigualdad social, la glorificación del individuo, los lazos entre política, economía y medios de comunicación o el secuestro de las cifras reales de la salud de la sociedad globalizada han terminado aflorando cuando la democracia no era una opción, sino una imposición.
Y no ayuda, cree Vidal-Beneyto, que las estrellas del pensamiento, con Bernard-Henri Lévy a la cabeza y André Glucksmann o Alain Finkielkraut de comparsas, hayan sustituido a los intelectuales. Y de ahí, a toda suerte de "neorreaccionarios" (léase Samuel Huntington) que han legitimado a los neocon "a través de la difusión del miedo", o a los Giddens propulsores del centrismo descafeinado.
"Pepín era extremadamente crítico, pero al final siempre marca horizontes de esperanza", explica Mayor Zaragoza, amigo y prologuista del libro.
"La democracia se nos ha muerto de frustración, de apatía, de hipermediatización publicitaria, de adicción al poder", se lee en la obra. "Lo que ahora tenemos ante nosotros es su cadáver y todos sabemos que lo único que cabe hacer con los cadáveres es enterrarlos o resucitarlos".
Pese a ello, el libro invita a la rebelión que ya practicó con valentía Vidal-Beneyto en la España franquista.
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