A estas alturas dudo de que haya alguien
que entienda el confuso lío organizado por Podemos, sus franquicias y
los grupos parlamentarios (GP). Ni ellos mismos. Y hoy por la tarde se
cierra el plazo de presentación de peticiones.
Pero en esta historia hay algunos momentos decisivos que sirven como jalones para ir entendiendo de qué se trataba aquí.
I.-
En la misma noche electoral del 20D estuvo ya claro que los resultados
eran una bomba de efecto retardado. Podemos salió celebrando a bombo y
platillos sus 69 diputados. Palinuro lo advirtió esa misma noche en un
post titulado "Todos pierden menos los catalanes" y en el que se decía que los líderes de Podemos creen
que, con 42 diputados son alguien. Sus fieles más pelotas (por ejemplo,
García Ferreras, de la Sexta) suman a los 42 diputados propiamente
dichos de Podemos, los 27 más de las confluencias, o sea, los
de Beiras, Ada Colau y Mónica Oltra. Y eso es mucho sumar, además de
que, con 69 escaños tampoco pintan gran cosa. Y la bomba estallaría con la constitución de los grupos parlamentarios, como ha sucedido.
II.- Podemos
sabía que las franquicias no podrían constituir GP propios. Lo dijo
Bescansa meses antes de las elecciones. Pero no les importó. Todos
estaban a aprovecharse de todos (Podemos de los partidos locales; los
partidos locales de Podemos) y esperaban luego forzar la mano en el
Congreso.
III.- El
Reglamento de la Cámara, que es taxativo, activó la bomba o pinchó el
globo. Todo era mentira. El propósito de Iglesias de quedarse señor de
un grupo único de 69 diputados saltaba por los aires. La superchería, al
descubierto. De ahí su desproporcionada reacción. No solo no podía
cumplir su promesa sino que se veía que ya sabía que no podría cumplirla
cuando la hizo.
IV.- Los
innúmeros intentos de hacer alguna chapuza que permita mantener la
patraña de los 69 diputados no han servido de nada. La realidad se
impone: un grupo de Podemos, con sus 42 y los que se vayan de las
franquicias (ocho o diez) y los demás, tendrán que incluirse en otros
grupos o irse al mixto o formar uno único propio si reúne las
condiciones. La desbandada ha comenzado ya.
V.- ¿A
qué recuerda eso? Está clarísimo, al negociado habitual de IU, en donde
siguen los referentes intelectuales de los líderes de Podemos, según su
propia confesión. Por eso, la persecución a que los morados han
sometido a los dos diputados de IU hasta el último momento tiene un
carácter edípico muy fuerte.
VI.- La acariciada (y asimismo oculta) intención de Podemos de ir a nuevas elecciones porque, en el fondo, lo que pretende es el sorpasso del
PSOE ya no está tan clara. Pretendían repetir los comicios culpando a
los socialistas de todo, incluso de que ellos no puedan incumplir el
Reglamento y contaban con que les saliera bien. Pero los territorios se
les han sublevado, su patraña ha quedado al descubierto y es altamente
improbable que puedan repetir las confluencias en ellos. Es decir, si
van a nuevas elecciones no ganarán; perderán. Y esta vez, no podrán
disimularlo.
VII.- En
definitiva, ¿a qué ha venido Podemos? A dividir más a una ya exhausta y
fragmentada izquierda y hacer más posible un gobierno de la derecha.
Como siempre.
VIII.- Al
final habrá unas elecciones que nadie quiere pero de las que,
paradójicamente, puede salir beneficiado el partido al que los sondeos
auguran peor resultado: el PSOE. Tiene bemoles. Hasta en eso mantiene el
antiguo partido de Pablo Iglesias (el de verdad) la centralidad
política. Y por ello quiere el nuevo partido de Pablo Iglesias (el del
plagio) ocupar su sitio.
Esta vergüenza es presidente del Gobierno
Excelente entrevista de Alfredo Menéndez ayer en RN1 a Mariano Rajoy.
Es recomendable verla íntegra para hacerse una idea de la capacidad
mental, altura moral y, por supuesto, dotes oratorias de quien ostenta
la presidencia del gobierno de una país europeo en el siglo XXI. Una
verdadera vergüenza.
Vaya
por delante que el presidente de los sobresueldos mantuvo durante los
más de 35 minutos el mismo tono cansino, aburrido, reiterativo, entre
escandalizado y paternalista, los habituales farfulleos y su inimitable
capacidad para no decir nada pero muy ampulosamente, como si enunciara
profundos pensamientos. Y vaya también por delante que el único momento
en que se anima, en que su voz se hace natural, el tono vivo, muestra
interés y conocimiento, como si se despertara de un mal sueño, es al
final, en torno al minuto 33'5, cuando Menéndez le pregunta algo de
fútbol. Vayan a oírlo. La metamorfosis es llamativa. Lo único que
interesa a este zote en la vida es el fútbol. De lo demás, una de tres:
a) no sabe nada; b) dice vulgaridades, topicazos y ordinarieces; c)
miente descaradamente.
Es
una vergüenza que un hombre así sea presidente del gobierno ni
presidente de nada. Y lo es más que todavía no haya dimitido por su
comportamiento sospechoso de corrupción en todos los niveles, órdenes y
esferas. Y mucho más que aspire a volver a serlo, incluso con la
aquiescencia de su partido, sin que en él haya nadie capaz de poner
término a esta situación bochornosa.
La
ejecutoria de desastre de sus cuatro años en que ha destruido el país
social y territorialmente no aparece en sus letanías de embustes sobre
una recuperación económica que, como sabe todo el mundo, se debe a la
baja del precio del petróleo y la afluencia de turistas y se da en
contra de sus medidas económicas, todas dirigidas a explotar a los más
débiles y poner el país no ya a la cola de la OCDE en materia de
desigualdad (es el más desigual, con excepción de Chipre) sino de todo
el mundo.
Pretende
encabezar un gobierno que no puede constituir más que mediante alianzas
a base de no hablar con nadie, especialmente con el PSOE -que es el
único con el que tendría alguna posibilidad- escudándose en que son los
socialistas quienes no quieren hablar con él. En su mentalidad
franquista no entra que, si necesita algo de los demás, tendrá que
pactar con ellos. Y, si lo tiene imposible (como, de hecho, lo tiene),
desistir para acelerar el proceso de constitución del gobierno, cosa que
tanto le preocupa, según dice.
Esto
de no hablar con los demás es caracteriológico suyo y propio de la
oligarquía española: son los demás quienes tienen que hablar con él.
Incluso aunque su posición sea desesperada. Esta densa estupidez, este
fatuo orgullo son las últimas muestras de cómo España, a lo largo de los
siglos, ha pasado de ser alguien a no ser nada. Preguntado si estaba
dispuesto a llamar a Puigdemont, sin decir que no (nunca niega ni afirma
nada; siempre pretende pasarse de listo, como todos los tontos con
retranca), dejó claro que no pensaba hacerlo. ¿Hablar él, un recio
español, con un catalán? Antes resucitará Companys. Y, por supuesto "Su
Majestad el Rey" ha hecho muy bien no recibiendo a Carme Forcadell. Así
va este desgraciado país.
Los
catalanes, que se anden con ojo porque su gobierno no va a "dejar pasar
ni una". Deberán atenerse estrictamente a la ley. Aparte del sonrojo
que produce oír hablar del respeto a la ley a este chalán, que ha hecho
mangas capirotes con todo el ordenamiento jurídico, hay que recordar que
la consulta del 9N de 2014 en Cataluña se hizo en contra de la ley y
sin que él pudiera evitarlo porque su fabulosa incompetencia ni cumplir
con su deber le deja.
No
piensa retirarse y, si no tenemos suerte, habremos de ir a otras
elecciones en las que este sujeto sin educación, vulgar, sin categoría,
embustero e inútil querrá revalidarse, a pesar de ser el presidente con
la valoración popular más baja de la historia. Y en su partido deben ser
aun más bajos que él, porque nadie se atreve a decirle que se vea y
escuche en un vídeo cualquiera y ponga pies en polvorosa.
Por
supuesto, de la corrupción, que es el rasgo más característico y
explicativo de su partido y de toda su carrera política, no sabe nada.
No sabe nada de su diputado Gómez de la Serna, el penúltimo presunto
sinvergüenza del PP, que ha tenido que marcharse; pero da a entender que
ha sido él quien lo ha echado del grupo parlamentario del PP, cuando es
falso porque se ha ido por su cuenta.
No sabe nada de Rato, el milagro
económico español, compañero suyo en los gobiernos del PP y supuesto
ladrón sobre el que pesa una peticiòn fiscal de cuatro años por uno de
sus presuntos delitos.
No sabe nada de Bárcenas, el tesorero probable
ladrón y gestor de la caja B del PP al que él amparó, protegió y
ascendió y al que enviaba SMSs de aliento y apoyo. Y, claro, no sabe
nada del borrado de los discos duros del ordenador de Bárcenas en el PP,
una causa que una jueza archivó en su día y que ahora la Audiencia
Nacional ordena reabrir con muy fundadas razones. Y no solamente no sabe
nada, como ya mintió a una periodista yanqui hace tres años (podía
haber aprovechado el tiempo para enterarse), sino que le parece mal que
la causa se reabra. A él, que nunca comenta las decisiones judiciales.
En
este caso, la decisión es clara: los jueces quieren saber quién ordenó
la destrucción de esos discos duros. Pues bien, él, que era entonces el
responsable del gobierno y del partido y el que tomaba todas las
decisiones, no sabe nada.
Gracias por la entrevista. Pobre país, gobernado por un tipo de esta estofa.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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