Exponente claro del cristianismo de base en esta provincia, vendió su casa en la calle Navas, en el centro de Alicante, a finales de los 80 y se mudó con su mujer al Barrio Obrero en la Cruz de Piedra para compartir una comunidad cristiana laica.
Allí el matrimonio se instaló con otras ocho personas en una casa grande pero modesta y trabajó para acoger y ayudar a migrantes clandestinos. Ya se manifestaba Miguel, sin dudar, contra la Ley de Extranjera que se aprobaría unos años después.
"Luchador contumaz contra las injusticias sociales, combatió contra la pobreza durante años hasta poco antes de fallecer serenamente, tal cual era en cualquier día de su vida", ha escrito uno de sus más estrechos colaboradores en la Caja.
Para añadir "si ya desde joven, con su esposa y cómplice Mari Nadi, había sido tentado por los aspectos más desinteresados de nuestra cotidianidad, dedicó todo su esfuerzo a darse a los demás".
Miguel Romá deja tres hijos, Quique Belén y Miguel. Su aliento y el de Marinadi le ayudaron a cimentar aquel proyecto hace más de treinta y cinco años.
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