VALENCIA.- El 47% de la población adolescente en la Comunitat Valenciana tiene
dificultades para identificar cuándo una noticia es falsa --frente al
51% de media nacional-- y aunque sospechen que se trata de una noticia
falsa, casi uno de cada tres adolescentes directamente ni la contrasta,
mientras que un 60% recurriría a familiares y amigos para comprobar su
veracidad.
Así se desprende de un informe de Save the Children
sobre desinformación y la exposición a discursos de odio de niños y
adolescentes en el entorno digital realizado en el marco de la campaña
#DerechosSinConexión en el marco del Día Internacional del Acceso
Universal a la Información, que se celebra el 28 de septiembre.
Así, uno de los principales resultados que arroja este análisis es
que el 54% de adolescentes en la Comunitat Valenciana utiliza las redes
sociales como principal medio para acceder a la información, al mismo
nivel que la televisión y por delante de otros medios de comunicación
como a prensa online (33%), la radio o la prensa en papel (5% y 4%
respectivamente).
En lo que respecta a las redes sociales y los creadores de contenido,
un 14% de adolescentes valencianos considera que son siempre una fuente
fiable de información, porcentaje que asciende al 67% que piensa que
pueden serlo en determinadas ocasiones. Si se desagrega por género, se
aprecia cómo los chicos confían más en estos perfiles: un 19% considera
que son una fuente fiable de información frente a un 9% de las chicas.
El director de Save the Children en la Comunitat Valenciana, Rodrigo
Hernández, ha advertido al respecto que internet puede ser «una buena
herramienta para democratizar el acceso a la información, pero también
facilita contenidos que pueden ser perjudiciales ya que »los niños y
niñas son especialmente vulnerables a estos contenidos".
El análisis también ha señalado otro riesgo que afecta a la infancia y
adolescencia en el entorno digital y que impacta de forma directa su
salud mental es la exposición permanente, a través de las redes, a
representaciones ideales de determinados estilos de vida, estándares de
belleza y, en el caso de las chicas especialmente, la sexualización del
cuerpo femenino.
La organización ha recordado que, aunque esta exposición constante de
la vida privada como modelo de negocio ya existía en la televisión y la
prensa tradicionales, «el mundo digital hace que cualquiera pueda
llegar a hacerlo, lo que supone que el concepto de intimidad adquiere
ahora un nuevo significado».
Así, Las chicas suelen seguir a personas
con las que sienten afinidad, dan consejos o para conocer la vida
privada de ciertos perfiles, mientras que los chicos tienen a
interactuar más con personas relacionadas con el mundo de los
videojuegos o el deporte.
«Nos preocupa que chicos y chicas empiecen a replicar lo que hacen
estos perfiles y que acaben compartiendo aspectos más personales o fotos
íntimas o sexualizadas y que acaben sufriendo algún tipo de violencia.
Esto tiene a ocurrir en mayor medida en el caso de las niñas y
adolescentes, que debido a los estereotipos sexistas pueden sentir que
tienen que amoldarse a los cuerpos públicamente deseables», señala
Hernández.
El estudio de Save the Children recoge también un análisis de
diversos perfiles de hombres y mujeres streamers para comparar las
diferencias en los discursos en base al género, también entre sus
comunidades de seguidores.
En el caso de los creadores de contenido chicos que se analizan, se
observa que tienen más seguidores por norma general y muestran
diferentes tipos de conductas de riesgo, como son compartir comentarios
sexuales recurrentes, hacer referencia habitual a la pornografía o
realizar reseñas de videojuegos de contenido erótico o pornográfico.
Además, en los chats de sus canales de stream son frecuentes las
referencias misóginas, los mensajes que banalizan el consumo de drogas o
las actitudes de acoso ante quienes muestran rechazo hacia lo que dice
el streamer.
En el caso de las creadoras de contenido, tienen por norma general un
número de seguidores más bajo, y todas se han tenido que enfrentar a
ataques en sus redes por diversos motivos: por defender a víctimas de
abusos, visibilizar malos tratos de una expareja o por no cumplir con
ciertos estereotipos estéticos, según alertan las mismas fuentes.
Irene Fields, creadora de contenidos de videojuegos, afirma que ella
ha sufrido este tipo de acoso en sus redes.
«Yo he recibido muchos
comentarios violentos en este mundo sólo por ser una chica del tipo
'vete a la cocina', 'qué haces jugando si deberías de estar limpiando' o
incluso me han llegado a desear que sufriera una agresión sexual, algo
que cruza los límites».
En su opinión, «es necesaria una educación para aprender a utilizar
las nuevas tecnologías, ya que todo avanza muy deprisa y no nos podemos
quedar atrás, y ya no sólo para saber usarlas, sino también para otras
cosas como por ejemplo dónde buscar bien la información, porque mucha
parece real y no lo es», asegura.
Ante estos datos, la organización ha pedido desplegar todas las
medidas que recoge la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y
Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) para proporcionar entornos
seguros a la infancia en el entorno digital a la vez que se garantiza
que se cumplen todos sus derechos.
Save the Children apuesta por educar en un uso responsable y seguro
de internet y las nuevas tecnologías, que incluya herramientas que les
ayuden a evaluar la fiabilidad y credibilidad de las fuentes de
información en el entorno digital, a identificar y contrastar la
información no veraz y a entender los mecanismos que se esconden tras la
propagación de los discursos de odio.
Además, considera que «la cantidad de mensajes misóginos y modelos
sexistas que se difunden en la red y que afectan de forma diferenciada a
chicos pone de manifiesto la necesidad urgente de una educación en
igualdad y una educación afectivo-sexual reglada y progresiva, que
revindique la igualdad entre hombres y mujeres y combata los
estereotipos de género también en el mundo digital».
«Para que estas medidas sean efectivas todos los actores implicados
deben remar en la misma dirección: Consell, Gobierno central, empresas
tecnológicas, familias, centros educativos, creadores de contenido...
Sólo si toda la sociedad ponemos de nuestra parte se podrá garantizar
que niños, niñas y adolescentes tengan acceso a una información veraz,
segura y diversa, y podremos proteger sus derechos», concluye Hernández.