El último recorte drástico de los tipos de interés decidido por el Banco de Inglaterra ha vuelto a suponer una vuelta de tuerca a su pasmosa debilidad. Aunque hay que señalar que la política monetaria no es el único componente de la economía británica que está presionando a la baja a la libra. Prácticamente todos los elementos determinantes que pesan en la fortaleza de la moneda son negativos.
Los empresarios españoles consideran que la adopción del euro por el Reino Unido abriría una nueva oportunidad de inversión en la isla, pero recuerdan que quienes ya apostaron en una época de libra fuerte, como Ferrovial, Iberdrola o Santander, verían una repercusión directa negativa en sus cuentas de resultados.
En pocos meses se ha pasado de preguntarse si alguna vez se produciría la alineación de la libra con el euro a tratar de descifrar cuándo llegará el momento de la incorporación del Reino Unido a la zona euro. La respuesta no es sencilla. Es un acontecimiento decisivo de importancia mayor para el Reino Unido, y de plantearse abiertamente ahora tendría repercusiones directas en las próximas elecciones generales británicas.
Además, la adhesión a la moneda única restaría eficiacia a la política de recuperación de competitividad inciada por el Gobierno Brown mediante depreaciaciones competitivas.
Bien es cierto que no todos los elementos determinantes de la valoración de una moneda le son contrarios a la libra. El déficit público, según las cifras hechas públicas ayer, aunque ha superado la barrera de los 10.000 millones de libras, no ha llegado a los 11.000 estimados por los analistas. Sin embargo, sí les es muy negativa la contracción de la economía en un punto porcentual en el último trimestre. Las previsiones hablan de una degradación adicional.
Los economistas del NIESR, Instituto Nacional Para la Investigación Económica y Social, no descartan que se deba realizar una revisión a la baja de las cifras ya anunciadas. La previsión además coincide con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el próximo año, que indica una contracción económica de entre el 0,75 y el 1,25%.
Pero, como es lógico, no es el único dato negativo. El paro ha comenzado a crecer de forma exponencial. Por primera vez en ocho años, el desempleo supera el millón de demandantes. Si dejamos al margen las estadísticas restrictivas británicas para el paro y las comparamos con los datos comunitarios, esta cifra llega hasta los 1,8 millones de parados. Muy por debajo de los datos españoles, pero suponen un pico desconocido en los últimos años en las Islas.
El consenso de los economistas prevé pasar del 5,8% de la población activa en paro hasta el 8 % a finales del año próximo. El mismo Banco de Inglaterra acaba de pronosticar una cifra de tres millones de parados para 2010.
Si en su próxima reunión el Banco de Inglaterra decidiera dar un nuevo recorte a los tipos, automáticamente se produciría un recorte en el intercambio con las principales moneda del mundo, en especial el euro. Es la razón por la que cada vez más no pocos analistas se preguntan para cuándo decidirá plantear Gordon Brown la consulta de los británicos para su incorporación al euro. Fue una de las claves de la ruptura de su entendimiento con Blair.
Pero al margen de las reticencias británicas, los observadores internacionales consideran un sinsentido el mantenimiento de su moneda cuando su economía está vinculada con los avatares de la zona euro. Los empresarios españoles siguen echando cuentas. La caída del 50% del valor de la libra hace que no les salgan.
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