¿Cuántas oficinas sobran? Esa es la pregunta del millón. Dependerá de la rapidez de la recuperación económica, la estabilización del sector inmobiliario y la capacidad de las entidades para fusionarse. Se especula con un excedente de "entre el 20% y el 25% de la red actual", según Juan María Nin, director general de La Caixa. Eso supondría unas 10.000 oficinas y 30.000 trabajadores.
Hay varios análisis parecidos: el FMI también habló de un 20% de exceso en la red española. PriceWaterhouse va más lejos: sobra el 30% del sector, unas 12.000 oficinas y 35.000 empleados. Joaquín Maudos, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, cifra el sobrante en unas 7.000 sucursales; dos terceras partes corresponde a las cajas.
José María Martínez, líder de Comfia-CC OO, considera que puede quedar ocioso el 15% de la red, "pero sólo unos 6.000 empleados", por la capacidad de la banca para reabsorber plantilla.
Si las entidades no pueden asumirlo, ¿quién pagará esa factura? En principio, el Gobierno (es decir, los ciudadanos), que acaba de aprobar el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, que podría inyectar hasta 100.000 millones bajo el control del Banco de España.
El objetivo es que al final de esta crisis el sistema financiero "no esté debilitado, destrozado", en palabras de Juan Ramón Quintás, presidente de la patronal de las cajas. Aunque ese dinero no saldrá gratis: las entidades deberán devolverlo tras las fusiones, absorciones o reestructuraciones en un plazo máximo de siete años. Al menos en teoría.
El Gobierno y los expertos consideran que hasta que no se saneen los bancos y cajas débiles -y desaparezcan buena parte de ellos- no llegará el crédito a empresas y familias. En pocos meses, en cuanto se ha pinchado la burbuja y se ha disparado el paro, se han multiplicado los problemas del sector en forma de morosidad, caída de provisiones, excesivo endeudamiento y falta de liquidez. Con tantos quebraderos de cabeza, conceder créditos ha dejado de ser un objetivo prioritario.
Llegada la hora de reestructurar, el Gobierno ha tenido en cuenta que el sector tiene dos caras bien distintas. Las cajas poseen 24.822 oficinas, frente a las 15.372 de los bancos hasta marzo pasado y las poco más de 5.000 de las cooperativas de crédito.
El problema es que desde el inicio de la burbuja, en 2001, las cajas han abierto 5.000 oficinas y han contratado a 44.000 empleados. Sus competidores han aumentado la red en sólo 616 sucursales y han reducido plantilla en 20.000 personas. Alguien se ha equivocado.
Hay más diferencias. Los bancos manejan 53 millones de crédito por oficina mientras sus competidores tienen 35 millones, un 33% menos. Y, según los datos del Banco de España, el 60% del crédito está relacionado con el sector inmobiliario. Pero esos préstamos pesan más en el balance de las cajas, más expuestas que los bancos al pinchazo del ladrillo.
Por eso, a la hora de reducir sucursales, las cajas tienen más papeletas para llevarse la palma. José María Martínez, de CC OO, cree que si se sigue el modelo puesto en marcha por La Caixa, Banesto y el Banco Popular, se podrá "recolocar parte del personal excedentario, prescindiendo de los trabajadores eventuales pero sin grandes despidos o prejubilaciones".
Ese sindicato calcula que unos 13.500 trabajadores de las cajas, el 10%, tienen más de 55 años. Es una buena pista.
José Miguel Villa, secretario general de la Federación de Servicios de UGT, considera muy difícil hacer cálculos de cierres "hasta que no se sepa si habrá o no fusiones interregionales". "Si se unen entidades de una misma región, el solapamiento de oficinas y excedentes de empleo será mayor, porque también sobrarán servicios centrales".
En opinión de Villa, lo ideal sería seguir el modelo de los grandes bancos, que han reducido plantilla de manera pactada con prejubilaciones.
Los expertos consideran que si algo tiene a su favor la banca española es que está acostumbrada a recortar gastos. José Carlos Díez, de Intermoney, destaca que la banca ha sido flexible en el pasado: en los años ochenta las cajas pasaron de más de 80 a las 45 actuales y los bancos protagonizaron las primeras fusiones con la llegada del euro, que exigió muchos cierres. Joaquín Maudos dice que eso se hizo en tiempos de bonanza económica.
"Siempre hay un desfase entre la economía y la situación de la banca. El sector sólo puede ir a peor", avisa.
Las seis grandes entidades españolas suman 18.000 oficinas, casi el 55% del total, pero tienen estrategias diferentes. Y suelen marcar tendencias. El líder en oficinas es La Caixa, con 5.392, las mismas que suman juntos BBVA y Santander.
Desde 2000 ha abierto 1.530, aunque empezó a cerrar el año pasado. Reconoce estar inmersa en un "plan de optimización de la red" -suprimirá otras 150 en 2009- y lo cierto es que su ratio de eficiencia (que mide lo que gasta por cada 100 euros que ingresa) es el peor entre los grandes de la banca.
El segundo con más oficinas es BBVA: 3.309, con el objetivo de acabar el año con 100 menos. Es la primera entidad que vio venir el exceso de capacidad y comenzó los cierres en 2006, a diferencia del Santander, que prefiere no reducir su red y sostiene que sus 2.933 oficinas actuales "son las adecuadas".
El Popular tiene 2.185 sucursales y cerrará hasta 300 este año y el que viene. Es el rey en términos de eficiencia, pero reconoce estar muy pendiente de los gastos en plena crisis. Caja Madrid, con 2.168 oficinas, no tiene planes de cierre, y Banesto tiene previsto transformar oficinas en agencias financieras, con menos costes, pero sin cerrar sucursales.
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