MADRID.- Las medidas de confinamiento para evitar la expansión de la pandemia del coronavirus
han desplomado el uso de los vehículos de combustión y, como
consecuencia directa, están cayendo notablemente los niveles de
contaminación. Donde más se nota esa reducción es en el caso del dióxido
de nitrógeno (NO2), un compuesto nocivo para el ser humano muy
vinculado al tráfico motorizado.
Esta reducción se puede apreciar desde
los satélites, que están captando cómo se disipa la contaminación.
Y también desde la tierra, desde las estaciones de medición que hay
instaladas en las ciudades. Un análisis de El País de los datos
recabados por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA)
de esas estaciones de la UE apunta a una reducción media de los niveles
de dióxido de nitrógeno en las 80 localidades más pobladas de España
del 51% en las tres primeras semanas de confinamiento respecto a las
mismas tres semanas de 2019.
En prácticamente todas las estaciones de medición de esas 80
ciudades se ha producido de media una reducción de los niveles de
dióxido de nitrógeno desde que comenzó el confinamiento el 16 de marzo y
hasta el 5 de abril.
La única excepción es Zamora, donde la única
estación de medición ha registrado un incremento; en todo caso, las
concentraciones de NO2 en esta ciudad son muy bajos y han estado de
media durante esas tres semanas de confinamiento un 77% por debajo de
los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Esta
organización internacional fija en 40 microgramos por metro cúbico de
concentración de NO2 y las 80 ciudades españolas analizadas han estado
muy lejos de esa frontera.
De esas 80, la localidad en la
que más han desplomado los datos de polución es Arrecife, en la
provincia de Las Palmas, donde la reducción supera el 90%. Y dentro del
grupo de las 15 ciudades más pobladas del país, Palma de Mallorca
encabeza las reducciones: ha registrado un descenso medio del 74% del
nivel de NO2 en esas tres primeras semanas de confinamiento. Le siguen
Alicante, Valencia y Vigo, las tres con bajadas de alrededor del 65%. En
Madrid, la caída en el mismo periodo ha sido del 55,9% y en Barcelona
del 60%.
“No hay precedentes", dice sobre esta mejora de la calidad
del aire Miguel Ángel Ceballos, especialista en contaminación
atmosférica de Ecologistas en Acción que lleva años monitorizando la
calidad del aire en España. “Es excepcional y sin precedentes desde que
arrancaron los primeros registros en los noventa”, añade.
La
AEMA está recopilando y difundiendo semanalmente los datos de alrededor
de 3.000 estaciones de medición que tienen los países miembros de la
UE. La agencia señala que las condiciones climáticas “pueden contribuir
significativamente a las reducciones semanales que se ven en las
concentraciones de contaminantes”.
Sin embargo, vincula directamente la
reducción de las concentraciones de dióxido de nitrógeno a las
restricciones de tráfico impuestas en los países europeos por la
pandemia. En el caso de otros contaminantes, como las partículas PM2,5 y
PM10, la agencia explica que entran en juego otros factores (como la
generación de energía o la industria), por lo que las reducciones no son
tan homogéneas como en la concentración del dióxido de nitrógeno en las
ciudades.
Una situación similar a la de España se ha dado en el resto
de la Unión Europea con las medidas de confinamiento. Según se desprende
de los datos de la AEMA, en todas las capitales de la Unión Europea la
contaminación ha caído en esas tres semanas respecto al mismo periodo de
2019. Liubliana (Eslovenia) es la capital europea en la que los niveles
de dióxido de nitrógeno han descendido más, un 54,4% en las tres
semanas analizadas por El País Nicosia (51,6%), París (51,5%),
Luxemburgo (51%), Madrid (49,5%), Roma (47,6%) y Lisboa (47,4%) ocupan
los primeros puestos en esos descensos de NO2 respecto al mismo periodo
de 2019.
“Debemos aprender de lo evidente: hay una
relación directa entre la movilidad motorizada y la calidad del aire”,
concluye Ceballos. Este miembro de Ecologistas en Acción incide en que
con esta situación excepcional se despeja cualquier duda sobre esa
relación directa entre los vehículos de combustión y la polución.
"La
manera de mejorar la calidad del aire es reduciendo la movilidad
motorizada”, añade. Pero Ceballos también advierte de lo que pueda
ocurrir cuando se intente volver a la normalidad: se corre el riesgo de
que el transporte público quede “estigmatizado” por miedo al contagio
del coronavirus. Y se debe de usar, alerta, porque este tipo de
movilidad es vital para luchar contra la contaminación.
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