MADRID.- La ministra del Interior de Alemania, Nancy Faeser, estableció este lunes controles temporales en todas sus fronteras terrestres en un intento de frenar la inmigración irregular. Mediante esta fórmula ampliaba, durante seis meses, los controles que ya tiene establecidos con Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca, recuerda El Debate.
La nación germana pertenece al espacio Schengen de Europa que permite la libre circulación de más de 400 millones de viajeros entre los países miembros. No obstante, cada nación puede introducir controles fronterizos si considera que existe una amenaza para el orden público o la seguridad interior.
El conocido como 'Código de Fronteras Schengen' está regulado en el reglamento 2016/399 de la Unión Europea.
Actualmente, casi todos los miembros de la Unión Europea forman parte del espacio Schengen, menos Irlanda, Bulgaria, Rumanía y Chipre. Mientras otros países como Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein no forman parte de la Unión, no obstante, sí son parte del acuerdo fronterizo.
Aunque, uno de los pilares de la UE es la libre circulación dentro del espacio Schengen (sin controles fronterizos y sin pasaportes) no supone un axioma incorruptible, ya que es común que alguno de los Veintisiete pida su suspensión en casos determinados.
Durante la pandemia, hasta siete países, entre los que se encontraba España, se vieron abocados a supeditar el acuerdo a la epidemia de Covid-19.
Este país también canceló la libre circulación, entre el 27 de noviembre y el 12 de diciembre de 2019, por la celebración de la COP25 (la Cumbre del Clima) que se llevó a cabo en Madrid tras la renuncia de Chile. O, recientemente, Italia que suspendió el espacio Schengen, el pasado junio, por la cumbre del G–7.
Esta excepcionalidad usualmente se lleva a cabo por motivos de seguridad o con motivo de cumbres políticas o partidos deportivos de alto riesgo. Expertos en la materia aseguran que una organización adecuada apuntaría que se tomaran estas medidas en conjunto.
El Código de Fronteras Schengen prevé que la libre circulación pueda ser suspendida por causas tanto previstas como imprevistas. Para las primeras, el estado miembro debe avisar al resto de los socios y a la Comisión Europea al menos con cuatro semanas de anticipación, y puede volver a introducir los controles fronterizos durante un máximo de seis meses.
Pero también puede hacerlo por causas imprevistas, para responder de forma inmediata a una amenaza. El país afectado puede reintroducir controles sin necesidad de avisar al resto de los miembros durante un plazo de diez días, y puede ir extendiendo las medidas hasta un máximo de dos meses.
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