TORREVIEJA.- “Ha ido bien. Pensábamos que iba a ser peor”. La primera mañana en la que la presentación del pasaporte covid en el sector de la hostelería ha pasado a ser obligatoria ha transcurrido con casi total normalidad en el bar Concierto Lucano, situado en una zona de clientes eminentemente extranjeros de Torrevieja.
“Todos los que han venido, incluso a la terraza, lo han presentado”, ha explicado una de las empleadas, María Cristina Gómez, que añade: “los extranjeros ya vienen con el móvil dispuesto en cuanto entran. Con los españoles hemos tenido algún conflicto, porque querían saber qué se iba a hacer con sus datos”.
Un cliente español, Fernando, pregunta en la puerta por el pasaporte. Como no dispone de él, desayuna en la terraza del local. “No me manejo bien con internet, me va a ayudar mi hija”, comenta. “No salgo mucho, así que no tengo prisa, pero me parece bien, más peligro tiene el covid que cualquier otra cosa”.
Dos mesas más allá, también en la terraza, toman café Steven y Stella, procedentes de Manchester. “Nos parece correcto, es muy necesario y además, la ley lo ordena desde hoy”, responden cuando se les pregunta por al tema.
“Los extranjeros están más habituados, pues para llegar hasta aquí han tenido que pasar muchos controles en sus países y, sobre todo, en el aeropuerto”, recalca María Cristina Gómez.
Al Concierto Lucano acuden clientes mayores. En el pub irlandés de al lado, el público mayoritario es más joven. Y su propietario, que prefiere no dar su nombre ni que aparezca el de su local, está “cansado de la situación”: “Nos hemos descargado las aplicaciones necesarias para leer el pasaporte, cumplimos todas las medidas, pero ya estamos agotados con la situación. No sabemos qué hacer, no hemos programado ninguna actividad para lo que queda de festivos porque no sabemos si podremos celebrarla. Queríamos hacer una actuación en Nochevieja pero no sabemos si habrá más restricciones”.
Lo mismo sucede en el bar Galicia, situado a pie de arena en la playa del Acequión. “Comprobamos con el móvil todos los pasaportes”, manifiesta su propietario, Baldomero Giménez, “y luego pedimos el DNI, para que no haya falsificaciones, aunque no tenemos por qué pedirlo porque no llegamos al aforo mínimo ni en interior ni en la terraza”.
Pero, aun así, y por las dudas, lo están pidiendo entre sus habituales, mayores y españoles, en abrumadora mayoría. “Y, sobre todo, a las familias desconocidas” que han elegido su terraza para desayunar junto a la orilla. “De esa forma”, explica Giménez, “incitamos a la gente a que se vacune”.
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