MADRID.- Joan
Baldoví se ha convertido en suelo y techo del valencianismo en Madrid.
Íñigo Errejón no ha sumado valor competitivo a la coalición. La
visibilización y el perfil propio, retos de Compromís después de una
cuestionada alianza. Los partidos que integran la coalición se mueven, a juicio de Público.
Cuando el pasado domingo Salvados sentó en una misma
mesa a cinco representantes diferentes de las periferias del Estado,
algunos tuiteros se preguntaban dónde estaba Compromís. Había quien lo
hacía desde la indignación, pero fueron muchos otros los que
aprovecharon para apuntar con un dardo a los estrategas de la coalición:
¿no supondría una contradicción (decían) presentarse con Más Madrid y participar a la vez en un programa titulado “Más allá de Madrid”?
Lo cierto es que aquellos hilos abiertos en la red social no dejan de
constatar algo que ya se percibió en los días posteriores a fraguarse
la alianza con Íñigo Errejón. El movimiento dado por Compromís para
afrontar el 10-N ha supuesto una nueva oleada de reproches desde
diferentes frentes, empezando por los de aquellos que veían resentirse
la voz estrictamente valenciana o la posibilidad de convertir la marca
propia en una sucursal del errejonismo. Algo que desde la
coalición siempre han negado recordando que el acuerdo de coalición
pactó la autonomía política (listas propias, marca política propia,
programa propio, co-portavocía en el grupo parlamentario…) y que
Compromís no dejará de jugar su perfil propio en el Congreso.
Y lo hará, puesto que la repetición electoral ha confirmado el escaño de Joan Baldoví y
una distribución del voto similar a la de 2011, año en que la
cooperativa política irrumpió en la Cámara Baja. El que fuera alcalde de
Sueca se erige en suelo y techo del valencianismo en Madrid. La
consolidación de este escaño por segunda vez en un mismo año es el único
alivio al que se acogen desde la coalición.
Eso, y el hecho de haber
sido la única fuerza del Gobierno del Botànic que ha conseguido sumar
votos respecto a abril, si bien muy ligeramente (han pasado de 173.821 a
175.092).
Compromís ya había experimentado dos fórmulas para las generales: la
coalición con Podemos en 2015 y 2016, y la candidatura en solitario para
el 28-A
Nadie en la coalición, sin embargo, califica de éxito la alianza. Hay quien habla sin rodeos: ha sido un fracaso.
Lejos quedan los pronósticos que dibujaban dos diputados por València y
uno por Alicante.
Errejón no ha supuesto un valor competitivo ni una
mejora sustancial. Pero, ¿por qué se apostó por Más País? ¿Qué se
buscaba con esta coalición? La tesitura ante el 10-N era compleja,
aseguran fuentes internas. De hecho, Compromís ya había experimentado
dos fórmulas para las generales: la coalición con Podemos en 2015 y
2016, y la candidatura en solitario para el 28-A.
En esta última cita, que en el País Valenciano coincidió con las autonómicas, ya se certificó la existencia marcada del voto dual con
consecuencias nefastas para los valencianistas en Madrid: mientras en
la autonomía se conseguía una consolidación como segunda fuerza
progresista, en el Congreso se pasó de los cuatro diputados conseguidos
en 2016 (en coalición con Podemos y Esquerra Unida) a un solo diputado.
De ahí que la cooperativa valorase esta vez la necesidad de un referente estatal que, finalmente, no fue Podemos. En una entrevista publicada recientemente por el diario local Levante,
la coportavoz de Compromís, Àgueda Micó, sostenía que el pacto con
Errejón permitía una colaboración con partidos que les trataban de igual
a igual sin ser confluencia de nadie. Y preguntada sobre cómo era la
relación con los morados, la dirigente sentenciaba: “Podemos es un
partido de ámbito estatal con una visión muy centralista de la
política”.
Mucho se ha escrito estos días, de hecho, en relación con lo que
habría podido pasar si Compromís hubiese apostado por ir en puestos de
salida con Unidas Podemos. “Sí, Mónica Oltra tenía razón”, aseveraba el periodista Salvador Enguix en un artículo en La Vanguardia,
horas después de conocerse el preacuerdo entre Sánchez e Iglesias para
un gobierno de coalición.
El comunicador destacaba que ir junto a
Podemos (presuntamente la preferencia de la vicepresidenta de la
Generalitat) hubiese permitido a los valencianistas una mayor
representación, lo que se podría haber traducido en una participación de
Baldoví en la cocina del potencial nuevo Gobierno.
El conflicto de la confederalidad
Varias dudas acechan tras la aventura de Compromís en Más País. La
primera de ellas: ¿puede pasar factura esta cuestionada estrategia en
próximas citas electorales valencianas? No se puede olvidar que en el
País Valenciano existe un perfil de votante confederal que respalda a Podemos en las generales pero apuesta por Compromís en la arena autonómica. ¿Habrá penalización?
"Cuando entra en juego un partido con un liderazgo y una trayectoria
tan conocida como la de Errejón, eso parece que distorsiona", Amadeu
Mezquida
Amadeu Mezquida, politólogo y secretario del grupo en
València, cree que, si solo se centra la cuestión en la figura de
Errejón, probablemente se puede perder electorado. “No es ajeno para
nosotros presentarnos junto a otros partidos, pero cuando entra en juego
un partido con un liderazgo y una trayectoria tan conocida como la de
Errejón, eso parece que distorsiona”, argumenta.
Para Mezquida, la
experiencia en Más País se ha revelado más horizontal que en las coaliciones anteriores con Podemos.
No en vano, y a pesar de los exiguos resultados, Mezquida defiende que esto puede ser el punto de partida para articular un nuevo espacio
de ámbito estatal con miras al futuro. El politólogo apuesta por
trasladar al marco estatal la fórmula que los partidos pequeños utilizan
para las europeas: una suerte de cooperativa de siglas con una visión
identitaria plurinacional, con vocación transversal y de
izquierdas.
La idea, sostiene, sería explorar esta vía de cooperación
con fuerzas como Chunta Aragonesista, BNG o Més per Mallorca. Mezquida
insiste en que este espacio existe y que es una cuestión de esperar el
momento adecuado para configurarlo.
Pero más allá del futuro, lo más interesante lo debe revelar el
presente, si es que acaba habiendo legislatura. En su afán por la
afirmación propia, ¿veremos a Compromís votando de manera diferente
respecto a los otros dos diputados del grupo parlamentario conseguidos
por Madrid?
Algunas voces consultadas para el artículo creen que será
inevitable. Y que, de hecho, a Compromís no le conviene que cuando hable
Errejón se le vea como la voz de los valencianistas ni a Errejón le
conviene que se le vea demasiado regionalista.
El conflicto de la confederalidad, sin ir más lejos, puede tener su
máxima expresión en la reivindicación estrella de los de Baldoví: la financiación autonómica.
Así quedó reflejado en los diversos programas electorales expuestos por
Más País en las comunidades autónomas donde se presentaron.
En
Asturias, por ejemplo, se proponía una financiación en base a criterios
como el envejecimiento y la despoblación, variables que no coinciden con
las demandas de los valencianos, que piden que se ponga el foco en el
peso real de la población.
“La coincidencia ideológica es clara; será fácil votar igual en todas
las cuestiones”, dice Mezquida. Y añade: “En todo caso, nunca
votaríamos en contra de lo que llevamos en el programa de Més Compromís.
A nosotros ya nos recriminaron en su día cuando votamos en contra de la
urgencia del cupo vasco porque para nosotros la urgencia en tema de
financiación no es precisamente el cupo vasco. Siempre hemos sido
coherentes”.
Mezquida, a pesar de todo, recuerda que hay 32 diputados que son valencianos. “Cuando empieza la legislatura, 31 se quedan mudos respecto a las cuestiones valencianas”, resalta.
Reinventar el valencianismo
Mientras tanto, las estructuras internas de los diferentes partidos
que conforman Compromís sacan sus conclusiones y se preparan para nuevos
horizontes. El congreso ordinario que el BLOC debe acometer en
2020 es el que ha despertado más obsesiones en la prensa local.
Quizá
por el revuelo que generó hace un mes la aprobación de una resolución
que reclama la amnistía de los presos políticos catalanes. Una
declaración netamente simbólica que, sin embargo, Mónica Oltra
(perteneciente a otro partido de la coalición, Iniciativa) no tardó a
puntualizar que esa no era la posición de Compromís en su conjunto.
El BLOC, al que pertenece Joan Baldoví, representa el 59% de la
militancia de Compromís. Según fuentes internas, la ejecutiva cree que
es el momento de reinventarse atendiendo a los momentos de cambio
social.
Lo de la refundación del valencianismo viene de lejos y enfrenta
diversas posturas. Entre ellas, hay un sector que defiende mantener un
perfil bajo en las apelaciones a los símbolos o la identidad y poner el zoom en las cuestiones más sociales.
Una máxima que, en realidad, ya se cumple de facto en Compromís. El
BLOC no se presenta a elecciones en solitario desde hace más de una
década, por lo que hay quien piensa que el partido se estaría modelando
de cara a una futura etapa post-Compromís.
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