Ya estaba pasando mucho tiempo desde que tras la última crisis
catalana provocada por la sentencia del ‘procés’ contra los golpistas
independentistas no apareciera Rusia y sus supuestas conexiones con el
independentismo. No me sorprende esta película de espías
al puro estilo hollywoodense que algunos se han montado para alimentar
la desinformación sobre los verdaderos apoyos que en su proceso de
internacionalización han encontrado los independentistas.
Pero lo que sí
me sorprende es la falacia “post hoc, ergo propter hoc” que se pretende
imponer para establecer una relación causal a partir de la coincidencia
entre dos fenómenos: el primero es la causa y el segundo, el efecto. Es
decir, hay rusos en Cataluña, luego como hay rusos que se dedican al espionaje, existe una injerencia rusa.
Veamos los hechos. Dos ciudadanos, uno ruso y otro ucraniano, fueron
detenidos a principios de octubre en la frontera franco-española con un maletín que incluía una granada.
Desconozco si dicho explosivo iba a ser vendido o iba a ser comprado,
pero desde luego una granada por sí sola no representa nada porque es
una de las tantas de piezas que circulan en el mercado negro, como las
armas o la droga.
Pero la historia no acaba ahí. Cualquier individuo que
maneja productos susceptibles de estar en el mercado negro son y deben
ser personas fichadas por la policía o los servicios de inteligencia.
Del mismo modo, que los servicios de inteligencia españoles conocen a
muchos de los mercenarios españoles que se mueven en África o en Oriente
Medio, establecer un paralelismo o una conexión del gobierno español
con la actividad de dichos mercenarios es absolutamente falaz y falso.
Por ello, intentar establecer deprisa y corriendo una conexión entre el gobierno ruso y el ‘procés’
es un argumento falaz alimentado desde la desinformación de quienes
pretenden manipular a la opinión pública para imponer su propia
hipótesis y desviar la atención de otras causas probadas y demostradas
que han estado detrás de los independentistas desde hace dos años y
también el pasado octubre.
Hay otro personaje ruso que ha salido esta
semana en los medios de comunicación, Denis Sergueiev, y
a quien se le vincula también con los servicios de espionaje de aquel
país y de quien se dice que estuvo en Cataluña en los días previos al
fracasado referéndum del 1-O.
Que la justicia investigue los movimientos
de un supuesto espía en nuestro país en los días previos del “procés”
no debería sorprendernos, como habría que hacerlo con cualquiera de los
espías israelíes, americanos, alemanes, franceses, británicos, chinos,
venezolanos, etc., que se han interesado por los intentos de
desestabilización de los que España es víctima desde hace cinco años.
Pero de ahí a establecer una relación causa-efecto, es un argumento
absolutamente falaz.
Los independentistas catalanes intentaron, intentan e intentarán lograr
apoyos a su causa fuera de nuestras fronteras. Que lo hayan pretendido
con países con China o Rusia, países que no forman parte del bloque
occidental que lidera EEUU y al que España decidió pertenecer hace 70
años, no es ninguna novedad. Y seguirán intentándolo.
Pero lo que
resulta muy sospechoso es que cuando donde se ha demostrado la
intervención de personajes oscuros, como la red de falsas ONGs y fundaciones de George Soros
en los intentos de desestabilizar España, son muchos quienes se ponen
de perfil y miran hacia otro lado por miedo o desconocimiento.
OkDiario
ha publicado durante el último mes, en este sentido, numerosas
informaciones que muestran los lazos de las ONGs de Soros -sostenedoras
de Pedro Sánchez-con los CDRs, con ERC, con Puigdemont y con Torra.
El
último episodio lo hemos visto esta semana con el lamentable panfleto
pro-independentista de Amnistía Internacional, juguete sorosiano,
solicitando la libertad de los líderes independentistas Jordi Sánchez y
Jordi Cuixart, así como poniendo en cuestión la sentencia del Tribunal
Supremo.
Una vez más, Rusia vuelve a ser la cortina de humo para
manipular a los españoles y para esconder la indolencia frente a la financiación de Soros
en activistas y organizaciones que animan a atacar a la policía o que
tratan de subvertir la democracia española y nuestro modelo de
convivencia.
(*) Profesor de Relaciones Internacionales en la UEM
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