MADRID.- Pocos vinos españoles -¿los de Jerez?- cuentan con un pasado tan
ilustre como el Fondillón. Y ninguno tan olvidado como él después de
haber sido lo más de lo más en la Europa anterior al siglo XX.
Según cuenta el duque de Sant-Simon,
cronista de la corte de Luis XIV, el Rey Sol lo tomó en sus últimos
días, aliñado con unas gotitas de un elixir curativo que no sirvieron de
mucho. También lo mencionan en sus obras como "vino de Alicante"
autores como Shakespeare, Dostoyevski, Emilio Salgari o Alejandro Dumas.
Sin embargo, a finales del siglo XIX comenzó a caer en el olvido, hasta
su práctica desaparición del mapa a mediados del XX.
Unos pocos bodegueros alicantinos intentan hoy recuperar la tradición
del Fondillón, apenas conservada durante décadas en cavas particulares.
Este vino dulce -pero no mucho- no sólo tiene una historia apasionante
sino también un método de elaboración único.
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