Antonio Papell
La calidad prospectiva del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) está bajo mínimos dados sus inefables y reiterados errores, no tanto debidos al parecer a las técnicas de investigación aplicadas cuanto al manejo de la ‘cocina’, que es donde la sociología encuentra su ámbito de imaginación y creatividad. Por poner apenas unos ejemplos clamorosos, el CIS no atisbó siquiera los resultados del 14-M y predijo una participación en el referéndum, sobre la Constitución Europea treinta puntos superior a la que realmente se produjo… Sin embargo, las encuestas del organismo público siguen siendo el gran referente de los partidos a la hora de plantear sus estrategias, pese a que nadie sabe si los sondeos son simples fotografías –más o menos desenfocadas- de la realidad o herramientas para influir en la opinión pública o ambas cosas a la vez.
La encuesta recién publicada sobre las elecciones autonómicas y sobre las municipales en unos pocos ayuntamientos (Santiago, Barcelona, Madrid, Sevilla y Vitoria), que coincide casi milimétricamente con la de “Sigma Dos” que ayer publicaba “El Mundo”, corrobora las previsiones intuitivas que ya se tenían, y que presagian una cierta continuidad general, dada la estabilidad de las correlaciones de fuerzas en casi todas partes. Los únicos cambios que pueden producirse tendrían lugar en Navarra –donde UPN baja, Nafarroa Bai consigue situarse como segunda fuerza y el PSOE desciende levemente-, en Baleares –donde el popular Jaume Matas puede perder la ajustada mayoría absoluta de que dispone y quién sabe si el gobierno de las islas- y en Canarias, donde el ex ministro López Aguilar ganará las elecciones para el PSOE desplazando a Coalición Canaria.
En lo restante, todo era fácilmente imaginable: Aguirre y Gallardón se consolidan poderosamente en Madrid, donde han realizado sendas gestiones irreprochables, esforzadas y vistosas; el PSOE conserva sus principales feudos tradicionales, aunque con leves descensos allá donde se han retirado los líderes históricos –Rodríguez Ibarra en Extremadura y Bono en Castilla-La Mancha, región ésta en la que el PP ha encontrado además a una candidata de mayor fuste, Mercedes de Cospedal-, y el PP refuerza también levemente algunas mayorías absolutas y da muestras de cierto desgaste en otras en las que ha tenido conflictos, como en Valencia.
En definitiva, los cambios se circunscribirían a Baleares, Navarra y Canarias. En el archipiélago, el PP acusa el escándalo de corrupción de Andratx, sumamente grave, y el vidrioso asunto de la compra de un palacete por el presidente de la Comunidad. El tirón de la brillantísima candidata del PSOE a la alcaldía de Palma, Aina Calvo, podría contribuir asimismo a fortalecer a su organización en la isla mayor. Y no parece que la extraña finta del fichaje de Maria de la Pau Janer, confesa simpatizante convergente, por Jaume Matas, facilite al PP las alianzas centristas que le permitan gobernar si no consigue la mayoría absoluta.
En Navarra, la encuesta otorga verosimilitud a la coalición PSN-Nafarroa Bai-Izquierda Unida, sin que pueda descartarse la alianza PSN-UPN; aquélla tropezaría probablemente con la negativa del PSOE a la creación de un órgano interparlamentario vasco navarro –que le resultaría muy oneroso electoralmente- y con la reticencia de IU a una alianza con los ‘abertzales’ (el caso vasco no es extrapolable). En Canarias, finalmente, López Aguilar deberá desplegar todas sus dotes de seducción para conquistar –con dádivas del Gobierno central- a Coalición Canaria, partido que podría seguir gobernando con el PP pese a su mal resultado electoral.
De momento, los dos grandes partidos se han aferrado a los resultados del CIS para hacer acopio de la euforia que seguramente necesitan para movilizar a sus bases y mentalizar a sus líderes, ya en pleno maratón propagandístico. En algunos casos, tendrán dudas sobre la conveniencia o no de fomentar la participación, que casi siempre favorece a quien ostenta la hegemonía (hay excepciones clamorosas a esta regla, como la del 14-M, cuando la gran afluencia de votantes desplazó al PP del poder). Pero de cualquier modo es claro que esta encuesta y las que seguirán tienen una influencia al menos psicológica en el desarrollo de la campaña.
Con toda seguridad, estas especulaciones para iniciados impresionarán bastante poco a los electores, que saben lo que se juegan en estas elecciones, que son de carácter local y municipal, y que, pese a que los grandes partidos quieren convertirlas en la ‘primera vuelta’ de las generales, tendrán escaso efecto sobre ellas (el único dato verdaderamente relevante que habrá que analizar el 28-M será qué partido ha obtenido más votos en las municipales, ya que hasta ahora se ha cumplido la regla empírica de que éste gana después las legislativas). Y si los políticos insisten en traer a la campaña asuntos ajenos a ella, como parece de momento irremediable, lo único que conseguirán es agrandar la bolsa indeseable de la abstención.
La calidad prospectiva del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) está bajo mínimos dados sus inefables y reiterados errores, no tanto debidos al parecer a las técnicas de investigación aplicadas cuanto al manejo de la ‘cocina’, que es donde la sociología encuentra su ámbito de imaginación y creatividad. Por poner apenas unos ejemplos clamorosos, el CIS no atisbó siquiera los resultados del 14-M y predijo una participación en el referéndum, sobre la Constitución Europea treinta puntos superior a la que realmente se produjo… Sin embargo, las encuestas del organismo público siguen siendo el gran referente de los partidos a la hora de plantear sus estrategias, pese a que nadie sabe si los sondeos son simples fotografías –más o menos desenfocadas- de la realidad o herramientas para influir en la opinión pública o ambas cosas a la vez.
La encuesta recién publicada sobre las elecciones autonómicas y sobre las municipales en unos pocos ayuntamientos (Santiago, Barcelona, Madrid, Sevilla y Vitoria), que coincide casi milimétricamente con la de “Sigma Dos” que ayer publicaba “El Mundo”, corrobora las previsiones intuitivas que ya se tenían, y que presagian una cierta continuidad general, dada la estabilidad de las correlaciones de fuerzas en casi todas partes. Los únicos cambios que pueden producirse tendrían lugar en Navarra –donde UPN baja, Nafarroa Bai consigue situarse como segunda fuerza y el PSOE desciende levemente-, en Baleares –donde el popular Jaume Matas puede perder la ajustada mayoría absoluta de que dispone y quién sabe si el gobierno de las islas- y en Canarias, donde el ex ministro López Aguilar ganará las elecciones para el PSOE desplazando a Coalición Canaria.
En lo restante, todo era fácilmente imaginable: Aguirre y Gallardón se consolidan poderosamente en Madrid, donde han realizado sendas gestiones irreprochables, esforzadas y vistosas; el PSOE conserva sus principales feudos tradicionales, aunque con leves descensos allá donde se han retirado los líderes históricos –Rodríguez Ibarra en Extremadura y Bono en Castilla-La Mancha, región ésta en la que el PP ha encontrado además a una candidata de mayor fuste, Mercedes de Cospedal-, y el PP refuerza también levemente algunas mayorías absolutas y da muestras de cierto desgaste en otras en las que ha tenido conflictos, como en Valencia.
En definitiva, los cambios se circunscribirían a Baleares, Navarra y Canarias. En el archipiélago, el PP acusa el escándalo de corrupción de Andratx, sumamente grave, y el vidrioso asunto de la compra de un palacete por el presidente de la Comunidad. El tirón de la brillantísima candidata del PSOE a la alcaldía de Palma, Aina Calvo, podría contribuir asimismo a fortalecer a su organización en la isla mayor. Y no parece que la extraña finta del fichaje de Maria de la Pau Janer, confesa simpatizante convergente, por Jaume Matas, facilite al PP las alianzas centristas que le permitan gobernar si no consigue la mayoría absoluta.
En Navarra, la encuesta otorga verosimilitud a la coalición PSN-Nafarroa Bai-Izquierda Unida, sin que pueda descartarse la alianza PSN-UPN; aquélla tropezaría probablemente con la negativa del PSOE a la creación de un órgano interparlamentario vasco navarro –que le resultaría muy oneroso electoralmente- y con la reticencia de IU a una alianza con los ‘abertzales’ (el caso vasco no es extrapolable). En Canarias, finalmente, López Aguilar deberá desplegar todas sus dotes de seducción para conquistar –con dádivas del Gobierno central- a Coalición Canaria, partido que podría seguir gobernando con el PP pese a su mal resultado electoral.
De momento, los dos grandes partidos se han aferrado a los resultados del CIS para hacer acopio de la euforia que seguramente necesitan para movilizar a sus bases y mentalizar a sus líderes, ya en pleno maratón propagandístico. En algunos casos, tendrán dudas sobre la conveniencia o no de fomentar la participación, que casi siempre favorece a quien ostenta la hegemonía (hay excepciones clamorosas a esta regla, como la del 14-M, cuando la gran afluencia de votantes desplazó al PP del poder). Pero de cualquier modo es claro que esta encuesta y las que seguirán tienen una influencia al menos psicológica en el desarrollo de la campaña.
Con toda seguridad, estas especulaciones para iniciados impresionarán bastante poco a los electores, que saben lo que se juegan en estas elecciones, que son de carácter local y municipal, y que, pese a que los grandes partidos quieren convertirlas en la ‘primera vuelta’ de las generales, tendrán escaso efecto sobre ellas (el único dato verdaderamente relevante que habrá que analizar el 28-M será qué partido ha obtenido más votos en las municipales, ya que hasta ahora se ha cumplido la regla empírica de que éste gana después las legislativas). Y si los políticos insisten en traer a la campaña asuntos ajenos a ella, como parece de momento irremediable, lo único que conseguirán es agrandar la bolsa indeseable de la abstención.
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