Más de 80 empresas españolas de pirotecnia se encargan de llevar el fuego y el ruido a los pueblos, pese a la crisis económica que se desliza por todos los sectores. Los profesionales de la pólvora no se quejan, y reconocen que mantienen la media de pedidos de otros veranos. Y eso que la mayoría de ayuntamientos han reducido los presupuestos para fuegos artificiales de forma considerable.
Los meses de junio, julio, agosto y septiembre aglutinan casi el 90% de la actividad del sector pirotécnico a nivel nacional.La excepción la marcan las 30 compañías valencianas que concentran casi el 30% de sus trabajos durante la semana de las Fallas, en marzo.
Tres empresas valencianas, todas de la familia Caballer (Vicente, Ricardo y Miguel Zamorano), junto con la barcelonesa Pirotecnia Igual y la aragonesa Pirotecnia Zaragozana, ingresan unos 40 millones de euros anuales en conjunto. En un segundo escalafón se encuentran seis empresas entre las que destacan las gallegas Pirotecnia Xaravia y Grupo Rocha, además de la valenciana Pirotecnia Turís, que recogen unos ingresos de casi 20 millones de euros por año entre todas. El último peldaño es el compuesto por las pequeñas empresas, alrededor de 70, que realizan trabajos por valor de entre 50 y 60 millones de euros anuales. Unas cifras que el sector espera mantener al cierre de este año, en noviembre.
Sin embargo, Ricardo Caballer, quien es además presidente de la Asociación de Fabricantes Pirotécnicos de la Comunidad Valenciana (Piroval), avisa de que «las compañías pirotécnicas están sufriendo en sus carnes la debacle del sector inmobiliario».
Caballer se refiere a que muchas promotoras que tenían proyectos en marcha en diversas localidades, decidían anunciarse en los libros de fiestas o instalar publicidad en los principales espacios de celebración. «Los ayuntamientos recibían por ello sustanciosas ayudas para poder pagar los festejos, lo que incluye los fuegos de artificio», afirma Caballer. Sin embargo, la profunda crisis del sector del inmueble ha mermado de golpe los presupuestos de muchos ayuntamientos, que ahora tienen que afrontar el mismo programa de fiestas, pero con menos dinero para gastar.
El empresario valenciano se queja de la actuación de muchos ayuntamientos, que representan casi el 90% de sus clientes. «Muchos se están retrasando en los pagos; pero luego, el empresario tiene que pagar religiosamente el IVA y las contribuciones a la seguridad social», señala el presidente de Piroval, que además se lamenta de que «ya se empiezan a notar los retrasos de mayo y junio», y que, de seguir así, el panorama va a ser «muy grave».
Para Verónica Caballer, nieta del mítico Vicente Caballer, «la situación está mal, pero no somos catastrofistas, porque este verano incluso hemos realizado más disparos que en 2007». Eso sí, coincide con su tío Ricardo en que «aunque los clientes siguen con sus pedidos, ahora se gastan menos».
Los mercados internacionales, el alivio de los pirotécnicos durante el periodo invernal, también comienzan a mostrar su cara menos boyante debido a la continua devaluación del dólar, que encarece los precios españoles en el extranjero.
Para Ricardo Caballer, la exportación, principalmente a los Estados Unidos, significa entre tres y cuatro millones de euros anuales, lo que representa el 50% de sus ingresos totales, «pero la caída del dólar nos está haciendo mucho daño», afirma.
En el ámbito nacional, los dos talleres valencianos concuerdan en que la Comunidad de Madrid «es el mejor cliente, año tras año». Un alto porcentaje de pueblos madrileños requieren fuegos artificiales para sus fiestas estivales, «y además son los que más gastan de media», añade Ricardo Caballer. Otros puntos con gran demanda son Galicia, Cantabria o Murcia.
A pesar de que las predicciones no son de lo más optimistas, los empresarios del sector pirotécnico se resisten a activar la señal de alarma. Siempre y cuando el volumen de espectáculos se sobreponga a la disminución del gasto medio por cliente, las perspectivas de ingresos anuales del sector seguirán siendo positivas.
El endurecimiento de la normativa de seguridad ahoga a los talleres Hace seis o siete años, en el País Vasco operaban más talleres pirotécnicos que en la Comunidad Valenciana, tierra de pólvora por excelencia. La mayoría de aquellas empresas eran de las calificadas como pequeñas, con menos de 10 trabajadores. Según Ricardo Caballer, voz más que autorizada en el sector, esta progresiva desaparición se «debe al endurecimiento de las normas de seguridad, que nos equiparan con los fabricantes de explosivos y que obligan a realizar inversiones cada vez más insostenibles, sobre todo para los talleres pequeños». Las empresas grandes soportan, peor que mejor, las inversiones necesarias para adecuar sus productos a lo que ellos consideran «una normativa desproporcionada». La última legislación sitúa al mismo nivel de riesgo a un taller pirotécnico y a una fábrica de explosivos, «debido a la inseguridad creada por algunos grupos criminales», apunta Ricardo Caballer, que pide «una normativa ajustada a nuestra especial actividad». Casi 800 trabajadores actúan en el sector pirotécnico español.Más de la mitad, lo hacen en pequeños talleres.
2 comentarios:
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